A 25 años de su estreno, es una teleserie que no deja de volver. Dos de sus protagonistas desmenuzan su éxito. “Es fácil decir que las teleseries son un género menor”, defiende de antemano la actriz sobre Romané.
El 7 de marzo del 2000, a través de la pantalla de TVN, una gitana, Jovanka Antic —encarnada por Claudia di Girolamo— se apostó en uno de los balcones de su nueva casona (en la realidad, el edificio de la Gobernación Marítima de la comuna) ante todo Mejillones, secundada por sus hijas María Salomé (Francisca Imboden), María Jacobé (Antonia Zegers) y María Magdalena (Amparo Noguera): se anunció como la nueva dueña de la propiedad y juró venganza contra Rafael Domínguez (Pancho Melo), quien en su juventud la habría embarazado y arruinado. Aquellas palabras le provocaron un inmediato desmayo a su aludido y medio histérico examor.
Así arrancaba el segundo capítulo de Romané, la teleserie que ha marcado el tercer rating más alto de la TV chilena. Este melodrama se circunscribe en la “era dorada” de la hoy desaparecida Área Dramática de Televisión Nacional, particularmente a la serie de producciones dirigidas por Vicente Sabatini, como Iorana (1998), La Fiera (1999), Pampa Ilusión (2001) y El circo de los Montini (2002).
En aquella producción, con alrededor de cuarenta actores, “nos metimos a hablar sobre la discriminación y la ‘xenofobia’, y se eligió a un pueblo siempre ninguneado, poco visualizado: el pueblo gitano”, recuerda Pancho Reyes, quien en aquella trama interpretó al querido cura Juan Bautista, con La Cuarta.
A inicios del milenio, los romaníes aún no abandonan su estilo de vida semi-nómade, y era algo común ver sus caravanas y coloridas carpas. “Todo el trabajo que hicimos para meternos con esa cultura fue sumamente serio e intenso”, recuerda el actor. Un grupo romaní colaboró con ellos tres meses antes y durante el rodaje, con clases de romané, bailes y música flamenca. “Compartimos mucho con ellos”, relata. “Fue realmente un muy lindo y profesional trabajo”.

Amores gitanos y marginados
En Romané, sucedían distintos amores imposibles chilenos-gitanos, dos mundos que chocaban entre sí. “Son temas que que no han dejado de existir, que se han ido tamizando por alguna parte, o reforzado en otras, pero obviamente la xenofobia es un tema hoy en Chile —no lo digo por el comediante venezolano (George Harris)—; tenemos una inmigración importante y es un tema hiper candente”, plantea Reyes sobre cómo esta teleserie diálogo con la contingencia a 25 años de su estreno.
Así, aquel fue uno de los pilares que repercutió y “las gitanas en especial ya forman un poco parte de la cultura popular chilena”, celebra Amparo Noguera, una de las tres Marías, a La Cuarta. “Es fácil decir que las teleseries son un género menor, pero cuando una logra ser parte del imaginario colectivo de un país como Romané, me parece que hay un trabajo logradísimo”, resalta.

Además, sobre el atractivo que generan de antemano las teleseries de Sabatini, Amparo reluce el que estas estuvieran ambientadas en lugares como Dalcahue (La Fiera), las oficinas salitreras de Humberstone (Pampa Ilusión), Rapa Nui (Iorana) y la propia localidad costera de Mejillones: “Respondían a algo muy atractivo para los chilenos que tiene que ver con estos lugares que están marginados de nuestro país, en el sentido que como que no nos pertenecieran, como los gitanos, cuando sí son parte a nosotros y de nuestra historia”, destaca.
Reyes coincide al respecto y alude a “una curiosidad” de parte del público “por conocer geográficamente el país y también la geografía humana los lugares, que son culturas diversas”. Es más, cuando el intérprete ha regresado a los sitios donde grabó, la gente lo llena de abrazos y besos; “Eso pasaba siempre donde habíamos hecho proyectos”, asegura.
De hecho, según recuerda Reyes, “si vas a Dalcahue, no sé si todavía existirá, pero había un restorancito donde nos juntamos en las tardes, o a veces grabábamos, y habían fotos nuestras en las paredes”. Los lugareños de cada localidad los recibían con afecto, además, “porque en todas estas producciones la gente participaba mucho, como extras o prestando servicios, entonces se generan encuentros entretenidos”, detalla.
A ojos de Amparo, “fue una teleserie bastante mágica en nuestras vidas”, y la califica como “hermosa”, entre otras razones, por su estética, que contrastaba los vivos colores gitanos con tonos más opacos de la desértica costa nortina, además de estar “muy bien escrita y con personajes y actores súper importantes”, entre los que se encontraban Héctor Noguera como Melquíades, rey del campamento gitano y padre de Jovanka; José Sosa (Drago Stanović), a cargo de uno de los villanos más recordado de la TV chilena, y protagonista de una muerte icónica tras un duelo a muerte con cuchillos al borde de un acantilado ante el propio Melquíades; sumados a Delfina Guzmán (Adela Flores) y Alfredo Castro (Lazlo California), con papeles que abordan con cierta comicidad el problema de la ludopatía.
Pancho también menciona el factor de la aún incipiente presencia de internet en Chile, así que “una enorme mayoría de los chilenos no conocía, ni siquiera en imágenes, la geografía humana de los lugares que visitábamos”.

En tanto, Amparo va un poco más lejos y alude a una sociedad pre plataformas y redes sociales: “Así era la gente antes en este país, y así era el tiempo y la cabeza de la gente antes en este país”, plantea. Los episodios Romané duraban más de una hora, lo que ahora resulta utópico ante “la sensación absoluta de que cada minuto que pasa mientras miras una cosa al lado tuyo puede estar pasando algo mejor”, observa ella, lo que “impide la voluntad de ver una teleserie, con las escenas más largas que tenía Romané, con calma”.
“Yo lucharía por volver el tiempo atrás”, plantea la actriz con una cuota de nostalgia. “Disfrutaba más haciendo teleseries antes de las redes sociales”, ya que “tenían otro peso, otro significado en la vida de la gente, sin duda”.
Un cura enamorado
Una de las locaciones de este melodrama fue la Iglesia Corazón de María, donde tuvo lugar uno de los conflictos centrales y más rupturistas de la trama para le época: el querido cura Juan —el mismo que había integrado la figura de Santa Sara en la comunidad gitana de Mejillones—, se enamoró de Jovanka, quien a su vez era la expareja de Rafael, hermano de él, al que ella le había deseado la muerte.
“Tuvimos mucho apoyo de parte del párroco local de la época”, recuerda Reyes, aunque, según los rumores, aquel respaldo estaba condicionado a que esta historia “tuviera un final feliz para el cura en términos religiosos, que no abandonara los hábitos”.
De hecho, en el 2021, uno de los guionistas de aquella trama, Marcelo Leonart, lanzó en redes sociales que René Cortazar, por entonces director ejecutivo de TVN, “participó de las presiones para que Jovanka no se casara con el cura Juan”. Como sea, según recuerda Reyes, “finalmente el cura pide una dispensa y se va como a un retiro”, así que “hubo una solución bien diplomática del tema”; además aclaró que “no me consta 100% que esa presión haya existido; en el medio nuestro no se manejaba eso, pero se escuchaban cosas”.
Como sea, y más allá de su cierre, la historia de Jovanka y Juan aborda el tópico de “si un cura tiene derecho a enamorarse o no, y colgar los hábitos”, analiza el actor. “Son temas súper atractivos e importantes ética y moralmente”.

En Romané también se trataron otras aristas peliagudas, como el embarazo escolar, siendo este el caso de Javi (Claudia Cabezas), que en cuarto medio queda esperando una guagua de Branko Antić (Juan Falcón), lío que se suma a “todos los clasismos que habían también entre los distintos grupos que participaban en la teleserie”, resume Reyes. Y en esa lógica estaban buena parte de los romances, como el de Mirko (Pablo Schwarz) y Rosario (Andrea Freund), o el de Baldomero Lillo (Luis Alarcón), quien había sido expulsado del campamento gitano por enamorarse de una chilena, siendo su verdadero nombre Spiro Antić.
Según han percibido con los años, ambos actores coinciden en que sus respectivos personajes de Romané están entre los más recordados que han hecho.
“Todavía en las redes sociales la gente me saca a ‘María Magdalena’, totalmente”, asegura Amaro, aunque “siento que la ‘Rosita Espejo’, de La Fiera, es más recordada”. Pero fueron las tres Marías las que protagonizaron uno de los spot en la campaña del hoy Presidente Boric en el 2021: “Fue súper bonito, estaban más viejas las gitanas, (pero) estuvo bueno”, revive la actriz. “Fue un poquito difícil de retomar el acento, no había vuelto a hacerlo, pero lo retomamos rápido”.
En tanto, Reyes asegura que “cuando me saludan en la calle me dicen ‘¡Cura Juan!’, más que otros, y creo que el Pincheira (de Los Pincheira, 2004) también pegó muy fuerte”; en resumen, “más para el norte ‘Cura Juan’, y para el sur, ‘Pincheira’”, sintetiza.
Romané se ha reemitido en el 2003, 2005 2007, 2015 y 2021, y durante las próximas semanas volverá a la pantalla de TVN en el segmento de la tarde.
“Hoy no sé cuál sería el impacto que podría tener, pero es una bonita producción e historia, y debería funcionar”, opina optimista Reyes, y agrega: “Me parece genial que se vuelva a transmitir, que le vaya bien y la gente tenga la posibilidad de gozarla nuevamente”.
En tanto, a Noguera no le resulta “extraño” este reestreno, “porque es una carta segura”, declara. Sin embargo, también desliza: “Me encantaría que la ficción en este país se mantuviera, pero no a partir de las repeticiones, sino que realmente existiera un proyecto de retomarla en la televisión abierta, no solamente en plataformas”, ya que Mega actualmente es el único Mega con área dramática fija, “y creo que sería bueno que otros canales se sumaran”.