Crónica

[Video] ''El Manjarsh'' ahora es fenómeno discotequero

Algo tiene Víctor Zúñiga Santander, que ahora lo llaman de diversas partes de Chile para animar eventos y ponerle bueno en discos, donde el dancing ranchero entibia el cuore para que machos y hembras se pongan amorosos. ¿Y quién es el? ¿Canta? ¿Baila? Es el “Manjar” o “Manjarsh”, célebre entre los que buscan reírse harto en los videos de Youtube.

Es que el oriundo de Rinconada de Parral, en Coltauco, en la histórica Región de O’Higgins, sigue empinando el codo para hacer salud, pero ahora con algún destilado fino y bastante poquitito, casi para que el gaznate se ponga a tono y lance la frase que lo catapultó: “Ahhh, un manjarsh”. Pero sin los agregados originales del primer video: “Ven a tomarte un trago, Memo, me cago, que está rico, gueón”.

Sí, porque el sábado viajó 2.164 kilómetros en avión para poner su talento en dos discoteques de Punta Arenas, con llenos totales de 500 almas en la Disco K y 600 en la Cube.

La puesta en escena del “Manjar” fue con el temón  “Cómo dejarte de Amarte”, de sus favoritos, “Los Charros de Lumaco”.

El coltauquino entonó ese estribillo: “Cómo dejar de amarte, mi vida, cómo, si en cada pensamiento apareces tú...”.

Ahí las muñecas se le acercaban al “Manjar”, que con un sombrero blanco de charro y una camisa azul de raso se ponía a bailar.

El compadre es todo un showman, ya que tras la presentación, como si tuviera años de circo, se jugaba con un concurso para evas: el “Manjar Hot”, donde las cabras debían decir la frase que lo hizo famoso y contonearse como diosas.

Para que los varones no se picaran, les hizo un certamen digno de gargantas de lata: tomarse al seco medio litro de “jote” y tirar la misma frase, pero con la onomatopéyica más fuerte... Aaaahhh.

Después de los concursos, con los parroquianos más tranquis, se paseó por los locales para las fotos de rigor, con evas y adanes.

LA PREVIA

Antes de los eventos discotequeros, Víctor Zúñiga recorrió con ciertas tranquilidad las calles de Punta Arenas, ya que a cada rato era detenido por las locales, quienes le pedían posar para la foto de rigor. Igual que en pleno vuelo a la ciudad pingüina, donde las azafatas se fueron de autógrafo y atesoraron sus selfies con él .

“Estoy feliz por cómo me cambió la vida, me llueven los eventos en discos y siento el cariño de la gente... Ah, esto es un manjarsh, de verdad un manjarsh”.

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