“Esto es imperdonable”, “(Daniel Fuenzalida) Me decía que estaba fome”, “que se me habían subido los humos”: el nunca más de Rosario Bravo al “Huevo”
“En mi escala esto es imperdonable”, resume Rosario Bravo, la enfermera y comunicadora de 35 años, sobre las causas del fin de su amistad con Daniel “Huevo” Fuenzalida y del podcast que hacían juntos, ¿Cómo Están Los Weones?, que en un año se transformó en grito, premios y plata.
En el diario LUN, la profesional confirma que el principio del fin del vínculo personal con Fuenzalida y del podcast comenzó en enero, cuando se enteró que él había inscrito casi un año antes la marca “cómo están los weones” a su nombre, dejándola fuera, siendo que esa frase era común de ella en sus contenidos.
Cuenta que el conductor le ofreció disculpas y se comprometió a mejorar las cosas. Realizarían una nueva sociedad en igualdad para ambos, y ella tendría la misma importancia e injerencia que él en la toma de decisiones de todo tipo.
Pero el rostro de TVN no cumplió.
A medida que pasaba los días y las cosas seguían igual, Bravo comenzó a desilusionarse, desencantarse y enojarse. En tanto, su partner empezó a culparla, en una dinámica que empeoró hasta el punto en que Fuenzalida ya no contestaba los llamados de Rosario y ni siquiera se saludaban antes de comenzar las grabaciones.
El pasado fin de semana se enviaron mails con desahogos y acusaciones. El quiebre se hizo público. La figura femenina se fue de El Medio Día, programa del animador en el que participaba y el podcast está terminado.
La enfermera expresa en el diario:
“El no hizo lo que prometió y yo soy de una línea”.
“El necesitaba mucho soporte emocional y yo, como amiga, estaba para él... El me metió en sus asuntos personales al contarme cosas, al pololear con una amiga. Yo lo escuchaba nada más y, dentro de lo que podía, lo aconsejaba y me pedía interceder”.
“A medida que corrían los meses, le empecé a preguntar más seguido si había hablado con su abogada y me decía que estaba en trámite y me tiraba puras aspirinas. En marzo mandamos a hacer un mercandishing y en junio me llega un correo de su contadora con una sociedad que solo incluía eso. No acepté”.
“Cuando comencé a dar más ideas y opiniones, él lo interpretó como que se me habían subido los humos. Era notorio que estaba pasando algo, ya no me podía sentar con alguien que no me llevaba. Ya no me podía reír de sus historias. Terminábamos los capítulos y me decía que estaba fome. Yo sentía que algo estaba haciendo mal, que estaba perdiendo mi brillo, que no servía”.
“Dijo que las historias estaban malas, que nosotros dos no enganchábamos, que hace dos meses ya no éramos amigos”.
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