Glamorama

“Yo me reía y más me golpeaba... Le pregunté si es que ella me había querido alguna vez, y me dijo que no”: la mala madre que tuvo Pilar Cox

Pilar Cox en un pantallazo de Podemos Hablar.

“Bastaba que yo me riera para que me golpeara. Yo me reía más y más me golpeaba. Nunca lloré, cada vez que me golpeaba, me reía”, es parte del relato de Pilar Cox de una niñez con una mamá que no la quería y que la golpeaba. Una mujer que dejó a su padre y a ella para irse con otro hombre. Y en las vueltas destino, Pilar años después se casó con el hijo de ese otro hombre y tuvo a sus tres hijos.

La animadora estrella de los años ’90, figuras de estelares, la con más fama y mejor sueldo, comenzó con una adicción a las drogas cuando unos amigos le convidaron y le siguieron convidando. A los veinte y tantos años cayó en una profundidad de la que solo se pudo recuperar mucho después, cuando ya lo había perdido todo.

Ahora, a los 62, vive un renacer que la tiene de regreso a la pantalla, en la tercera temporada de Top Chef Vip, en Chilevisión. En ese mismo canal relató, en Podemos Hablar, cómo en los años de adicción vivió una catarsis de llorar y llorar sin parar, al surgir los fantasmas de la niñez con una madre que la rechazaba y la agredía:

Pilar Cox: “Tenía el dolor de la infancia, el abandono de madre, los golpes”

Diana Bolocco: “¿Quién te golpeaba?”

Cox: “Mi mamá y otras personas. Cualquiera. Papá fue jesuita y nos enseñó de chicos que, si alguien te golpea una mejilla, pon la otra. Y yo crecí con ese valor cristiano, que en el fondo es un abuso. Hoy me doy cuenta. Yo fui muy golpeada, golpeada por la vida, golpeada físicamente, abandonada”

Bolocco: “¿Tuviste alguna pareja que te golpeó también?”

Cox: “Sí, tuve violencia intrafamiliar también, muy fuerte. Entonces esta catarsis era una sensación nueva y no paraba. Todo el rato lloraba y lloraba”

Bolocco: “¿Qué edad tenías cuando tu mamá se fue?”

Cox: “Cuatro o cinco años. No la recuerdo. Sé que un día desapareció y nunca más la vi. Yo nací en Uruguay, un país donde el clasismo y el racismo no existen, por lo tanto, la crianza nuestra, de los chiquilines de la calle, era igual para todos.

“Mi infancia fue muy linda en términos de juegos y de amigos. Pero siempre llegaba la hora triste, las seis o siete de la tarde, donde cada uno iba a su hogar, porque las mamás los llamaban a merendar y a acostarse”

Jaime: “¿Quién te llamaba a ti?”

Cox: “Nadie. Entonces era una situación que yo sabía que venía, la evadía y me iba más temprano. Muchas veces me preguntaron ‘¿y tu mamá?’”

Jaime: “¿Pero allá estabas con tu papá?”

Cox: “Con mi papá, sí. Entonces, como todos tenían mamá, y yo no, yo dije ‘se murió’. Simple. Y no había más preguntas”

Bolocco: “¿Tenías algún tipo de contacto con ella?”

Cox: “Ninguno. No la reconocí cuando la volví a ver. Cuando nos trajeron a Chile, alrededor de los diez u once años, apareció una señora joven, muy buenamoza, con una maleta llena de juguetes. Y crecí con el dolor de mi padre. Mi papá sufrió el abandonó de mi mamá, que se fue con un paraguayo y yo me casé con el hijo de él”

Bolocco: “¿Cómo fue ese encuentro con tu mamá?”

Cox: “Horrible. Yo crecí con el dolor de mi padre, con esa soledad, con esa ausencia. Papá se perdía días y yo lo esperaba, no dormía, hasta que escuchaba que volvía. Y lo sentía llorar. Y crecí con un dolor interno que se podía confundir con odio, por todo lo que él sufría. Y cuando ella apareció en Uruguay, después de muchos años, yo no la reconocí. Mi rechazo fue el dolor de mi padre”

Bolocco: “¿Pudiste hablarlo con tu mamá?”

Cox: “Mucho tiempo después, años, antes de que muriera. Yo no podía ir a Paraguay. Lo que sí podía, y ella me permitió, fue hablar por teléfono con ella todos los días. Fue un cáncer que le comió la cara, se fue desfigurando.

“Yo le pregunté, le hice una pregunta muy fuerte, esperando la respuesta que intuitivamente sabía que era así, si es que ella me había querido alguna vez. Y me dijo que no porque era igual a mi padre. Duele, pero ella se estaba muriendo, lo pudo decir.

“Todo su maltrato conmigo y toda su agresión conmigo pertenecía a… Bastaba que yo me riera para que me golpeara. Yo me reía más, y más me golpeaba. Yo nunca lloré, cada vez que me golpeaba me reía”

Bolocco: “¿Pudiste perdonar a tu mamá?”

Cox: “Siempre. Desde que ella desapareció y desde que la volví a ver, quise buscarla, siempre juntando dinero y comprándole pasajes para que viniera, para buscarla, y nunca lo logré”.

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