Dicen que se pilla más rápido a un mentiroso que a un ladrón, aunque en algunos casos deben pasar doce años para que la verdad salga a la luz. Así ocurrió con el italiano Roberto Guglielmi, de 55 años, quien fue detenido por fraude y estafa.

Guglielmi se movilizaba en una silla de ruedas, pedía donativos e incluso consiguió una cita con el Papa en el Vaticano, donde reforzó su dramática historia ficticia. Él aseguraba que un accidente de tráfico lo había paralizado.

Tal era su capacidad para influir en la gente que estaba a punto de ser candidato en las elecciones municipales.

Cámaras ocultas

Para mantener su estafa, se inyectaba lidocaína durante años, un anestésico que hizo que sus miembros se relajaran. También falsificó su registro médico para que los doctores tampoco notaran nada.

Cada vez que salía de su casa, lo hacía en una silla de ruedas.

Pero su castillo de naipes se derrumbó la semana pasada, luego de una enfermera reconociera al italiano en un aeropuerto, donde caminaba resueltamente después de unas vacaciones en Togo.

Las autoridades decidieron comenzar una investigación y confirmaron sus sospechas gracias a una serie de grabaciones registradas por cámaras de videovigilancia ocultas.

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