"Terminaremos como caníbales por el hambre"

La vida en Lota nunca ha sido fácil. Antes del terremoto, los mineros ya sufrían con la pobreza, con un índice de desempleo del 16% y una población que año tras año huye, en busca de mejores oportunidades.
El megasismo sólo ayudó a hundir en la miseria a la gente de Lota, que tiene a su ciudad transformada en un basural.
Hambre y desesperación se conjugan para que los lotinos decidieran tomarse las calles, destrozaran las cortinas metálicas de las tiendas céntricas y las saquearan sin piedad.
El escenario es dantesco: Alimentos desparramados, cajas reventadas, cartones tapizando las avenidas y personas corriendo con las manos llenas y sin sentido, son la postal más triste.
La presencia de carabineros en las calles no ha bastado para reestablecer la calma, que cada vez se pierde más, pues los saqueos tienen a Lota al borde del desabastecimiento, lo que inquieta a la gente.
Recurrir a las armas fue la solución que adoptaron algunos de los propietarios de locales que han sido desmantelados por vándalos.
Ningún tipo de comercio se salva de las "necesidades" de los carboníferos, que no han discriminado entre alimentos o zapatos a la hora de saquear.
Un oportunista se instaló en una pileta a vender zapatos que recién había robado. Cuando fue sorprendido por la fuerza pública, huyó, abandonando su mercancía.
"No faltan los idiotas que le hacen daño a Lota", reclamó un indignado habitante.
Muchos lotinos no quieren dar crédito a lo que están viviendo y piden a las autoridades que envíen más militares para que impongan el orden.
"Al miedo a los temblores, sumamos el terror a los delincuentes, necesitamos que vengan los militares. No hay leña ni agua para hacernos un café. Terminaremos como caníbales, comiéndonos unos con otros, por el hambre", contó asustada a La Cuarta Elsa Castro.
EN CORONEL HIERVEN EL AGUA DE LAS ALCANTARILLAS Y COMEN DE LA BASURA
El hambre y la sed tienen cara de herejes. Por lo menos así lo cree Iván Chamblas en Coronel, porque ante la desesperación, tiene que sacar agua de una alcantarilla y rebuscar comida entre la basura para alimentar a su familia.
"El agua la hervimos y listo, y la comida la estoy sacando por pedazos de los restos de basura", confesó Chamblas.
Otro coronelino, Pedro Tapia, todos los días tiene que bajar de su población, la Santa Helena, para buscar algo que llevarle a sus críos: " Acá todavía no llega nada de comida ¡Que el gobierno no mienta, nos estamos muriendo de hambre! Así llevamos cuatro días", reclamó Tapia.
A la falta de víveres, los habitantes de las poblaciones Santa Helena, América y la Obra, tienen que sumar la ola de cumatex que, por ejemplo, el lunes incendiaron un supermercado Santa Isabel y se robaron hasta las escobas con que las vecinas estaban limpiando los escombros.
"Por lo mismo, todas las noches hacemos turnos para proteger nuestras casas con hachas, escopetas hechizas y fierros", dijo Pablo Salgado.
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