Reportera pop mató de colegiala sexy en panizo animé

"El cacho en que me metí", pensé mientras hacía la cola para entrar al Teatro La Cúpula del Parque O' Higgins, donde el sábado se realizó el "Summer Cosplay Party", evento que reunió a los que rallan el tubérculo con los monos japos.
Me sentía más rara que gallina rosada en medio de la horda de cabros con ojos brillantes. Asumo que soy ñoña, pero nunca tanto.
Un gurú en la materia me dijo: "Si querís sentir la mística del evento, tenís que cosplayear (disfrazarte)".
Con esfuerzo di con una monita que no me obligó a ponerme silicona ni metacril: Mari Makinami, de "Neon Genesis Evangelion". Varios amigos otakus juraron que era mi doble. "Será", me dije.
Y tenían razón. Cuando me miré en el espejo quedé pa' dentro. Fue cuático verse igual a un dibujo animado.
Salí nerviosa y emocionada, sintiéndome una más entre la masa. Hubo quienes me pidieron fotos y al principio no cachaba nada. Luego me solté. Sólo se debe sonreír a la cámara. Todos quedan japi.
Vitrineé en los stands con la esperanza de hallar una chapita con mi clon, pero no había nada. ¡Qué decepción!
En un pasillo me topé con Juan Carlos Bodoque. "Seguro que hará la 'Ruta del Cosplay'. Bacán", creí. Error. No era el peluche de "31 Minutos". El mono se llamaba Mauro y temerariamente desafió al caregallo con su disfraz. "Estoy cagao de calor", se quejó después de tomarnos la foto.
A las 3 y media de la tarde me rugían las tripas, pero me dio cuco manyar algo que no podía ni pronunciar bien. Vi que la mayoría elegía una sopa de fideos, "ramen". Aperré y quedé pochita.
Mientras intentaba agarrar bien los palitos para comer, entendí que los cosplayersposeen alma de artistas, pues deben tolerar que decenas de ñoños se inmortalicen a su lado y ellos lo ven como un reconocimiento a su "arte".
Después de comer, caminé para bajar los fideos y una lola de "Proyecto Robot" me invitó a concursar en el Miss Macross. "Déjame pensarlo", respondí y seguí paseando por La Cúpula, a esas alturas un auténtico sauna.
Cuando regresé dispuesta a participar en el brillo, me contaron que había pasado la vieja. "Ellos se lo pierden", me dije como consuelo.
Tipín 7 de la tarde, el evento bajó la cortina. Salí sudando ñoñería, hablando en japonés y posando cual modeloca. Pero feliz de haber vivido un día como un mono animado.
Por Isabel Arrieta M.
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