En el joven Santiago del siglo XVII, vivió una aristócrata y terrateniente llamada Catalina de los Ríos y Lisperguer, quien con el paso de las décadas se ha convertido en la leyenda de “La Quintrala”.

De esta mujer se ha dicho mucho: que destacaba su exuberante belleza, que tenía un pacto con el diablo, se le han atribuido decenas de asesinatos y torturas a sus sirvientes. Sin embargo, la documentación es pobre y se ha convertido en una ficción colectiva que ha protagonizado una que otra producción televisiva.

La más popular es la miniserie que se grabó en 1987, y que tuvo como protagonista a Raquel Argandoña, quien por aquel entonces tenía 30 años, dramón que le dio el apodo de La Quintrala.

Ahora, según recordó en Zona de estrellas (Zona latina): “Yo estaba como poseída”, por aquel mitificada mujer del pasado. “Tomé mucha fuerza con este personaje”, al punto de que “vivo sola, y nunca he tenido miedo”.

De hecho, reveló que antes de asumir aquel protagónico participó de una sesión de espiritismo, instancia en que, según ella, fue contactada por el espíritu de la mujer.

“Yo solamente le pedí que me ayudara a interpretarla, como ella quería que la gente la recordara”, relató sobre aquel paranormal episodio. “Le dije que nunca me metiera miedo”.

Sobre la experiencia, relató lo agotadora que fue la experiencia, al punto de que “ahora no podría memorizar todos esos textos”, sobre todo que “se grababan todos los días”.

¿La apitutada?

Junto con eso, contó que la actriz Loreto Valenzuela quería tener ese protagónico.

“Obviamente, yo entiendo: ella había estudiado cinco años en la universidad”, mientras que la ex-Bienvenidos no tenía esa bagaje. Pero, en aquel momento, los auspiciadoras de la miniserie cortaron el queque: “Pongo las lucas siempre y cuando Raquel Argandoña sea la protagonista”.

Finalmente, Valenzuela interpretó a Rufina, la empleada que, en parte, crio a “La Quintrala”.

“Yo me moría de susto, porque las actrices no son fáciles”, agregó sobre la previa a las grabaciones. “Ellas me hacían la vida imposible”, porque “pensaba que iba a llegar una cabrita que estaba apitutada”. Sin embargo, Argandoña, les respondía: “Lo siento, yo soy la protagonista, así que vayan cooperándome”.

“El rubro es mi jodido”, remató.