Por Paulo QuinterosCrítica de cine: Atrapado Robando, el entretenido vuelco de Darren Aronofsky hacia el thriller criminal
El director de Requiem for a Dream y Black Swan sorprende con un relato frenético ambientado en el Nueva York noventero, donde Austin Butler encarna a un antihéroe atrapado en una espiral de violencia, humor negro y caos criminal.

En su nueva película, Atrapado Robando (Caught Stealing), Darren Aronofsky deja de lado el estilo introspectivo, obsesivo y a menudo devastador de su filmografía previa para adentrarse en un terreno inesperado: un thriller criminal cargado de ritmo, humor negro medido y un pulso narrativo que recuerda más a Guy Ritchie o al Martin Scorsese de After Hours que al propio Aronofsky.
El resultado es una obra vibrante, desbordada de energía, que reconstruye el Nueva York de los años noventa con un nivel de detalle que definen a la ciudad como un personaje más y encaja con lo que aquí se proponen a hacer.
De partida, hay que remarcar que Aronofsky siempre se ha caracterizado por narrar historias sobre personajes al límite. Desde la adicción destructiva en Requiem for a Dream (2000), la obsesión artística en Black Swan (2010) o el encierro existencial de The Whale (2022), su cine ha estado marcado por una visión oscura y profundamente psicológica.
En Atrapado Robando, en cambio, la obsesión cede espacio a pulsaciones más básicas: aquí no hay largos silencios ni reflexiones profundas, sino un frenesí urbano que envuelve a un hombre común arrastrado por una espiral de violencia y caos.

El protagonista es Hank (Austin Butler), un bartender con un pasado problemático y una tendencia autodestructiva cuya vida parece un continuo esfuerzo por evadir responsabilidades, hasta que un vecino punk (Matt Smith) le deja a su gato para que lo cuide.
Ese gesto aparentemente inocente se convierte en el punto de quiebre que arrastra a Hank a un torbellino criminal: mafias, policías corruptos, deudas imposibles y un desfile de personajes cada vez más peligrosos.
Uno de los mayores logros de la película es la recreación de Manhattan en la década previa a su gentrificación actual. Calles sucias, graffitis, bares decadentes, pasillos destartalados y una sensación constante de peligro son el telón de fondo de esta historia.
Aronofsky, junto a su habitual colaborador Matthew Libatique en la fotografía, logra capturar una atmósfera que funciona a la vez como homenaje nostálgico y como escenario opresivo donde Hank se pierde cada vez más en una odisea urbana marcada por el azar y las malas decisiones.
En todo ese trabajo, Butler lleva sobre sus hombros el peso del relato, dando fondo a un antihéroe vulnerable, marcado por la torpeza y la mala suerte que siente que se merece por un pecado del pasado. A su lado, Regina King ofrece una sólida presencia como la detective que advierte el peligro en el que está metido, mientras Zoë Kravitz, aunque con un rol reducido como la pareja del bartender, logra aportar más fondo al ser un contrapeso para alguien que inicialmente solo parece perdido en su día a día.

Claro que el verdadero festín está en el grupo de secundarios: Matt Smith se divierte componiendo un vecino punk estrafalario, mientras que Schreiber y D’Onofrio se roban la pantalla en cada escena.
Sus personajes, dos hermanos judíos mafiosos de pocas palabras y amenazas latentes, transmiten un peligro real que se vuelve aún más perturbador por la calma con que operan. Además, ambos logran dar más sustancia a dos personajes que podrían haberse convertido en meras caricaturas.
Lo otro llamativo de Atrapado Robando es el equilibrio que alcanza entre el suspenso, la acción y un humor negro nunca excesivo. Aronofsky juega con la violencia de manera directa, pero sin caer en el efectismo ni en la espectacularidad vacía.
Las secuencias de acción son intensas, brutales, pero también contenidas. No buscan deslumbrar con coreografías imposibles, sino reforzar la sensación de que Hank está atrapado en un agujero cada vez más profundo.
El humor, por su parte, surge en los momentos justos con ironías, personajes extravagantes y diálogos que alivian la tensión sin romper la atmósfera, instalándose como una válvula de escape en medio de una historia que, de otro modo, sería asfixiante.

Por es imposible no leer a Atrapado Robando como un experimento para Aronofsky. Después de la solemnidad de Noah (2014) o la densidad existencial de The Whale, aquí el director avanza con una propuesta más ligera, más orientado a la diversión del espectador, pero que no renuncia a varios componentes de su sello.
Elementos como la exploración de personajes que se hunden por sus malas decisiones, lo grotesco de la vida humana corrompida o la violencia como catalizador de cambios también están presentes, pero en una clave más accesible y menos atormentada.
Si hay un aspecto que puede discutirse, es que el director nunca logra adentrarse del todo en la psicología de Hank. A diferencia de sus protagonistas de películas previas, aquí la cámara observa de forma más superficial, limitando la carga emocional que podría haber alcanzado la película con un foco más tradicional del director.
Pero de todas formas Atrapado Robando es un Aronofsky distinto, irreverente y ágil, que se atreve a cambiar de piel para sumergirse en el terreno del thriller criminal.
Su atmósfera noventera, su elenco y su narrativa vertiginosa sin duda la convierten en una de las experiencias más disfrutables que han llegado a la cartelera tras la temporada de los Oscar.
Atrapado Robando ya se encuentra en cines.
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