Por Eduardo Ortega“Con once fracturas” y “el pulmón lleno de sangre”: “Chaleco” López recordó el accidente que casi acaba con su vida
Tricampeón del Dakar, a punto de cumplir los 50, el piloto chileno admitió que no puede simplemente retirarse. “Vuelvo porque todavía hay una adrenalina”, le contó a Rodrigo Sepúlveda, “porque es mi vida”.

Después de todo, la carrera debe continuar.
Eso, en resumen, le intentó explicar Francisco “Chaleco” López a Rodrigo Sepúlveda en la última charla del podcast Te lo cedo con el siguiente ejemplo, ocurrido en su estreno en el Dakar, en África, 2007:
“Falleció un piloto al lado mío. Al otro día, a las ocho de la mañana, la carrera sigue, yo miraba para el lado y todos enfocados en la carrera, en los kilómetros. Para mí eso fue muy impactante. Es fuerte, pero más fuerte es cuando se te va un compañero, un amigo. Ahí te pega mucho más”.
De cualquier modo, no había demasiado tiempo para lamentarlo. Porque “es como el Everest”, ilustró López, “en el camino de repente cae un compañero, pero el objetivo es llegar arriba”. La ética profesional del rally raid convive (debe convivir) con el duelo. Y es una necesidad siempre “estar 100%, no 99%”, o de lo contrario, “un error te cuesta la vida”.
Esa exigencia le permitió a “Chaleco”, por cierto, cambiar a tiempo: “Lo que hago ahora (en los buggy) es mucho más seguro. En la moto, cuando le pegas a una roca a 100 km/h, el impacto va completamente al piloto. En auto es mucho más tranquilo, el 50% se lo entrego a mi navegante, ahí uno va más enfocado en el manejo, pero en moto vas navegando, mirando, visualizando y andando rápido”.

Lo del peligro que acarrea la motocicleta, el piloto nacional lo dice por experiencia propia. En 2011, un accidente en el Rally de Túnez casi le arrebató la vida.
“Me faltaban diecisiete kilómetros y venía primero, solo. Salí de lo más complejo y cuando encontré el camino principal dije: ‘estoy en la costanera, la hice’. Doblo a la izquierda, visualizo mi hoja de ruta y digo: ‘siete kilómetros más y estoy en la meta’ y es lo último que me acuerdo”.
Cuando despertó, estaba arriba de un helicóptero. “Con once fracturas y riesgo vital”. Lo llevaban de urgencia a un recinto médico en Italia.
“Llegué a las cinco de la mañana. En un hospital público, en una camilla, en un pasillo, con frío, once fracturas, sin morfina. Recién a las once de la noche, un doctor me toma y dice: ‘véanlo rápido, porque tiene el pulmón lleno de sangre’”.
Luis Jiménez, por entonces en el fútbol italiano, le hizo compañía: “Me fue a visitar y eso me ayudó mucho, porque yo estaba en un hospital público y era un paciente más. Cuando llegó Luis, dijo ‘es un tipo destacado que ha ganado el Dakar’. Entré como un NN a Italia y eso siempre se lo voy a agradecer a Luis Jiménez y a la Cote López”.
Así y todo, a pocos días de cumplir 50 años su pasión no se apaga. El año pasado, cansado, había resuelto retirarse. Pero ahora que lo pensó mejor, dio marcha atrás.
“Vuelvo porque todavía hay una adrenalina, es porque es mi vida, es como que te quiten tu ADN”, le reconoció al Sepu. “Todavía tengo pasta, tengo ganas”.
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