Después de 30 años el Pampero quiere volver a Viña: “Esto no es una revancha”
El humorista, quien hoy forma parte del programa Coliseo, habla sobre los motivos que lo alejaron del humor después de una exitosa presentación en Viña 95 y la nueva etapa donde asume la realidad de un humorista a los 60.
Era la quinta noche del Festival de Viña de 1995. La parrilla de artistas mezclaba números juveniles en ese entonces como Jovanotti y Aleste junto a un clásico de la Nueva Ola: Buddy Richard.
El segundo festival transmitido por Megavisión había tenido grandes aciertos en materia de humor: la presentación del Jappening con Ja, la Cuatro Dientes y Paulo Iglesias cumplían con la visión de que el escenario de Viña era el espacio para el humorista consagrado.
Pero en esa quinta noche, se subió al escenario un artista relativamente nuevo. Oriundo de Antofagasta y con solo un par de presentaciones televisivas detrás, Emilio Torres, más conocido como El Pampero, se subió al escenario más importante de Chile. Presentado por Antonio Vodanovic como “un artista vivencial”, el Pampero logró sacar risas e incluso superar un chascarro con una guitarra que no pudo tocar en un show de 30 minutos.
Pero a pesar de no haber sido víctima del Monstruo, el Pampero desapareció y, a diferencia del mito que dice que los artistas llegan a Viña a consagrarse, para Emilio la vida tenía otro camino.
Hoy, 30 años más tarde, ha vuelto con todo a la comedia, pero ha cambiado. Hoy ya tiene 61 años y no viste ropa tradicional. Ya no cuenta chistes, sino que hace stand-up, y ya no aparece en televisión, sino que en redes sociales. Y es este nuevo Pampero, renovado y reencantado con la comedia, quien hoy participa en el programa Coliseo de Mega, que busca un número de comedia para Viña 2026.
Conversamos con Pampero sobre sus motivaciones para volver al evento en el cual ya triunfó y, como la historia contó, no necesariamente cambió su vida, pero que ahora, pasados los 60, siente que es momento de volver a pisar la Quinta con un nuevo tipo de comedia.
¿Cómo fue para ti la vida después de Viña?
-La vida te cambia después de Viña, porque no era menor en esos tiempos salir en la tele con toda la resonancia que tenía, sobre todo si te va bien, y a mí me fue bien. Pero lo que pasó fue que yo no me quedé, a mí me llevaron como una apuesta, había tenido solo dos presentaciones en Martes 13 y les gustó. Pero yo no me quedé en la comedia porque estaba estudiando.
Yo ya había perdido una carrera universitaria en los años 80 y después me puse a estudiar de nuevo, Ingeniería en Prevención de Riesgos. Entonces la decisión en ese minuto era o me quedo en Santiago consolidando esta pasada por Viña del Mar o terminar mis estudios, y decidí irme por lo segundo, y no estoy arrepentido.
Ahí entro a trabajar en la minería por 16 años, para después volver a la TV a Coliseo Romano, donde me fue muy bien y fue ahí cuando finalmente empiezo a dejar mi carrera profesional porque quiero quedarme en esto.
¿Por qué sientes que después de 30 años hoy es el momento de volver al Festival?
-Ahora quiero volver a Viña porque ahora yo ya me quedé en la comedia y sería muy distinto a la vez anterior. Para mí esto no es una revancha con el Festival de Viña porque me fue bien, pero esa vez fui muy joven, sin experiencia. De hecho, esa vez fui solo al Festival, me acompañó un amigo solo porque tenía un pasaje extra de avión, hotel y viático; si no, hubiese estado realmente solo.
Además, ocurrió una situación para la cual no estaba preparado por esa inexperiencia. Yo sabía que, si me iba mal y me pifeaban, me iba a ir, no buscaba pedir clemencia, pero en esa presentación ocurrió algo con el público para lo cual no estaba preparado. Me puse muy nervioso, adelanté parte de la rutina, me puse a improvisar a hacer cosas de las peñas universitarias.
Por eso sería bonito volver, para estar ahora con todo lo que he aprendido.
El Pampero que vimos en Viña es muy distinto al de hoy. ¿Cuándo te diste cuenta que había que cambiar al personaje?
-El Pampero de hoy no es el mismo que el de hace 31 años porque tengo otra forma de relato. Yo siempre he hecho stand-up, pero en Viña conté chistes porque fue de lo que me fui acordando, pero nunca me ha acomodado contar chistes.
Hoy soy un viejo de 61 años que ha aprendido que hay que adaptarse; hoy nos comunicamos de otras formas, como las redes sociales. Los relatos que uno armaba para llegar a los remates también han ido cambiando por este nuevo mundo de TikTok, de la inmediatez: cuesta mucho mantener la atención del público.
Este mundo partió cuando llegó la Sopa Para Uno, que es para comérsela solo, sin conversar con nadie. O la leche instantánea, que todo lo queremos altiro. Y en el mundo de la comedia también es parte de estos cambios y uno tiene que adaptarse o morir.
Tu personaje ahora es el de un sensei, el cual no vimos en tu presentación de Coliseo. ¿Sería el Sensei el que llegue a Viña?
-El personaje es el Senseitón, que es una mezcla entre ser sensei y sesentón. Pero no es porque crea que tenga sabiduría y sepa mucho, sino que es por cómo te tratan los jóvenes: “Oh sensei, maestro, gurú, doctor, eminencia”.
Pero claro, no creo que los jóvenes lo digan porque crean que tienes sabiduría, sino porque te encuentran viejo. Ahora, si va a aparecer en Coliseo, no lo tengo claro. Yo pensaba que sí, pero la verdad es que este formato de 7 minutos de rutina no es fácil cuando uno tiene otra forma de relato.
Y ahora que he estado experimentando con el formato, no creo que sea bueno presentar al personaje porque no me va a dar el tiempo, yo creo. Por lo que me gustaría ganar el programa y aparecer en Viña 2026 como el Senseitón, porque creo que es importante y muchos se pueden sentir identificados con el relato de este viejo que dice “yo también puedo hacer stand-up, también tengo cosas que decir”.
Este Senseitón es un hombre grande, por no decir viejo, que trata de deconstruirse, pero le cuesta. Fui criado por mamá machista en una sociedad machista y cuesta mucho, y también está el desafío de no pontificar con nuestra generación, que fue la mejor, que fue la última que escuchó y respetó a sus padres, cuando en realidad escuchábamos y no pescábamos y si respetábamos era por miedo.
¿Cómo ha sido tu comunicación con los comediantes más jóvenes?
-Ha sido un tremendo regalo para mí, a través de la ruta de bares, encontrarme con comediantes jóvenes y actuar para gente más joven. Y a mí me gusta interactuar con ellos porque se ríen de las tonteras que cuento; yo podría ser el papá de muchos, incluso el abuelo.
Con los jóvenes aprendo mucho, hay muchas cosas que desconozco y de repente los mayores escuchamos un chiste y no lo entendemos, y no es que sea fome, sino que para reírse uno tiene que saber de qué está hablando el otro.
Y los cabros jóvenes también hoy están muchos medicados, y la verdad es que nosotros los grandes estamos todos piteados y deberíamos haber estado medicados, los más grandes tenemos muchas trancas. No tengo un diagnóstico médico, pero con ellos he aprendido que tengo TDAH, por ejemplo. Y también, viniendo de una sociedad machista, he aprendido el valor de escuchar y no juzgar.
Creo que hay una historia que cambiar, pero para cambiarla primero hay que conocerla, y allí la comedia y el arte ayudan mucho a visibilizar estas cosas.
Lo último
hace 26 min
20:59
19:53
18:21
17:20
Lo más leído
1.
2.
3.
4.