Princesa Alba: “A veces quiero volver a ser la cabra que carreteaba e iba a Bellavista”

Princesa Alba.
Princesa Alba.

Ya ha pasado tiempo desde su irrupción en la escena musical con tan solo 20 años, cuando lanzó “My only one”, videoclip grabado en el estadio Monumental y que “todo el mundo lo odió”, según recuerda Trinidad Riveros con La Cuarta. Hoy, su carrera ha madurado. Para marzo tiene agendado un show en Lollapalooza ya con su primer disco en mano, Besitos, cuídate. “Era inevitable que yo fuera una chica pop”, dice.

Ha pasado el tiempo desde aquel 23 junio del 2017, cuando Trinidad Riveros Inostroza, con solo 20 años, publicó “My only one”, el recordado videoclip que grabó tras colarse en el Estadio Monumental, vistiendo un osado atuendo, con espumante, cigarros y cantando al amor:

Ven pa’ acá que te quiero besar/ ven pa’ acá que me quiero casar/ mi ritmo no lo tiene nadie.

El video se viralizó rápidamente. Muchos cibernautas no se lo tomaron en serio (o quizá demasiado en serio), y reaccionaron con burlas y críticas a la que sería la primera gran apuesta en el mundo del trap de quien se autodenominó “Princesa Alba”.

Así, a pesar de muchas de las reacciones, no pescó, hizo oídos sordos, y se las arregló para sacar sendos temitas como lo fueron “Summer love” en 2018, “Convencete” en 2019 y “Ya no quieres quererme” en 2020.

Princesa Alba en el videoclip de "Summer love" el 2018.
Princesa Alba en el videoclip de "Summer love" el 2018.

Es más, esos trabajos le dieron una popularidad con la que, durante el semestre pasado, compitió en el programa de CHV, El discípulo del chef, siendo liderada por Carolina Bazan en el equipo azul y compañera de famosillos como Arturo Longton, Fran Undurraga y Joche Bibbó.

Pero, volviendo a la música, Princesa Alba se ha abierto paso en la escena y, luego de que la pandemia impidiera su segunda aparición en el festival Lollapalooza 2020, ahora se presentará el próximo domingo 20 de marzo, durante la jornada de cierre, en el icónico certamen.

¿Princesa del pop?

Y no solo eso, porque la cantante llegará a aquel escenario con su primer disco en la mano: besitos, cuídate, lanzado en septiembre del año pasado, un trabajo con el que busca quitarse el mote trapero.

“Muchas veces me han catalogado como urbano o trap, pero me identifico mucho más con el pop”, dijo un tiempo atrás. “Creo que es el hilo conductor de mi carrera y de mi vida”

Ahora, a punto de cumplir 25 años, en entrevista con La Cuarta, insiste, se desmarca de un género en que se ha encasillado exponentes como Pablo Chill-E, Drefquila y Paloma Mami.

—Siempre he creído que el pop y el rock son como los hilos conductores de la música en general, en cualquier género, siempre van a tener cierto guiño. En lo particular, siempre me he sentido mucho más cercana con el pop, porque crecí escuchando pop latino tipo Julieta Venegas. Siempre me sentí mucho más cercana a eso, creciendo con estas figuras de los 2000 como Britney Spears o Cristiana Aguilera. Era inevitable que yo fuera una chica pop. En un principio se me catalogó de urbano y trap, y efectivamente mi música tenía de eso, pero también tenía pop, y eso era lo que más primaba ya en ese entonces.

—Escribes tus canciones en tu teléfono, algunas de las cuales transcurren en el mundo virtual como “Miss u bb” o “Besitos cuidate”... ¿Cómo influye el teléfono en tu música?

—Influye harto, porque efectivamente estoy en el teléfono mucho rato. Pero así como escribo mis letras en el teléfono y tengo todas las notas llenas de canciones, y también uso el mismo celular para hacer demos, o si estoy con una melodía en la cabeza, tengo un chat de WhatsApp conmigo misma para mandarme audios tarareando. Veo el celu como una herramienta de trabajo, y también por eso, ese celu cumple un horario laboral, como de 8 a 22 horas y de ahí me desconecto. Pero también escribo mis letras en cuadernos, tengo caleta de cuadernos, me gusta escribir, también me gusta mucho el formato del papel para leer libros.

—Tus temas suelen tener bastante de autobiográfico… ¿Por qué te interesa que tu música sea una suerte de relato de tu vida?

—Porque es lo que se me hace más honesto, es lo que tengo más a la mano, para escribir, para inspirarme; básicamente es eso, es como un discurso bien “facilista”, las experiencias que tengo ahí en mi velador, en mi diario de vida, o en mi celu en las conversaciones de Whatsapp.

—Y como oyente, ¿te interesa más la música que pone ese acento en la biografía propia?

—Sí, obviamente, también porque nunca he cantado una canción que no sea mía, que no he escrito yo. Nunca he sido solamente intérprete de una canción, y me muero siéndolo. Me gusta mucho más la parte de la composición: mi parte favorita de ser cantante es hacer shows y componer. Si no pudiese componer sobre mi vida creo que no tendría sentido.

“Acá es mi lugar”

Desde muy chica, en el colegio, Trinidad Riveros quería dedicarse a algo relacionado con el arte. Le gustaba el baile, la gimnasia artística, estaba en talleres de audiovisual y hacía videos. En algún momento, le dio por comprar midis y controladores de audio. “Y entre medio, siempre me gustaba la literatura, escribir poemas y todo eso”, recuerda. “Tenía todas estas intenciones de crear, pero no sabía dónde. Y de ahí encontré la música”.

Empezó a atreverse a mostrar sus canciones, a hacer pequeños shows; y como era DJ, también mezclaba. Junto con ello, “tenía como toda una performance, súper maquillada y atrás ponía videos que yo hacía”, detalla.

Fue ahí cuando, en algún momento, se animó con “My only one”. A pesar de que muchas reacciones web no fueron agradables, incluso agresivas en algunos casos, ahí Princesa Alba sintió la libertad que podía darle la música. “Acá puedo hacer todo lo que quiero”, pensó.

“Hice la portada, hice todo el diseño gráfico, hice el video, la música”, comenta. “Es muy bacán sentir que encuentras en el lugar donde te puedas desarrollar a cabalidad”.

—O sea que “My only one” es como el punto de quiebre...

—Sí, y es chistoso, porque pudo haber sido todo lo contrario: todo el mundo lo odió, como que pude haber dicho “¿por qué me voy a dedicar a eso?”. Pero a mí en verdad me encantó y fue como: “acá es mi lugar”.

—¿Y ahora la recuerdas con cariño o ya estás chata?

—Nooo, con cariño.

—Hace poco dijiste que, en el pasado, te hiciste “mucho la fuerte”, pero que “ahora me gusta mostrar la vulnerabilidad”. ¿Por qué ese cambio?

—Creo que tiene que ver con esa rebeldía romántica-juvenil, que todos las tenemos en algún momento, de ser súper invencibles y que lo nuestro es lo mejor del planeta. Obviamente cada uno lo ejecuta de distinta manera. Yo terminé manifestándolo en un video que se hizo viral (“My only one”) y que catapultó mi carrera. Pero eso se va agotando, ya no soy una adolescente, me voy dando cuenta de todos los condoros que me mandé, de hacerme tan la fuerte cuando tenía pena o rabia, y me hacía muy la “no, nada me afectará”, porque estaba peleando por este bien mayor que era el feminismo o el body positivity. Entonces sentía que, si me caía, haría que esos estandartes también cayeran.

La amistad, “un cable a tierra”

—¿Hasta qué punto son la misma persona Princesa Alba y Trinidad Riveros?

—Creo que soy la misma, solamente que, sobre todo cuando me paro en el escenario, siento que ahí se marca la diferencia, porque igual soy media tímida en el día a día. Aun siendo Princesa Alba, ahora que fui a la tele (El discípulo del chef), los demás estaban como “wuu!”, muy acostumbrados a conversar y que te entrevisten. Yo, que estoy partiendo, a veces me tiro para adentro. Pero en el escenario me convierto en otra persona. Si bien soy la misma, ahí es donde se me olvidan todas las trancas y es como, ¡wow!, en plenitud máxima.

—¿Y sientes que tienes que responder imagen o expectativa como Princesa Alba?

—Por suerte no, soy lo más auténtica y fiel a mis ideales. Siento que eso se nota en mi proyecto, porque hay una coherencia; o sea, te invento, si dijera que soy vegetariana y después apareciera haciendo publicidad a marcas de carne... Todas esas cuestiones de ideales, que tienen que ver con una coherencia de alma, las manejo muy bien porque finalmente soy yo, no estoy actuando. Si fuese diferente creo que ahí se generarían problemas. Trato de ser lo más honesta posible para no traicionarme a mí, ni a la gente, ni a nadie.

—En algunas de tus canciones como “Oye amiga” y “Pinky promise” está el tema de la amistad… ¿Qué espacio ocupa la amistad en tu vida?

—Tengo mucha suerte, porque antes de sacar mi primera canción alcance a tener “una vida normal”: ir a la “u”, carretear en Bellavista, tener todas esas cosas que marcan a las amistades. Tengo muchos grupos de amigas, las del colegio: las de la “u”, las de gimnasia, o amigas de otros lados. Mis grupos de amistad son sagrados. Entonces ellas (la mayoría son ellas), me conocen antes de que fuera famosa; son un cable a tierra, porque hay veces en que mi siento, no sé si fuera de mí, pero hay veces que me sobrepasa y quiero volver a ser la cabra que carreteaba e iba a Bellavista. Pero me junto con ellas y siento que es como volver a ese tiempo.

—¿Ya no podrías ir a Bellavista y carretear?

—O sea, es que cuando lo intento siento que mis amigas me cuidan mucho, dicen como “no, no le pidan fotos”, y yo como “hey, me da lo mismo”. Pero ellas se preocupan y me da paja que tengan que estar así cuando en realidad fuimos a carretear y queremos estar en otra. Entonces prefiero estar en lugares más solos o en casa.

La tele a color

A principios de noviembre, se estrenó la tercera temporada de El discípulo del chef (CHV), espacio en que Princesa Alba estuvo dentro de los participantes. Poco más de un mes después, el 22 de diciembre, se emitió el capítulo en que la cantante quedó eliminada.

“Queremos agradecerte por todo ese compañerismo que tienes”, le expresó su compañero de equipo Bruno Zaretti ante su partida. “Sé que vas a brillar aquí en Chile y en todo el mundo con tu música”.

Princesa Alba en El Discípulo del Chef con "China" Bazán.
Princesa Alba en El Discípulo del Chef con "China" Bazán.

Sobre aquel paso en la pantalla chica, declara: “Siendo honesta, fue muy bacán” y también “muy exigente”.

“He estado en situaciones así, de mucha exigencia, pero para mí esto era otro nivel”, comenta, porque tenía que estar a las 7:30 de la mañana ya maquillándose. Luego la pasaban a buscar para irse al canal. Ya grabando, en caso de que su equipo perdiera la “prueba de inmunidad” y de debiera enfrentarse a la “eliminación”, había veces en que tenía que quedarse hasta las 19:00 horas.

“Y aparte de tener esa jornada que, convengamos, igual es como una jornada laboral normal porque hay mucha gente que trabaja eso o más, pero era estar todo el rato preocupada de estar bonita, maquillada, de que no me dé la maña porque a veces uno se pone mañoso porque tiene hambre o le duele la guata”, dice. “Y hay que intentar seguir haciendo tu pega, disfrutándola, cuando estás en una cuestión tan exigente y con tanto estrés porque estás cocinando, y te retan”.

Pero también:

—Aprendí caleta, aprendí mucho de la tele también, de la constancia. Quizá yo tenía un pequeño prejuicio con la tele, como de que era el “camino fácil”, algo que no requería tanto esfuerzo. Pero ahora que estuve adentro, todos los que estaban ahí se sacaban la mierda, trabajaban demasiado, todo el rato estaban con una sonrisa y generaban un ambiente súper agradable. Mucha admiración a la tele y me quedó gustando caleta, así que yo creo que...

—¿Se vienen cositas?

Se ríe y responde:

—Sí, no, no sé. Para mí la música es mi prioridad, pero sí, amé la tele.

—¿Qué famosillos te sorprendieron más? Quizá porque te sacaste algún prejuicio de encima.

—Mis amigas ahí eran Perla Ilich, Karen Bejarano, Fran Undurraga y, por sobre todo, Carlos Caszely, que de verdad éramos, onda, amigos. Salíamos a almorzar juntos en el canal. Él se fumaba un pucho, veíamos unos partidos y comentamos. En verdad era un amigo. Y me da mucha risa porque tiene 71 años, pero él era como mi bestie, mi mejor amigo. Pero Daniela Aránguiz también fue muy tela conmigo; Marlen Olivari, que no sé por qué me la imaginaba pesada, también fue un amor conmigo, todos muy muy simpáticos, no hay nadie que me haya caído mal.

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