La segunda temporada de Peacemaker representaba, en el papel, el mayor problema para el inicio del nuevo universo audiovisual basado en los personajes de DC Comics.

Como James Gunn decidió no partir desde cero, manteniendo en el canon a sus trabajos previos en el antiguo universo iniciado por Zack Snyder, la gran duda estaba en cómo concretarían el salto desde ese universo.

Y una vez que el primer tráiler tanteó que habría un componente del multiverso en la historia de la segunda temporada, las especulaciones dieron rienda suelta a toda clase de teorías. Sin embargo, ninguna apuntó a la solución simple que tomó el director que saltó a la fama con Guardianes de la Galaxia.

El comienzo de la nueva temporada lo deja todo claro: Gunn simplemente optó por reemplazar a la Liga de la Justicia de Snyder con su Justice Gang, presentada en la película de Superman, recreando la recordada escena de la primera temporada y seguir adelante sin darle vuelta a nada más.

Básicamente, en este nuevo universo ocurrieron los sucesos de Peacemaker, y por extensión también los de The Suicide Squad, pero sin la participación de los antiguos rostros. Simple, efectivo y sin complicaciones, les guste o no a la gente del culto del DCEU.

Todo lo anterior lo lleva a cabo en cuestión de segundos en “Los lazos que duelen”, un primer capítulo que se pone al día estableciendo que las cosas solo han empeorado para la pandilla luego de salvar al mundo de una invasión extraterrestre.

Peacemaker, la estrella del show interpretada por un John Cena realmente dándole en el clavo, sigue intentando cambiar su vida para convertirse en un héroe de verdad. Sin embargo, la Justice Gang no lo toma en serio mientras su vida personal se tambalea, ya que sus sentimientos por Emilia Harcourt no son correspondidos. Todo esto pese a que algo pasó entre ellos en el lapso entre temporadas.

Peor aún, una noche de borrachera -literalmente en la primera escena de la nueva temporada- lo lleva a toparse con una puerta secreta en su cámara cuántica. Y esa puerta es un portal que lo conduce a otro universo en donde todo sí es como siempre soñó: su padre no es un pelmazo, su hermano está vivo y los tres son un trío de superhéroes venerados. Como guinda de la torta, Emilia también juega un rol distinto. Es decir, Peacemaker queda frente a todos los componentes perfectos para que el piso de su verdadera realidad se tambalee y sus excesos se potencien.

Sin entrar en más detalles -ya que a la prensa nos facilitaron los primeros cinco de los ocho episodios de esta temporada-, las cosas tampoco son mejores para el resto de sus antiguos compañeros. Emilia está en una espiral autodestructiva, ya que no puede encontrar trabajo debido a las represalias de Amanda Waller en su contra por los sucesos de la primera temporada, mientras que Leota está separada y Economos debe vigilar a Peacemaker bajo órdenes de Rick Flag Sr, el nuevo jefe de ARGUS. Claro, porque las consecuencias de la muerte de Rick Flag Jr. en The Suicide Squad también son un motor de esta historia.

En su regreso, Peacemaker cumple con expandir el nuevo universo DC, incluyendo cameos de personajes de tercera línea de los cómics, pero el principal foco siguen siendo sus cinco protagonistas. Todos arrastran el peso de sus decisiones, y el costo en el día a día de sus propias personalidades tóxicas, aunque el mejor desarrollo por lejos está en el antihéroe interpretado por Cena.

La serie, que no oculta ser una propuesta para adultos -incluyendo una orgía en su primer episodio-, hace un gran trabajo al establecer que todos los personajes, salvo un Vigilante que siempre piensa y respira en otro plano, están en un agujero del que no pueden salir solos. Y ahí está una de las claves de la serie: mejora cada vez que reúne a más de uno de sus cinco personajes principales.

Pero, a diferencia de la temporada anterior, el equipo se ha desperdigado tanto que Peacemaker es seducido más y más por ese otro mundo que tiene el aura de ser un lugar mejor. Ese factor solo se refuerza a partir del cierre del primer episodio, que se transforma en el gran catalizador para las acciones de un Peacemaker que poco a poco comienza a tener la soga al cuello por el afán de venganza que persigue Rick Flag Sr. en el mundo central.

Todo lo anterior apunta a que la segunda temporada de Peacemaker una vez más confirma que James Gunn no está interesado en enredarse con explicaciones largas ni en homenajes solemnes al pasado. Prefiere la practicidad: un corte limpio que redefine el tablero y le permite avanzar con su visión del nuevo DC. Ese pragmatismo puede molestar a los más nostálgicos, pero es consistente con el tono irreverente y descarado que ha caracterizado la serie desde su inicio.

Al mismo tiempo, la temporada refuerza que Peacemaker no es solo un vehículo para expandir un universo compartido, sino una serie que sabe qué hacer y decir con sus personajes. La mezcla de humor incómodo, violencia y drama personal sigue siendo su motor principal, y el dilema del protagonista frente a un mundo alternativo ideal promete darle al antihéroe de John Cena el conflicto más humano que ha enfrentado hasta ahora.

Y eso hay que celebrarlo, pues ese tipo de enfoques no están presentes en gran parte de las series de superhéroes que han inundado los servicios de streaming en los últimos cinco años. Aquellas, en general, han estado más preocupadas de vender el próximo capítulo de la teleserie mayor de su universo que de cuidar su propia historia.

El primero episodio de la segunda temporada de Peacemaker ya está disponible en HBO Max.