El jefe de la terapia intensiva de la clínica donde operaron al recordado astro argentino, hizo su impactante declaración en el juicio por la muerte del ídolo.
Nueva información a la salido a la luz en el marco del juicio por la muerte de Diego Maradona. Ahora se conoció la declaración de Fernando Villarejo, jefe de la terapia intensiva de la Clínica Olivos.
El profesional estuvo a cargo del astro argentino en los días posteriores a su operación. Dentro de este contexto, responsabilizó al neurocirujano Leopoldo Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov por algunas decisiones que se tomaron.
Cabe recordar que en noviembre de 2020, el exfutbolista fue operado tras un hematoma subdural crónico en la parte izquierda de su cabeza.
Luego de la intervención quirúrgica, “presentó un síndrome de abstinencia en el postoperatorio”, y su conducta por momentos era “inmanejable”.
En ese entonces, Villarejo se reunió con Luque y Cosachov, quienes aseguraron que Maradona “era un paciente difícil de manejar desde el punto de vista conductual, por alguna abstinencia”.
“Lo que nos pedían era sedar al paciente, Cosachov y Luque me lo estaban pidiendo. Fue difícil esa reunión porque yo me negué específicamente. Me parecía que no era el lugar e hice constarlo”, declaró el profesional de la salud.

“Se decidió sedarlo”
Además, explicó que “uno de los motivos por los cuales uno necesita una sedación es para iniciar un proceso de abstinencia o desintoxicación. La forma es sedarlo profundamente e ir reduciendo la dosis por 48, 72, 96 hs para que después de ese tiempo uno le pueda administrar sedantes en pequeñas dosis”.
Pese a que les explicó a los imputados los riesgos de la sedación, de todas formas lo hicieron: “Se decidió sedarlo. Hubo que ponerle un catéter venoso que no fue fácil porque no se dejaba. Lo tuvimos sedado 24 horas”.
Luego “le fueron bajando la dosis hasta llegar a la externación”. Fue en ese momento que Villarejo recomendó internar al exdeportista en un centro de rehabilitación.
“Era un paciente muy especial y era difícil dominarlo. Se hacía lo que él quería” y que a veces estaba “excitado, malhumorado y agresivo”, señaló.
Sin embargo, Luque se negó a llevarlo a rehabilitación y “como él era el médico de cabecera de Diego”, los profesionales de la Clínica Olivos acataron.
“No podía estar en una casa, así que qué cosa tuvo que haber tenido es una paradoja. Pero tuvo que haber sido una internación domiciliaria, casi como una internación institucional, con un médico cercano, acompañante terapéutico, un estricto control de que el paciente no haga algo que uno no recomienda, como comer y tomar cualquier cosa, automedicarse. Eso es muy difícil de controlar en un ambiente domiciliario”, indicó Villarejo.