Ruth Olate ahora lucha contra el cáncer de mamas y huesos

El papá de Ruth Olate Moreno murió en Santa Juana, al sur de Concepción, cuando ella tenía seis años, y como su mamá no podía mantener a siete hijos, la niña a los 12 se empleó como trabajadora de casa particular, dejando atrás su sueño de ser profesora.

Su oficio luego la trajo a Santiago, en donde se convirtió en la presidenta del sindicato que las agrupa.

Desde 2008 la mujer de 58 años está a la cabeza de su gremio que ha conseguido grandes logros bajo su dirección.

"El que más me enorgullece es la jornada laboral, que es un cambio social y cultural que nosotros logramos. Las trabajadoras puertas afuera: 45 horas semanales y las puertas adentro: de lunes a viernes y los feriados, una gran conquista", dijo.

Su rol la llevó a codearse con altas autoridades y la Presidenta la designó a principios del año pasado en el Consejo Ciudadano de Observadores del proceso constituyente, uno de sus mayores reconocimientos. Pero no pudo participar como le habría gustado, ya que se le ramificó un cáncer que le habían detectado en una mamá el 2016.

Cáncer grado 4

"Tengo un cáncer grado 4 que es rebelde, así que tengo que cuidarme hasta que los médicos me digan hasta aquí llegamos, o desapareció el cáncer. No ando muy bien porque el jueves pasado recién terminé con la quimio número doce, y estoy con drogas, una para detener el cáncer y otra para reforzar los huesitos, porque yo tengo cáncer óseo, tengo un tumor en la cabeza, otro en la espalda y otro atrás del nervio auditivo", contó.

Ruth ya no trabaja y sólo se dedica al sindicato, por eso se atiende como indigente en el Hospital San Borja gracias al plan AUGE y acusó que no le recetaron a tiempo una droga destinada a evitar la ramificación de su mal.

También criticó la actitud de algunos de sus tratantes. "Los médicos te revisan, pero no le preguntan al paciente cómo se siente, cómo está y eso me pasó reiteradamente, yo iba y el doctor a veces ni saludaba y nunca levantaba la vista para ver cómo estaba. Nos ven como un papel que hay que atender y pasan al computador y hacen la ficha, por eso hicimos un reclamo en el Ministerio de Salud y ahora al menos el médico levanta la cabeza y saluda, pero antes fui más de un año y el médico no me miraba", recordó.

"La salud es un derecho y en la dirección de los hospitales deben poner personas competentes que quieran trabajar para la población y no sólo tener un puesto, gente con vocación, porque los mismos médicos de los hospitales atienden bien en las clínicas", agregó.

Como los gastos de Ruth son varios, su cercanos le han realizado tres beneficios. "Cuando recién caí me hicieron una ayuda del sindicato y la segunda vez fue mi familia y mucha gente que me conoce del Gobierno, políticos, de la CUT... y después no quise que me hiceran algo más para no molestar y una amiga con otras compañeras me hicieron una cuenta rut", dijo.

El momento más complejo de su enfermedad lo vivió cuando supo que había recaído. "Esta segunda vez yo tuve un desapego a la vida, porque no quería seguir, sólo me quedé en el hospital para no perder el AUGE, si tenía tantas cosas que hacer por nuestras compañeras y la enfermedad me limita demasiado, la radioterapia, la quimioterapia agota, cansa, te tira a la cama y me cuesta salir a las actividades y necesito plata, porque me canso en dos cuadras y debo pagar un taxi".

"No me arrepiento"

- ¿Superó el desapego a la vida?

-Sí, con medicamentos paliativos y la sicóloga, eso me ha ayudado a estar emocionalmente más estable.

- ¿Cuál es su pronóstico?

-El cáncer hay que verlo día a día, cada vez que termine con una droga voy a examen para evaluar, en febrero iré y sabré como van las drogas.

- ¿Por qué nunca se casó ni tuvo hijos?

-Por razones personales. No me casé nunca porque dije: 'No quiero un hombre que me salga curao, que me salga flojo, que me vaya a maltratar...', y no tuve hijos porque dije: 'Jamás voy a traer uno porque la sociedad está muy difícil para traer niños', y no me arrepiento.

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