En estado de sitio despertó ayer el sector oriente de Beirut, la capital del Líbano, donde los combates entre fuerzas sunitas leales al gobierno y el grupo islamita chií Hezbolá dejaron al menos 11 muertos, en la situación más conflictiva que ha vivido el país desde que hace 17 meses se inició una crisis entre ambas facciones.

De hecho, según un dirigente chií, Hezbolá ya logró controlar "todas las calles" del sector musulmán de Beirut, donde se ubica el corazón político, financiero y comercial.

De acuerdo a la información entregada a la prensa internacional, además de las 11 víctimas fatales, los duros enfrentamientos dejaron al menos 30 personas heridas.

Ayer era posible observar las calles semivacías, mientras los efectivos del Ejército libanés se limitaban a custodiar edificios oficiales y las casas y oficinas de las principales autoridades.

Esta nueva crisis entre Hezbolá y el gobierno surgió luego de que las autoridades amenazaran con cortar la red de comunicación del grupo chií, a lo que este último respondió como "si fuera una declaración de guerra".