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Crítica de series: Ironheart, una serie que refleja el desgaste del universo Marvel

La nueva serie de Marvel Studios intenta validar a Riri Williams como heredera del legado de Iron Man, pero termina atrapada en la inercia de un universo a la baja, donde las historias parecen existir más por obligación de calendario que por necesidad narrativa.

Desde el final de Avengers: Endgame, el Universo Cinematográfico de Marvel enfrenta una crisis de identidad. Lo que antes era considerado esencial para cualquier fan del entretenimiento popular, ahora simplemente debe luchar para justificar su relevancia.

Claro, existen talibanes que se entusiasman hasta con el más blando de sus lanzamientos, pero ni siquiera la fe ciega logra justificar lo que la propia compañía ha terminado reconocido como un problema. Es decir, por algo bajarán un cambio en su nivel de producción televisiva a futuro.

En ese sentido, Ironheart, la nueva serie de Marvel Studios, y la última creación que alcanzó a concretarse bajo la antigua vorágine de estrenos, es un ejemplo claro de ese fenómeno: una producción que intenta abrirse paso con un personaje derivado, en medio del desgaste de una maquinaria que ya no genera el mismo entusiasmo de antaño.

Tal y como su nombre lo indica, la serie gira en torno a Riri Williams, la joven genio que debutó en el cine con Black Panther: Wakanda Forever, pero cuya historia en los cómics ha estado marcada por la controversia. Su cercanía con el legado de Tony Stark nunca terminó de validarla ante los lectores y aquí sucede algo bastante similar.

Aunque su figura orbita constantemente alrededor del mito de Iron Man, su influencia en la historia es apenas decorativa y con suerte puede calzar con la vorágine de jóvenes héroes que ha estado impulsando la compañía en los últimos años.

Mal que mal, Riri carga con la sombra de Stark, especialmente porque es tildada como una genio que podría cambiar al mundo, pero nunca logra brillar por sí sola de una forma que realmente importe dentro del universo más amplio de Marvel.

Lo que sí juega a favor de la serie es su decisión de abordar un enfoque algo distinto. Desde el primer episodio, vemos a una Riri más desafiante, incluso moralmente ambigua, que es expulsada del MIT, se roba una armadura que rápidamente queda inservible y su destino queda completamente en el aire, pues asegura que no quiere ser una mera trabajadora de Silicon Valley. Quiere ser algo más, aunque ni ella misma puede responder qué diablos es eso.

Es ese costado más problemático, junto a la necesidad constante de dinero, la que la arrastra a unirse a una banda criminal liderada por Parker Robbins, alias La Capucha, un personaje que mezcla crimen urbano con elementos paranormales, generando un interesante contraste con el enfoque tecnológico de la protagonista.

La inclusión de una nueva inteligencia artificial, inspirada en una amiga fallecida de Riri, también agrega una capa emocional a su lucha, transformando la historia en algo más personal. Y es en esos momentos - cuando la serie explora el duelo, la culpa y la desconexión emocional de la protagonista con su familia - donde Ironheart encuentra algo de profundidad y sentido, con la actuación de Dominique Thorne sosteniendo esos pasajes con convicción.

Pero pese a esos aciertos, Ironheart nunca escapa de la sensación de ser un producto menor. Como ya ocurrió con Secret Invasion o Echo, su existencia parece obedecer más a la necesidad de cumplir un cronograma de lanzamientos que a una urgencia narrativa.

Y ese es uno de los principales problemas de Marvel hoy: la sobreoferta de contenidos ha diluido su impacto. Las historias ya no se sienten imprescindibles ni conectadas con algo mayor, sino simplemente como otro engranaje de una máquina que gira por inercia.

En resumen, Ironheart tiene ideas interesantes y una protagonista con potencial, pero no alcanza a trascender. Es otro ejemplo más del desgaste que enfrenta el MCU, donde incluso las historias con algo de personalidad corren el riesgo de pasar desapercibidas.

Ironheart ya está disponible en Disney+.

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