
Oiga, cuando a uno le cuentan una historia como ésta, no puede enojarse, por más que se trate de un robo. Pero es que hay ladrones que son muy ingeniosos y hasta deberían darles algún premio.
En Nueva Jersey, Gringolandia, un perico encontró la fórmula para afrontar la crisis. Se puso una chaqueta y corbata negras y entró a un restorán, el Hobson Choice. Se fue derechito a una mesa donde ya estaban por pagar la cuenta, cobró los 90 dólares y se echó el pollo.
Luego fue a otro, el Margherita ' Pizza and Cafe y agarró 96 dólares de unos comensales que los habían puesto en la bandeja de la cuenta, de 66 piticlines. Y se fue, muy campante, mientras los clientes se quedaban esperando los 30 dolarcillos del vuelto.
"Espero que alguien tenga suerte, lo pille y le dé su merecido", voceó, con una sartén en la mano, el dueño de uno de los restoranes desafortunados, que tuvo que quedarse con las ganas de cobrar la comida.
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