"Mala Conducta": La teleserie de las mil vueltas

Variadas son las ocasiones en que la televisión chilensis ha tratado de sacarle la foto a su juventud. Pese a ello, y sin importar épocas ni modas, el resultado en la mayoría de las intentonas ha distado con cuática de la realidad.

Caricaturas y lugares comunes han hecho nata cada vez que los caporales de la tevé han fijado sus ojos en el futuro de Chile, con realizaciones que poco han reflejado sus costumbres e intereses a la hora de cortar el queque.

Quizás por ahí radique el valor de la telecebolla "Mala Conducta" de ChileVisión, que se ha sacado los zapatos interpretando a las variopintas tribus urbanas que pululan por nuestra sociedad. Emos, flaites y, era que no, pokemones, han sido parte de la trama que envuelve de lunes a viernes al instituto 2x1 Pelayo Bobadilla.

Es un draculón que se ha especializado en recoger desde la jerga hasta las historias de vida de aquellos pollos que, lejos de la idealización, nos han mostrado la cara más actual del submundo juvenil criollo.

Aunque no todo ha sido miel sobre hojuelas, porque esa misma inquietud por mostrar a los cabros tal y como son, ha derivado en que los personajes se han dado una, dos, tres y hasta cuatro vueltas en sus mismos draculones, provocando que los caldos de cabeza que destacaron en marzo todavía sigan dando la lata en mayo.

Problema no menor que debería tener salida con la próxima inclusión de nuevos personajes, que precisamente buscarán los quiebres necesarios para evitar la actual monotonía de una serie que pese a estar bien realizada, ató y desató muy rápido sus nudos. La banda sonora, eso si, está de lujo.

Por Jorge Ruz Arias

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