Hace dos semanas el diario pop dio a conocer el caso de "Balto", un cachupín que quedó inválido luego que lo atropellara un mocoso en moto.

El más triste fue Richard Véliz, su dueño, quien a los 10 añitos sufrió una de las penas más grandes de su vida.

"Yo estaba jugando con él cuando lo atropellaron", relató a La Cuarta con los ojos llorosos.

"Balto" necesitaba con urgencia una operación o un carrito para desplazarse. La intervención costaba 250 lucas, plata que su familia no tenía y nadie sabía dónde comprar un aparato para que pudiera caminar.

LEJOS

El caso estremeció el corazón de un hombre que vive a cientos de kilómetros del pequeño Richard y su mascota: Arturo Prado.

Apenas leyó la nota se puso en contacto para ofrecer los carritos que él siempre ha hecho y a los cuales por fin pudo darles un uso que le llenara el corazón.

Nuestros compipas de "La Ley de la Selva" se pusieron las alcalinas y fueron en busca de "Balto" para saber si podían operarlo o no.

El doctor Marcos Vásquez, neurólogo de Clínica Veterinaria Animal Clinic, lo examinó y dijo que "lo más probable es que el golpe del atropello fue tan violento que luxó la cadera y el huesito del coxis, dañando los nervios periféricos de las patas traseras".

El profesional descartó la operación, porque "Balto" controla sus esfínteres, así que el carrito surgió como la mejor opción.

BUENA ONDA

Arturo Prado llegó a Santiago y entregó el hermoso aparato para el cachupín.

Apenas lo tuvo puesto, "Balto" corrió de un lado a otro. Una vez más sintió el placer de moverse libremente y quedó listo para jugar junto a su dueño Richard, como los grandes amigos que siempre han sido.

"Cuando vi el caso del perrito me emocioné mucho, por eso decidí ayudar. Yo fabrico los carros, así que era la oportunidad para devolverles la alegría al niñito y su mascota", dijo Arturo, quien se pegó el pique desde Temuco, con la única recompensa de ver sonreír a un niño.

Isabel Arrieta M.