Crítica de cine: La empleada, un placer culpable que no aspira a más
La adaptación de la novela de Freida McFadden no reinventa el género, pero abraza sin pudor su ADN de cine clase B, recicla viejos tropos noventeros y se apoya en Amanda Seyfried para convertir su precariedad en un placer culpable que funciona mientras dura.
La empleada tiene dos grandes razones a su favor. La primera es evidente y opera casi como un chiste interno del marketing: Sydney Sweeney. La película sabe perfectamente qué está vendiendo en términos de sensualidad y no muestra ningún pudor a la hora de apretar ese botón.
La segunda razón es más cinematográfica. Aunque tiene un aire de thriller de segunda, y en más de un momento ese aire se transforma en un auténtico tufo, la película remite con cierto cariño a las historias que inundaron los cines en los noventa, cuando el suspenso adulto con piel a la vista era sinónimo de perversión doméstica y VHS gastados hasta el cansancio.
Eso sí, el erotismo es bastante acotado, más en la línea de Acoso sexual que de Bajos instintos. Una decisión que deja claro que el público objetivo no es el del thriller erótico clásico, sino el mismo que convirtió en fenómeno a la novela que sirve de base a este relato.
Por eso esta nueva película deja claro desde el comienzo que nunca pretende entrar de lleno en el terreno de los viejos thrillers eróticos de Hollywood, donde el deseo era el verdadero motor narrativo y cineastas como Adrian Lyne o Paul Verhoeven no solo clavaban el puñal, sino que además se tomaban el tiempo de girarlo con saña.
Aquí el sexo está más sugerido que explotado, y el foco se desplaza hacia el suspenso psicológico y una amenaza permanente. De ahí que La empleada coquetee con lo erótico, pero prefiera jugar con la ansiedad y las apariencias antes que entregarse al exceso.
Lo otro que juega a su favor es su tufillo a refrito. Hay elementos que remiten directamente a otras películas, especialmente en cómo insiste con la tecla de la “mujer loca”. No sorprende, entonces, que Gone Girl aparezca en más de una conversación, aunque sin rozar jamás su nivel de sofisticación ni, mucho menos, su mala leche.
Sin embargo, lo más destacado es que, con todas sus carencias a cuestas, la película igual consigue mantener la atención hasta el final. Sus múltiples giros - que van de lo previsible a lo efectivo - sostienen una historia armada sobre secretos y percepciones engañosas que sabe dosificar la intriga.
La base de la historia es simple y conocida: Millie (Sydney Sweeney), una mujer joven y desesperada, acepta trabajar como empleada puertas adentro para una familia rica. La casa es enorme, el matrimonio parece perfecto y, desde el primer minuto, nos queda claro que algo huele mal.
El director Paul Feig, más asociado a comedias como Bridesmaids y a su paso franquiciado por Las Cazafantasmas, sorprende con un manejo del suspenso no solo adecuado, sino más sólido de lo que cabría esperar.
Feig entiende el hedor a cine clase B que irradia la película y, lejos de disimularlo, lo abraza. Ese aroma a producto barato y exagerado se transforma en una virtud, afinando un thriller consciente de su material, que actualiza un ADN viejo y asume sin pudor su artificio: es medio ordinario, sí, pero sabe perfectamente cómo funcionar.
En ese terreno, Sydney Sweeney y Brandon Sklenar, el esposo diseñado para el deseo ajeno, cumplen sin problemas su función decorativa, y algo más cuando el pasado de sus personajes empieza a asomar. Aun así, es difícil no pensar que intérpretes más sólidos habrían exprimido bastante mejor el material.
La verdadera ancla es Amanda Seyfried. Su Nina, la mujer que contrata a una empleada “demasiado atractiva” y a la que todos se apuran en tildar de loca, eleva el material desde sus primeras apariciones y le da un peso que el resto del elenco apenas roza.
La película refuerza esa idea casi desde el inicio, jugando con el cliché de la mujer inestable, solo para luego retorcerlo cuando más conviene. Amanda Seyfried aporta matices, incomodidad y una presencia que sostiene el relato cada vez que amenaza con venirse abajo, algo que ocurre con más frecuencia de la deseable.
Evidentemente La empleada no reinventa nada, pero entiende perfectamente el tipo de placer culpable que ofrece. Un thriller consciente de su precariedad, bien actuado donde importa y lo bastante retorcido como para justificar el viaje. Se olvida rápido. Y nadie va a pedir más.
La Empleada tuvo funciones de preestreno este viernes 19 de diciembre y llegará al cine el próximo 1 de enero.
Lo último
hace 16 min
hace 27 min
hace 54 min
14:29
14:14
13:00
El nuevo Metroid Prime 4: Beyond no está exento de irregularidades, pero cuando se apoya en la exploración solitaria, el diseño de niveles y la atmósfera, demuestra por qué la saga sigue siendo una de las mejores de Nintendo.
Review | Metroid Prime 4: Beyond, un regreso ambicioso que alcanza sus mejores momentos en la exploración
Lo más leído
1.
3.