George Bush ahora la rompe como humorista

Hace casi un año George W. Bush dejó la Casa Blanca con apenas un 22% de popularidad y un 73% de desaprobación -los peores índices para un presi gringo según The New York Times-, pero ahora se ha convertido en una suerte de "estrella" en charlas y conferencias motivacionales.
El hombre se ha tomado su "retiro" con relajo, y ha logrado gran éxito con sus discursos, en los que mezcla anécdotas sobre su gestión con "consejos" sobre cómo dominar un "liderazgo efectivo". Además, cada vez que se ha reído de sí mismo, ha recibido una ovación. "Estoy escribiendo mis memorias, aunque mis compatriotas de ambas costas dudan de que siquiera sea capaz de leer", dijo en uno de sus mensajes, apelando a dos de sus herramientas favoritas: La ironía y el humor.
Desde que abandonó la presidencia, Bush ha dado 30 charlas, principalmente en su país, pero también en India, China, Corea del Sur y Japón.
Según la prensa gringa, por cada exposición -de no más de media hora-, el ex mandatario republicano ha recibido un promedio de US$ 100 mil. "El hecho de que yo cobre dinero por hablar es, como diría mi padre (el también ex presi George H. Bush) un crimen de guante blanco", dijo Bush en un discurso en noviembre pasado, aludiendo a los continuos errores idiomáticos que cometió en sus 8 años de gestión.
Hace algunos días, Bush lideró una conferencia motivacional ante 11 mil personas en Texas, donde dio rienda suelta a su estilo. En esa charla, contó la historia sobre un pequeño paseo que dio a comienzos de año con su perro Barney por los suburbios de Dallas, donde se compró su nueva casa. "Quería saludar a mis vecinos, para alertarlos sobre los inconvenientes que podría causar antes de que todos se enteraran sobre mi nuevo hogar. No había caminado en un barrio en 8 años. Barney tampoco lo había hecho. El sólo conocía la Casa Blanca, mi rancho en Crawford y Camp David", contó Bush. A continuación, y ante la mirada atónita de una entusiasmada audiencia, el ex mandatario confesó que al saludar a algunos vecinos no se dio cuenta de que en su mano tenía una bolsa de plástico para recoger los excrementos de Barney. Entonces, el auditorio estalló en risas.
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