Por Paulo QuinterosGuillermo del Toro y su Frankenstein: “Nunca estoy a favor de la normalidad, porque es un mito horripilante”
A lo largo de tres décadas, el cine de Guillermo del Toro ha explorado la belleza de lo extraño y la humanidad de lo monstruoso. Desde Cronos hasta Pinocho, su obra ha sido un refugio para lo imperfecto. Con Frankenstein, el realizador mexicano concreta uno de sus sueños más antiguos y reflexiona sobre la creación, la pérdida y la redención en una historia donde los monstruos vuelven a tener alma.

Para muchos, el primer encuentro con el cine de Guillermo del Toro fue con Mimic o Blade II, las películas que marcaron su desembarco en Hollywood. Ambas compartían un sello inconfundible: un amor absoluto por los efectos prácticos y el maquillaje, por la textura física del horror, por la materia viva de lo monstruoso.
A partir de ahí comenzó a quedar en claro que su fascinación por las criaturas no era un simple recurso de género, sino una forma de ver el mundo, una manera de narrar la fragilidad humana a través de lo anómalo.
Pero antes de que esas producciones lo llevaran a los grandes estudios, del Toro había filmado Cronos (1993), su ópera prima, una historia sobre la inmortalidad y la corrupción del alma que ya contenía todas las claves de su filmografía: la melancolía, la belleza de lo grotesco y la mirada compasiva hacia los seres rotos. Cronos fue la piedra angular de su universo creativo, el inicio de una conversación entre la vida, la muerte y el amor, que nunca ha dejado de expandirse.
Esa misma conversación encontró una forma más poderosa con Hellboy (2004), donde del Toro logró articular todo lo que había explorado hasta entonces: el equilibrio entre el espectáculo visual y la sensibilidad, entre el mito y la humanidad. Fue una película que no solo consolidó su prestigio internacional, sino que también confirmó su capacidad para crear mundos donde lo imposible se siente cercano, tangible y emocional.
Sin embargo, su carrera también estuvo marcada por los sueños que no pudo realizar. Su paso frustrado por El Hobbit y su ambiciosa adaptación de En las montañas de la locura, la novela de H.P. Lovecraft, alimentaron su leyenda como un creador que imaginaba más de lo que Hollywood estaba dispuesto a permitir.
Pero tras el triunfo de La forma del agua (2017), que le valió el máximo reconocimiento de su carrera con el Oscar a Mejor Película y Mejor Director, el director mexicano encontró en Netflix un espacio para seguir soñando sin límites.
Su alianza con la plataforma le permitió concretar proyectos como su serie de El gabinete de curiosidades y la deslumbrante versión en stop-motion de Pinocho (2022), también ganadora del Oscar.
Ahora, el círculo parece cerrarse con Frankenstein, su adaptación más esperada, una obra que lo devuelve a sus obsesiones esenciales: la creación, la pérdida y la imperfección.
En esta conversación con La Cuarta, Guillermo del Toro habla con la pasión y la lucidez que lo caracterizan sobre cómo su criatura se convirtió, finalmente, en una extensión de su propia mirada. Un diálogo que revela no solo el resultado de décadas de deseo, sino también el acto de redescubrirse después de cumplir un sueño largamente perseguido.

Una conversación con Guillermo del Toro sobre Frankenstein
¿Cómo estás, Guillermo?
Guillermo del Toro: Muy bien, Paulo, ¿cómo estás?
Muy bien. Todos los que somos fanáticos de tu cine sabemos que Frankenstein para ti era un proyecto soñado. ¿Qué sientes al cumplir un sueño?
Guillermo del Toro: Bueno, viene una depresión postparto muy grande, pero al mismo tiempo viene una satisfacción muy grande, la búsqueda de nuevos horizontes, la necesidad de rejuvenecer por la búsqueda de algo diferente, replantearte la vida, porque si llevas décadas persiguiendo algo y lo atrapas, ya tienes que empezar a perseguirte a ti mismo otra vez. Pero es muy hermoso... y la película como experiencia excedió mis expectativas, entonces agradecido por eso también.
Ya has dicho también que la novela de Mary Shelley era tu Biblia, pero también has dicho que querías darle tu propia impronta a esta historia. ¿Qué te interesaba hacer y decir con tu Frankenstein?
Guillermo del Toro: Bueno, me interesaba el aspecto más íntimo de la película, es la relación entre padres e hijos, plural, incluida la relación de Dios Padre con Jesucristo, Víctor con la criatura, el padre de Víctor con Víctor, etcétera, etcétera, etcétera. Y la posición más operática o épica de la película, creo que es una de las películas de Frankenstein más épicas también, y con más elementos de ópera, emoción y diseño, como que se funde la fotografía, la cinematografía con el diseño de producción, con el diseño de vestuario, imagen... en una sola forma narrativa, en la creación de la criatura.
Entonces todo esto era diferente, o sea, para sumarlo en una palabra, pensé que estaba yo, es decir, que ofrecer mi voz, al ofrecer mi manera de cantar una canción que se ha cantado muchas veces, la transformaría.

Oye, y en ese sentido, en tus películas —y voy a nombrar a El espinazo del diablo como ejemplo—, siempre el relato está del lado de las criaturas, mientras que los humanos, especialmente los antagonistas, son... como insectos en un ámbar. Por sus deseos, obsesiones y todo eso. En Frankenstein obviamente también hay de ello. ¿Para ti es natural estar del lado de las criaturas?
Guillermo del Toro: Sí, para mí sí. Yo nunca estoy a favor de la normalidad, porque creo que es un mito horripilante. La normalidad y la perfección son mitos agobiantes. Realmente toda la gente que yo he conocido en mi vida es una anomalía, y toda la gente que yo he conocido en la vida es imperfecta.
Entonces yo creo que quitarnos el permiso de eso es una autodestrucción muy grande, y los monstruos siempre simbolizan la capacidad de perdón y la capacidad de imperfección, que son muy hermosas para mí.
Y, como lo dijiste, el tema de padres e hijos está al centro de la historia. También, cómo sobre la historia hay puntos diferentes que chocan, pero también están los temas muy diferentes, que son las obsesiones, las tentaciones e, inclusive, las ansiedades. Para ti, ¿cómo fue trabajar todo eso para que a la gente le importara la relación de Frankenstein con la criatura?
Guillermo del Toro: Creo que siempre y cuando tengas un piso, un suelo, puedes llegar al edificio más alto. Pero tienes que entrar por la planta baja, ¿sí? Y la planta baja es la emoción reconocible en los personajes. Es decir, perder a tu madre y estar a la sombra de tu padre son dos cosas que la mayoría de los adultos han experimentado, han temido o han tenido que concebir, ¿sí? El buscar algo más allá de lo que es natural, más riqueza, más poder, más...
La ambición también existe en casi la mayoría de los humanos. No necesitas ser un científico [como Víctor]. Y al tiempo que te reconoces en alguien, ya puedes entonces volcarte en la trama, en la historia, por más fantástica que sea. Ya entraste por el piso más bajo y subes en el ascensor de la historia a lo más alto.
Y en Frankenstein, obviamente para todos los fans del cine, el diseño de la criatura es clave. Lo ha sido así desde 1931 con Whale. ¿Para ti cuál fue la guía principal para decir: “¡Yo quiero que mi Frankenstein se vea así!”?
Guillermo del Toro: La idea era crear una criatura bella en el sentido de una abstracción, más que una reparación de cuerpos que sufrían un accidente o fueron destrozados. Era la abstracción de un ser humano. Es decir, un ser humano nuevo, en lugar de reparado solamente.
Entonces, el diseño está basado en la frenología [una antigua teoría pseudocientífica que surgió a fines del siglo XVIII], en los diagramas de frenología, de anatomía, de imágenes de estatuas de alabastro, de mármol. Entonces, la idea de esta perfección es cómo nace una criatura inmaculada y la destruye la familia, que es básicamente la biografía de todos los seres humanos que yo he conocido.

Aquí en Chile, cuando hemos hablado de la película de Frankenstein, muchos decimos que nos habría gustado verla en cine, pero solamente va a estar disponible en streaming. ¿Qué piensas de eso? ¿Cómo abordas que no se pueda ver en cine esta película acá en Chile o en otras partes de Latinoamérica?
Guillermo del Toro: Para mí, he logrado que se exhiba en cines en varios países, muchos países. Hay países con... hay una legislación muy fuerte. No conozco la de Chile, pero la mayoría de las veces que perdemos la batalla con exhibición en cines, en teatros, es porque hay una legislación en contra o una sindicalización en contra. Ante eso no puedo hacer nada.
Lo importante es que es una película que llevaba más de veintitantos años queriendo hacer y habían pasado todos los estudios de la tierra. Ahora se pudo hacer. Y para mí lo principal es el tamaño de las ideas. Y después el tamaño de la pantalla.
Muchas gracias, Guillermo. Me encanta tu cine y ojalá se haga En las montañas de la locura, que hay muchos fans que siempre la quisieron ver.
Guillermo del Toro: Estaría muy bien. Ojalá y se haga. Y muchas gracias.
Frankenstein se estrenará el 7 de noviembre en Netflix.
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