El trágico fin del gatito que fue espía
Allá por la década de 1960 la guerra fría dominaba las relaciones internacionales y los espías pululaban a ambos lados del muro de Berlín. Soviéticos y estadounidenses ensayaban distintas alternativas para estar un paso adelante que sus rivales, y en un momento determinado un tierno gatito estuvo llamado a jugar un papel fundamental.
La idea de los caporales de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), según recordó el sitio Semana.com, fue convertir a un minino en el espía perfecto, para lo que implementaron el operativo "Gatito Acústico" (Acoustic Kitty), lo que permitiría la utilización de una mascota para espiar a los agentes rusos.
En la teoría, la iniciativa contemplaba la instalación de un micrófono en el oído del felino, pero en la práctica el asunto fue mucho más engorroso y, sobre todo, tremendamente caro. De hecho, en los cinco años que duró el proyecto se gastaron más de 25 millones de dólares.
No sólo se instaló el micrófono en el pabellón auditivo del gatito, sino que también le implantaron un cable que recorría toda su columna vertebral hasta llegar a la cola, que hacía las veces de antena, además de otro cable que iba al pecho, donde le pusieron un transmisor y las baterías.
Pero incluso hecho todo esto, los científicos gringos se toparon con que el gatito hacía lo que él quería y, por ejemplo, si sentía hambre, dejaba todo botado y buscaba algo para comer. La solución que hallaron fue operarlo nuevamente para anular en su cerebro la sensación de hambre.
Incluso así había otro problema: el felino se distraía muy fácilmente, así que se lo sometió a un intenso y prolongado adiestramiento para que se dirigiera sólo hacia el lugar que le indicaba su entrenador.
LA PRUEBA
El momento para probar la efectividad del Gatito Acústico llegó cuando la CIA supo que dos espías rusos se iban a reunir en un parque. Los agentes se instalaron cerca en una camioneta y disimuladamente dejaron salir al gato del vehículo.
Años y años de trabajo, y los 25 millones de dólares invertidos daban inicio a su prueba de fuego. No obstante, a los cerebritos tras la operación se les fue un pequeño detalle: nadie le enseñó a cruzar la calle al gatito.
Ya en la calle el minino se lanzó hacia el otro lado y tuvo la mala fortuna de que justó pasaba por allí un taxi que no pudo evitarlo y lo atropelló mortalmente.
A los agentes no les quedó más que recoger el cadáver del felino, subirse a vehículo y partir con la cola entre las piernas a las oficinas de la CIA, mientras los espías soviéticos conversaban animadamente en el parque.
En 1967 se le dio término oficialmente al proyecto Gatito Acústico y partió la leyenda sobre el mayor fiasco de la CIA.
Los dejamos con un video en el que el ex oficial de la CIA entre 1955 y 1969, Victor Marchetti, explica cómo la agencia quería convertir al gatito en espía.
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