Futbolista amateur pateó en la cabeza a un árbitro y lo desvaneció: después del ataque se quitó la vida

El jugador, un joven de 24 años, fue imputado por “homicidio agravado por alevosía en grado de tentativa en el contexto de un espectáculo deportivo”, pero antes de verse tras las rejas, prefirió tomar otro camino.

Ariel Paniagua, árbitro del partido, salió despedido un par de metros. Recién le había sacado tarjeta amarilla al número 7 de La Cortada FC —equipo que forma parte de una liga amateur en Sarandí, localidad bonaerense de Argentina— pero recibió como respuesta un repentino empujón. No le quedó de otra: trajinó en su bolsillo y le enseñó de inmediato la roja. Entonces, en un arranque de ira, seguramente sintiéndose perjudicado, uno de sus compañeros, el número 10 y capitán, picó desde atrás y se abalanzó sobre el juez. Le conectó tres golpes de puño y lo desmayó con una patada a la altura de la nuca, mientras aún se hallaba en el suelo.

—Yo me puedo equivocar, pero no creo que ésa tenga que ser la reacción de los muchachos. Me pudieron haber matado —lamentó Paniagua en Telefé Noticias, dos días después, tras haber hecho la denuncia—. Pude haber terminado dentro de un cajón. No hay nada que justifique esa patada que me dieron.

En la misma estación televisiva, su principal agresor, que en principio se hizo llamar Dimitri, como pudo trató de explicar su reacción desproporcionada: “Iban dos minutos y ya le habían pegado a un compañero mío y él no cobraba. Yo era el capitán del equipo y le decía juez, cóbrala, si la viste. Estaba a dos metros. Me decía no la vi, y no cobraba nada. Está bien, seguíamos jugando, pero hacíamos una mal y ya nos tiraba todo a nosotros: uno jetoneaba, amarilla. Otro jetoneaba y ya le quería sacar la roja. Por eso yo ya venía enojado y le pegué, sin darme cuenta. Yo ya le pedí disculpas, hoy estuvimos hablando con el réferi. Te digo la verdad, me nubló. Cuando me rescaté ya era todo distinto y me pregunté, corte, ¿qué hice?”.

La policía más tarde determinó que Dimitri era en realidad Williams Alexander Tapón, de apenas 24 años. Lo imputaron bajo la carátula de “homicidio agravado por alevosía en grado de tentativa en el contexto de un espectáculo deportivo” e instruyeron a efectivos para concretar su detención. A esas alturas, sin embargo, Tapón había tomado otro camino.

Padre de dos hijos, un niño de dos años y otro de siete meses, el joven se comunicó con Agustina, su mujer, y le hizo saber mediante algunos mensajes que no se sentía con fuerzas para seguir. Pero, por sobre todo, se negaba a la idea de que los pequeños sufrieran por tener a su viejo encerrado en la cárcel. Le agradeció, pidió que cuidara de ellos y luego se despidió. Ella hasta el final creyó que se trataba de una broma de mal gusto: “Pensábamos que nos iba a asustar, pero que no lo iba a hacer. Fuimos a buscarlo y pensábamos que lo íbamos a encontrar, pero no como lo encontré”.

El cuerpo de Williams Alexander Tapón, comunicaron medios locales, fue hallado sin vida cerca de las vías del tren, a la altura de las calles General Paz y Heredia. Se disparó con un arma de fuego en la cabeza.

“En las próximas horas harán un rastrillaje por la zona para encontrar el arma con la que se efectuó el disparo. Hasta el momento no pudieron hallarla cerca del cuerpo. De todas maneras, se realizaron tomas de muestra de las manos que corroboran que se trata de un suicidio”, completó luego el periodista Nacho Genovert.

El ataque que inició todo:

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