09 OCTUBRE
Hace seis meses, Rodrigo Fernández jugó todas sus cartas en un nuevo proyecto: reseñar restaurantes con honestidad brutal. Esto es, criticar la calidad de los platos y la experiencia sin importar apenas el sitio. A su modo, con cuotas de humor y groserías, deprisa se abrió paso entre los influencers que hacían lo mismo y ahora goza de cientos de miles de seguidores. “Tengo la voz autorizada en redes sociales para decir lo que está malo”, asegura.
“Digo lo que otros no se atreven a decir”: la receta del éxito de Otakin, el antiinfluencer que revienta locales de comida
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