Crítica de cine: Camina o Muere, una marcha mortal que mantiene la tensión hasta el último paso
La nueva adaptación de Stephen King, dirigida por Francis Lawrence, transforma una de sus primeras novelas en un thriller distópico intenso que combina comentario social y suspenso en un viaje sin respiro.
Desde que Brian De Palma convirtió a Carrie en un clásico en 1976, las adaptaciones de las obras de Stephen King han sido un terreno de contrastes.
Nos hemos topado con joyas de terror y dramas aclamados, pero también con varias producciones que dejan mucho que desear. Básicamente, de todo ha habido en la viña del rey y su nombre no es mayor garantía para el resultado final que encontraremos en la pantalla grande.
En ese panorama irregular, la nueva película llamada Camina o Muere, basada en una de las primeras novelas de King bajo el seudónimo Richard Bachman, se erige llamativamente como una de las propuestas más sólidas que lo han adaptado en el último tiempo.
La historia aquí nos transporta a un Estados Unidos paralelo que no logra levantarse tras la gran crisis que dejó una nueva Guerra Civil. Como medida para levantar la moral, y para entregar una señal de falsa libertad, cada año la dictadura militar que todo lo controla permite que jóvenes de todo el país se presenten voluntariamente a “La Marcha”, una competencia de caminata extrema en la que nadie puede detenerse ni un solo instante.
Y miles alrededor del país postulan con la idea de cambiar su vida, ya que el premio es que cualquier deseo, salvo uno que cambie al statu-quo, sea cumplido. Sin embargo, el gran costo por participar es que solo uno sobrevivirá.
A lo largo de una carretera que desde el minuto uno se vislumbra como interminable, los participantes caminan sin pausa mientras son vigilados por un grupo de soldados implacables. Estos últimos refuerzan las rígidas reglas del juego mortal: quien disminuye la velocidad por demasiado tiempo o se detiene por completo es eliminado, sin contemplaciones, a balazo limpio.
Aunque la premisa hoy por hoy ya no resuena muy original, tras obras como La Purga o Battle Royale, la dirección de Francis Lawrence (Constantine, Los Juegos del Hambre) logra configurar una identidad propia que sustenta un ritmo implacable.
La cámara también acompaña cada paso con buen pulso, generando una tensión que se siente a lo largo de una travesía en donde la esperanza inicial es erradicada en cuestión de kilómetros. Por su parte, el guion actualiza la obra original -escrita hace más de 45 años- con una revisión social y política de ribetes bastante contemporáneos, sin perder el foco distópico de la idea base.
En todo ese contexto, el reparto, que está compuesto en su mayoría por jóvenes actores poco conocidos, incluyendo a Cooper Hoffman (Licorizze Pizza) y David Jonsson (Alien: Romulus), es uno de los grandes aciertos de la película. Su química y naturalidad hacen creíble el desgaste físico y emocional de la marcha.
Lo otro potente es que los colapsos por sueño, el agotamiento extremo y los quiebres psicológicos emergen mientras la carretera se convierte en un escenario de verdadera pesadilla. Cada rostro transmite miedo, rabia o resignación, manteniendo la intriga sin que haya espacio para tomar descanso.
Lo peor de todo es que cada minuto puede ser el último de alguno de los personajes que avanzan en una marcha completamente deshumanizadora.
En medio de ese desfile mortal también se inserta Mark Hamill, quien interpreta al general que lidera la marcha. Frío, implacable y simbólico, su militar encarna la esencia del juego: una figura desalmada que representa al sistema que explota y desecha a la juventud.
A pesar de que cuenta con un presupuesto contenido, Camina o Muere es una película tensa y absorbente que destacar por cómo arma sus excelentes momentos de ahogo emocional.
El único punto en cuestión podría relacionarse con su final, ya que la idea que resuelve la novela es más contundente que la que terminan presentando en pantalla. Sin embargo, la adaptación de todas formas encuentra una salida cinematográfica coherente que justifica su viaje sin esperanza.
A la larga, Camina o Muere no solo logra sacarle partido a su premisa, sino que también demuestra que Stephen King sigue siendo una fuente inagotable de historias inquietantes. Y con la dirección adecuada, como ocurre aquí, hasta sus obras más desconocidas pueden configurar películas pequeñas que se agranden al caminar a paso firme.
Camina o Muere ya está en cartelera.
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