El "rey del emboque" recomienda el juego en cuarentena
Hernán Gatica, quien se hizo famoso en Sábado Gigante, aconseja darle duro al juego en medio del encierro. "El emboque es una gran terapia", aseguró.
Nada de teletrabajo, juegos virtuales ni de regadas reuniones sociales por Zoom. Hernán Gatica (77) mata las horas en su casa de la comuna de Huechuraba practicando una disciplina más antigua que las pandemias mundiales: el emboque.
El artesano no es un neófito del juego que, según algunos historiadores, tendría raíces precolombinas (usaban cráneos humanos). Lleva 70 años achuntándole al orificio con maestría, al punto de que se convirtió en el "Rey del emboque" o "Nano King" tras participar, a fines de los 80, en varios episodios de "Sábado Gigante".
"Llevé un arsenal de emboques y mi amigo Mario, que tiene un gran ojo para el show, comenzó a jugar conmigo. Yo ponía el emboque y él, el humor. Salí nominado a lo mejor de ese año (1989). Y ahí empezaron las visitas y entrevistas, donde siempre llevaba mis emboques, porque yo converso con los emboques", cuenta el veterano, que tiene siete hijos, 12 nietos y dos bisnietos.
Fama. Gatica partió mostrando los emboques que fabricada en el Paseo Ahumada, donde, por el contexto social, solo podía estar un par de horas. "Ahí comencé a realizar shows con todo tipo de emboques: tenía uno con forma de tomate, un huevo de madera, una vienesa, una pera y un embudo. Causé impacto y me empecé a hacer famoso. Salí en varios diarios", relata.
A los meses dejó su "oficina" callejera y se instaló en ferias artesanales. "Ahí causaba furor con mis shows. ¡Nunca había ganado tanta plata, mi viejo! La gente hacía fila para verme. Así me contactaron para ir al programa, donde me hice aún más conocido", dice.
- ¿Muy dura la cuarentena preventiva, don Hernán? Un poco. Mis hijos no me dejan salir ni a la esquina. Me van a comprar todo. Estoy encerrado total. Aquí le hice una casita al perro y preparo moldes de emboque, porque aún me piden… ¿Ha jugado al emboque, mi niño?
- Sí, pero soy malo. La emboco pocazo. ¿Y usted juega aún? Sí, bastante. Tomo el emboque y me voy calentando y calentado. Agarro el ritmo y juego mucho rato con el huevo y uno redondito… Tengo un emboque de 12 kilos y aún me la puedo. Y eso que no soy gordito ni tengo muchos músculos.
- ¿Y le achunta con todos? Si quiero acertar, lo hago a ojos cerrados. Es una sincronización mental; es como el karate.
- Gran parte de la humanidad está encerrada. ¿Les recomienda jugar al emboque? ¡Lógico! Es una gran terapia. Te exige y uno puede inventar distintas acrobacias con él: al revés o embocarlos con la campana. Uno se pone muy creativo.
- ¿Por qué cree que tiene tanta habilidad para el emboque? Nací con buena puntería. Cuando iba a los juegos Diana, hacía apuestas con la escopeta con plumilla. Ahí ganaba plata jugando con una sola mano. Y si tiro la ropa al canasto, cae justa. Es muy placentero cuando uno acierta. Me relajo mucho.
La ayuda de Don Francisco
- ¿Ha visto a Don Francisco? Hace dos años vino mi viejo amigo a la casa. Me trajo un emboque de oro y otro de plata. Estoy pagado con él. Me ayudo mucho. Chile me quiere mucho.
- ¿Lo reconocen en la calle aún? ¡Lóoogico! Yo tomo un taxi y me preguntan por Don Francisco. Tengo que agradecerle mucho a Mario.
- Hay que tener buen pulso para jugar. ¡Bebe alcohol, por ejemplo? Hasta con la caña le achunto. Es algo que tengo pegado. Va a morir conmigo.
- ¿Es el mejor jugador de emboque en Chile? Sí, por supuesto. He tenido contrincantes, pero soy el mejor.
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