Basta apretarla un poquito nomás para que Francisca Merino se vaya de lengua. Varios son los personajes que la blonda ha puesto en aprietos con sus puntudas apreciaciones y  ayer incluyó en la lista a Luciano Cruz-Coke, su ex, y a quien en 5 minutos dejó bueno pa' na'.

Mientras Patricia Larraín contaba en "SQP" lo cachilupi que lo pasó en el "Salón del automóvil" junto a otros rostros como Cecilia y Diana Bolocco, Fernando Godoy, más el susodicho galán de telecebollas, Panchita no se aguantó las ganas de descuerar al compadre con quien tuvo más menos un año de idilio, por la época de "Adrenalina", años 96-97, literalmente en el siglo pasado.

Con un signo de interrogación así de grande, la actriz preguntó qué pito tocaba Luciano en el evento "si es más fome que chupar un clavo de vidrio".

Pata, sorprendida por el comentario, se hizo cargo de la defensa del rucio alegándole que era lo más entretenido que había, pues "yo conversé con él y lo encontré muy entretenido, es un amor".

Choreada, la Merino contraatacó con que- como fueron pololos- conocía mejor que nadie al cabro. "Es latero, lo más fome que hay, atroz de fome", dijo y  también apuntó que  mientras duró su idilio "me aburrí como ostra".

Fue ahí que Larraín volvió a prestarle ropa a Cruz-  Coke, pero fue por las puras, ya que la lengua de la chiquilla de abultados labios fue más rápida aún y terminó por desintegrar al cristiano.

PUROS ROTOS

Lo peló con que cuando salían tenían que pagar la cuenta a medias, que  "rotea a todo el mundo, encuentra a todo el mundo chulo... De todos mis amigos decía que eran ordinarios, que no tenían buenos apellidos".

Buscándole la buena, la ex del Chino Ríos le dijo que a lo mejor el hombre ha cambiado en este tiempo, pero la peloláis fue categórica y dio el tiro de gracia: "La gente no cambia, yo terminé con él por fome y muchas otras cosas. Todas las mujeres terminan con él porque es enfermo de fome".

Para cerrar el boche asumió que su relación con Luciano finalizó en mala y que no era novedad porque en todos sus romances, salvo uno, el chaolín se ha dado igual.

Carolina Ruiz M