Por Paulo QuinterosCrítica de cine: Yo no canto por cantar, la fuerza sanadora de una voz campesina
El documental de Ana L’Homme sigue la vida de Mauricia Saavedra, cantora de la zona centro-sur de Chile, cuya música se transforma en un acto de resistencia, memoria y sanación frente a la violencia y el silencio.

El documental Yo no canto por cantar, dirigido por Ana L’Homme y estrenado en salas independientes tras una destacada recepción en festivales, es una ventana íntima hacia la vida de Mauricia Saavedra, cantora campesina que encontró en la música una forma de sanar, resistir y reconstruir su identidad.
Desde lo profundo de la zona centro-sur de Chile, Mauricia se levanta como heredera del canto popular y, al mismo tiempo, como una voz que desafía los silencios del campo y del patriarcado.
Según muestra el documental desde sus primeros minutos, su historia comienza a temprana edad. Siendo niña, aprendió a tocar guitarra pese a la oposición de su abuela, que veía con recelo que siguiera sus pasos. Con el tiempo, su música se transformó en una expresión vital y en un rescate de su historia familiar, marcada por la violencia y las dificultades de la vida rural.
En ese contexto, la película retrata cómo la guitarra se volvió su compañera inseparable y el canal que entrelaza pasado, presente y futuro, transformando la experiencia individual en una historia compartida.En ese marco, el documental muestra cómo su voz cantora se convierte en vehículo de memoria y liberación.
Lo anterior también se refuerza al abrazar desde el comienzo a otras mujeres rurales. En medio de relatos de dolor y recuerdos de desamor, Yo no canto por cantar se transforma en un tejido coral donde las experiencias de abuso, discriminación y pérdida se enfrentan con fuerza colectiva para que las voces no sean acalladas.

El relato, que avanza entre música y confesiones marcadas por la marginalidad femenina en el campo, plasma cómo el canto se instala como refugio comunitario que debe ser rescatado, valorado y preservado.
En ese gesto, se concreta un retrato del poder sanador de la palabra que se niega a ser oprimida o silenciada. El documental no solo rescata una tradición musical, sino también una forma de resistencia que nace desde la raíz del dolor. En cada verso y acorde, la música devuelve dignidad a un canto campesino que, lejos de extinguirse, se renueva en la voz de quienes se atreven a cantar su verdad.
Así, Yo no canto por cantar trasciende la biografía individual y se erige como un testimonio colectivo. Es un recordatorio de que el canto, en su forma más pura, sigue siendo un acto político, un refugio emocional y una herramienta de sanación para quienes han sido históricamente silenciadas. En la voz de Mauricia, la guitarra vibra con la memoria del campo chileno y con la esperanza de que esa música continúe latiendo en las generaciones que vendrán.
Yo no canto por cantar ya se encuentra disponible en cines independientes del país.

Imperdibles
Lo último
hace 35 min
00:32
00:01
01:51
23:29
Lo más leído
2.
3.
4.

















