Sentados los cuatro, uno al lado del otro, con Benjamín Vicuña y Celeste Cid en el centro, junto a Lucas Akoskin y a María Gracia Omegna, en una sala ubicada en un exclusivo hotel de Vitacura, los actores chilenos y argentinos reciben uno a uno a distintos reporteros locales durante quince minutos para promocionar su película, Papá x dos, dirigida por Hernán Guerschuny y estrenada el pasado 25 de septiembre.

En esta comedia, la trama muestra a Vicuña en la piel de “Santiago”, un estructurado cuarentón nerviosísimo porque le va a pedir a su polola, “Ana” —interpretada por Cid—, que se vaya a vivir con él. Durante una cita en un elegante restorán, el protagonista le hace la propuesta a su pajera, quien reacciona con un sí inmediato. Pero luego ella le transparenta que tuvo una noche de pasión con su ex, Pancho (Akoskin), cuando recién se estaba conociendo con “Santi”, y que tras esa fogosa velada quedó embarazada.

Por supuesto, el sinceramiento deja medio en shock al papel de Vicuña, quien inicialmente rechaza la idea de asumir la mitad de la paternidad de esa criatura, por lo que lo pasa a buscar su hermana, “Tere” (Omegna), hecho pedazos. Mientras van en el auto, él cambia de opinión y decide embarcarse en esa aventura. Aunque lo que él no esperaba es que “Pancho” jugaría un rol mucho más central de lo que él esperaría, yéndose a vivir con él y “Ana”.

—¿Qué podemos aprender de Santiago sobre lo que hay que hacer y no en una relación de pareja?

¿Qué es lo que no hay que hacer? —plantea Vicuña en conversación con La Cuarta—. Lo que hace él: prejuzgar y tener todo un plan, una bitácora de viaje como si creyéramos que la vida se puede controlar. La vida finalmente nos ordena bajo sus propias reglas. Y lo que sí hay que hacer es, en el caso de lo que pasa con el personaje, es tener tolerancia, paciencia y mucho amor para aceptar los riesgos de la vida.

—¿Qué habrían hecho en el caso de “Santiago”: enterarse que Ana se embarazó del ex?

—Yo creo que acepto, sí —responde primero Vicuña.

Sus compañeros se ríen y Omegna toma la palabra:

—Yo me lo pregunté realmente. Creo que, obvio, es un viaje demasiado particular que uno debiese hacer. No sé qué qué decisión tomaría, porque creo que es muy circunstancial a lo que vaya sucediendo, y a las personas, pero sí creo que sería un desafío difícil para mí. No voy a mentir.

Y Cid complementa:

—Me pasó lo mismo: pienso que soy una persona deconstruida, pero después si lo pienso fríamente y digo: “Che, me pasa esto...”. Igual tengo familia ensamblada, que soy madre desde los 19, y eso me encanta, naturalmente. Ahora, si estoy en una relación estable y sucede esta situación, me interpela. No me sería tan fácil de decidir.

Akoskin también responde:

—Sí, a mí tampoco creo que no me es tan fácil decir: “Sí, está bien”...

Frente a esas tres respuestas negativas, Vicuña reacciona con humor:

—O sea, soy el único huevón...

Sus compañeros se ríen y Akoskin recula y se suma a la postura de Omegna: “Hay que estar en el momento en esa situación, vivirlo, y depende.

Sobre la amistad de “Ana” con su ex “Pancho”, Vicuña reflexiona en torno a los sentires de su personaje, e incluso de él mismo: “Creo una de las cosas que más te generan celos, a mi personaje, y en la vida real, es justamente cuando uno ve que tu pareja tiene una complicidad, o se ríe con otro. Eso es peor que cualquier cosa. Y ellos tienen tienen esa complicidad, tienen la risa, tienen la historia, anécdotas, tienen chistes... y eso es terrible.

—... E intimidad —agrega Akoskin.

—Muy buena intimidad —precisa Celeste, ya que su personaje, “Ana”, menciona en la película que tenía muy buena química sexual con su ex.

El vínculo de Omegna y Vicuña

En Papá x dos, María Gracia interpreta a “Tere”, la hermana, consejera y apoyo del protagonista; aunque ella también tiene sus propios problemas.

“Nos conocemos hace mucho tiempo”, comenta Vicuña sobre su colega, quien por primera vez trabajo para el cine argentino. “Y es bonito ese rol, aparte porque es un vínculo donde se cuidan, protegen, acompañan y no se juzgan”.

—Fue bacán—expresa Omegna, por su lado—. Están los roles invertidos, porque yo soy como el hombre y él es la mujer. Fue genial, no sólo a nivel de vínculo de ficción, que era divertido invertir los roles a los que uno está acostumbrado; aparte era interesante vincularse con el Benja en un espacio en el que yo no estoy acostumbrada y el que y él sí está acostumbrado. Entonces siento que, por lo menos por mí, ese vinculó traspaso la pantalla, jajaja, porque me sentí también contenida por el compañero para entender también el lenguaje: cuánto se tiene que entender y cuán afuera; porque por mucho que seamos vecinos, igual tenemos idiosincrasia distintas y nosotros teníamos que “defender” esa particularidad chilena dentro de la película, que es lo bonito del ejercicio; pero también había que llegar a todo el mundo, y nosotros somos mucho más cerrados fonéticamente, jajaja...

—A la hora de hablar... —simplifica el actor sobre el acento chilensis.

Ante esas palabras, la actriz trasandina, Cid, discrepa:

—No siento tanto eso...

Luego Omegna comenta, según su propia experiencia que, cuando surgió la chance de hacer cine argentino, al tiro dijo que sí, pero que al empezar las grabaciones “nadie me entendía” en alusión a su acento y tono chileno.

—¿Hay alguna diferencia entre los actores chilenos y argentinos?

—Cuando me preguntan por la diferencias entre las industrias —plantea Vicuña—, a mí me parece que los actores somos bien parecidos en todas partes del mundo: somos buenos para al catering, tenemos problemas, somos flojos...

Sus compañeros ríen, y luego Omegna suma:

—Nos insegurizamos...

—Nos insegurizamos mucho —remarca él—. Tenemos ciertas cosas que nos hacen parecidos. Lucas ha trabajado en Estados Unidos y, como hemos trabajado en diferentes lugares, siento más las cosas en común que las que nos diferencian. Luego, efectivamente, como idiosincrasia, se habló en algún momento de que Chile, a propósito de Latinoamérica, tenía un perfil medio isleño, porque estaba entre una cordillera (de Los Andes) y el mar; y ese perfil isleño hacía que incluso en la actuación se nos atribuyera una cosa más contenida y más para dentro; versus los argentinos que son, por la inmigración italiana, más expansivos y más para fuera.

—Pero yo creo que, en nuestra película por lo menos —plantea Akoskin—, se puede observar muy bien en la escena en que hacíamos un asado familiar, en que las dos familias convivían: el lado chileno y argentino, que estaban Alejandro Goic, Tati Fernández y toda la familia de él chilena. Como espectador ni desde de adentro de la escena, no se sentía una diferencia: era una gran familia sin una frontera.

—También cuando uno ve cine de otros países —analiza Cid—, ves otros tiempos y otros puntos de vista en cosas que a mí me interesan ver; o sea, me interesa la diferencia, no me interesa que estemos todos iguales, hablando de la misma forma.

Guiños privados

—Benjamín, ¿tú con Celeste ya habían sido pareja...?

—¡Chan, chan! —reacciona él, jugando al misterio.

—¡Se supo! —bromea Cid—. ¡Oh, no!

—¿De dónde sacaste esa información? —dice Omegna, sumando al humor.

Y Vicuña remata: “No hablo de mi vida privada”.

Ya hablando en serio, Celeste responde que “casi no nos conocíamos”, mientras que Benjamín dice que “habíamos tenido unos casi-casi”, pero que Papá x dos fue la primera vez en que se cruzaron a nivel laboral: “Fue un placer, una súper compañera”, expresa él.

—Él fue muy insoportable —bromea ella.

—¿Por qué fue tan insoportable? —consulta el reportero, entrando en la dinámica.

—¡No! No me hagan bullying —reacciona el actor.

Eso sí, Cid admite que “se duerme en las escenas ‘el abuelo’”, aludiendo a Vicuña. “No sé qué le pasa, se ve que está trabajando mucho”. “Ando con mucho sueño”, admite Vicuña, quien por estos días también ha estrenado Rey del ring con Marko Zaror, y además ha enfrentado un complejo momento personal y mediático en la disputa por sus hijos en común con “China” Suárez, que se fue a vivir a Turquía con su actual pareja, Mauro Icardi. “Debe ser el medicamento”, supone con humor.

—No siempre podemos decir que las experiencias son todas increíbles. Lindo elenco este, la verdad —sintetiza Vicuña—, y eso se ve en la película.

Akoskin y Vicuña ya habían trabajado juntos en el 2022, protagonizando la cinta Miénteme. “A modo personal, a mí me parece que cuando uno tiene una relación preexistente, fuera del set, con alguien, de amistad, sólo suma a la hora de pararse frente a la cámara, porque hay una confianza ya ganada, un código y un conocimiento del uno al otro, y un respeto. También ese fue uno de los motores que impulsó a querer hacer otros proyectos juntos. Ya habíamos hecho una una película, la pasamos bien, nos apoyamos y acompañamos.

—Y le fue muy bien —saca pecho Vicuña sobre Miénteme—, y esta fue un poder continuar eso con nuevas formas.

—Benjamín, dijiste en otra entrevista que la película “deconstruye el mandado de la familia tradicional”... ¿Hasta dónde se puede “deconstruir” la familia?

—¡Hasta la comodidad! —responde Celeste, como si ya hubiera tenido la respuesta en mente desde antes.

—Hasta la comodidad —coincide él—. Ella respondió.

—Pero es muy personal, supongo —analiza su compañera—. No sé si esto es para todos.

—Creo que es infinito —opina Vicuña—. Creo que son infinitas las formas de armar, de ensamblar y de construir. Es tan infinito. Lo importante en la sociedad tengamos por lo menos e respeto y entendimiento a esa amplitud. Pero, claro, por ejemplo, los niños o adolescentes que ven la película entienden esto mucho más rápido que nosotros, que ya somos grandes, que se nos empiezan a caer los mandatos y las estructuras; un niño ve y dice: “Ah, un bebé que va a tener dos papás”, y punto, no hay tanta vuelta ni tanto de ese pre-concepto.

Omegna suma:

—Creo que es hasta la la comodidad de cada uno, y siento que igual la película te invita a eso, a lo que es un proceso de adaptación. Ellos se adaptan, dentro de lo que pueden; pero es muy bonita esa invitación a adaptarse a condiciones que tú no esperabas y ver hasta dónde puedes llegar.

—¿Qué consejo debió darle “Tere” a su hermano “Santi”?

—Que afloje las harinas, que vaya al gimnasio... —contesta ella, considerando lo musculoso que “Pancho”, su adversario en la historia.

—Pero al personaje ya no le pidamos más —defiende Vicuña a su estructurado papel, que en la trama tiene que sacarse varios paradigmas personajes de encima para que prospere su relación con “Ana”—. Está agotado.

—¿Por qué se dio un elenco binacional?

—Parte de la necesidad: es muy difícil hacer cine, y la idea era hacer una película para dos países, abarcar el territorio, y de una manera interesante e inteligente —responde Vicuña.

—Pero también con la salvedad de que en este caso la historia también lo pedía creativamente —complementa Akoskin—, no fue forzado porque tuviéramos que meter un elemento chileno. Nos agarramos de la realidad de muchas familias que se ensamblan a través de los años, o que cruzan fronteras, y tienen esposos o esposas de otros lugares. Y en este caso, no sólo a Benja en su vida real le a tocado eso: ser un chileno-argentino...

—... Y tú también —interrumpe Vicuña, considerando que Akoskin estuvo casado con Leonor Varela, con quien incluso tuvo dos hijos, mientras que el otro tuvo sus conocidas relaciones con Carolina “Pampita” Ardohain y la “China”, de las cuales surgieron un buen puñado de retoños.

—... Y yo también en su momento —evidencia el también productor argentino, de quien se supo su separación en marzo del 2024.

—¿Y qué pasó? —arremete Vicuña, con humor, apretando a su compañero, y generando risas en las salas.

Akoskin intenta retomar el hilo: “Así que nos agarramos de la oportunidad de crear un proyecto binacional amarrado a la idea de que el guion creativamente era muy enriquecedor”, resume. Moira Miller, directora de casting chilena, y Omegna fue una de las postulantes a ese personaje. “La primera”, destaca Akoskin. “La mejor”, declara Vicuña. “Y la única”, bromea Celeste.

—¿Hasta qué punto se puede deconstruir un hombre?

—Hasta que te lo permita la naturaleza, yo creo —supone Omegna.

—O hasta que te pase algo que finalmente de haga entender qué para vos es importante —sugiera Cid.

Y Benjamín remata:

—Yo también que todos nos adaptamos, que es parte de la vida, pero creo que el rol clave es el amor: ver hasta dónde es posible, y hasta dónde te empieza a lastimar, porque hay personas que empiezan a sufrir. Pero creo que debería ser una obligación. Ahí tenemos el título: deconstruir es una obligación.

Sus compañeros se ríen y el tiempo se acaba.