Ronco Retes quedó hablando como Edmundo tras cachar asalto en restorán

"Este año he tenido pura mala cueva. Primero el accidente que sufrió mi hijo y ahora esto: Quedar justo en la línea de fuego de una banda de delincuentes", contó el humorista Ronco Retes, alias José Esteban Rettes Oliva (66).
Una de las balas que dispararon los guarenes que la noche del martes asaltaron el restorán Ostras Azócar, de General Bulnes N° 37, se incrustó en el marco de una ventana, a seis centímetro de su cabeza superior, y milagrosamente el artista vivió para contarla.
Según los polis, cuatro cumas armados de pistolas y escopetas llegaron hasta el local tipín 21.20 horas y luego de disparar al aire y golpear a los garzones exigieron dinero y perlas.
El administrador del local, Juan Pablo Queirolo, hermano de Ricardo, su propietario, se les fue en collera luego de ver cómo a su cuñado le ponían un trabuco en la sien derecha.
Entonces sacó un revólver Taurus calibre 38, debidamente inscrito, y le perforó el pellejo al profeta Isaías Alexander Guerra Zurita (16) y a uno de sus compinches.
Malheridos los cumas huyeron, pero minutos después Isaías fue abandonado en el Hospital San Borja Arriarán, donde entregó su alma a Dios, que lo tenga en su Santa Gloria. Nadie sabe dónde se está desangrando su secuaz. El automóvil que usaron en el atraco es un Chevrolet Corsa encargado por robo.
En los bolsillos del difunto, domiciliado en el pasaje El Soñador de la Villa Italhue de Puente Alto, los polis encontraron 34 mil 838 pesos y cinco pitos de macoña.
DE PELÍCULA
"En la mañana grabé un programa con Alfredo Lamadrid, que me regaló dos invitaciones para cenar en Ostras Azócar. Llegué con Jaime Téllez, mi compadre y amigo de toda la vida y luego de chuparnos un pisco souer nos metimos de cabeza en la carta. Estábamos craneando cómo nos comeríamos las ostras cuando de improviso escuché a un weón gritar ¡mátalo, mátalo! y enseguida comenzó un petardeo como de carrete mejicano. ¡Yo creí que era una fiesta de cumpleaños. Vi los puros fogonazos, pero de repente escuché a una vieja que gritaba ¡tírense debajo de las mesas los weones!, y me lancé de hocico al suelo. ¡Si parecía que Billy the Kid y Pancho Villa habían llegado a comer con toda su gente! Pasaron cinco minutos antes de enterarme que se trataba de un asalto", relata Ronco Rettes, que aún no se repone de la colitis.
"¡Oiga, compadre, dígale a este Gobierno que le ponga atajo a este leseo. Puede que Pinochet haya dejado muchas cagadas,pero nunca durante su mandato creció tanto la delincuencia" , pataleó.
Manuel Vega O.
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