Vecinos de Puente aseguran que Hans Pozo hace milagros
El 27 de marzo de 2006 un perro llamado Rocky se paseó por la población Marta Brunet, en Puente Alto, con un pie humano en el hocico.
La impactante escena dejó al descubierto uno de los casos policiales más escabrosos de la historia chilena, con el homicidio y descuartizamiento del joven Hans Hernán Pozo Vergara (20).
Los restos de la víctima fueron apareciendo por cerca de una semana repartidos por distintos puntos de Puente Alto y San Bernardo, hasta que la identificación del cuerpo y el posterior suicidio del presunto homicida cerraron el negro caso.
Tras el sangriento crimen, familiares y gente conmovida paró animitas en la intersección de la autopista Acceso Sur con Quitalmahue, junto a la población Marta Brunet, en sitios donde se hallaron restos del lolito.
“Viene mucha gente para acá, siempre se ven personas poniéndole velitas, flores o algún engañito”, comentó el agricultor Juan Carlos Bravo (35), vecino de la población El Caleuche, en Puente Alto.
“Mucha gente le pide por la salud de sus familiares, y dicen que es milagroso”, agregó el jinete, cuya yegua “Zulfurosa” siempre baja la velocidad y le rinde respeto a la construcción instalada a un costado del paso bajo nivel Quitalmahue.
“Acá los vecinos dicen que es milagroso, que ayuda y sana”, confirmó la dueña de casa Mariela Orellana (38), residente de la Villa Su Casa 3.
“No le he pedido nunca nada, pero siempre me persigno cuando paso frente a sus animitas”, relató la mujer, quien aseguró que la familia del lolito asesinado visita frecuentemente el memorial, lo limpia y lo mantiene tiqui taca.
“Ellos son del paradero 30 de Santa Rosa, y vienen bien seguido. Pero hay mucha gente que le prende velitas o le deja flores, no sólo sus familiares”, indicó Mariela.
Hacia el interior del camino Quitalmahue, donde se encontró gran parte de los restos del joven, hay otras dos animitas más pequeñas que también recuerdan su memoria. Y al igual que la del paso bajo nivel son masivamente visitadas por sus seguidores.
“Hace muy poquito llegó un cabro que estuvo preso y le hizo algunos arreglos a la animita de aquí al lado”, sostuvo sorprendido el carpintero Carlos Astudillo (68), vecino de la casita altar más apartada.
“Él le había hecho una manda para salir de la cárcel, y como salió, vino altiro a pagársela”, explicó Astudillo, quien ya piensa seriamente en encomendarse a Pozo para que se le pase un catete asma que le quita el aliento.
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