Las excelentes aventuras de Timón el legendario es el nuevo libro de Pedro Peirano, reconocido co-creador de 31 Minutos, publicado por Editorial Planeta.

Recopilando una tira cómica originalmente presentada a comienzos de siglo en las páginas de un recordado suplemento de El Mercurio, al centro de todo está un dragón torpe, el más débil de todo un gran reino, que debe emprender una misión épica en una comedia de proporciones absurdas.

Al centro de todo está un mundo donde los dragones son gigantes y temidos, pero un dragoncito verde se convierte en el héroe menos probable de una misión que incluye amigos cobardes, magos locos y escenarios cada vez más irreverentes.

De su historia, el proceso de recuperación y mucho más conversó Pedro Peirano con La Cuarta.

¿Cuál fue el primer cómic que leíste de niño y te acercó al mundo de las viñetas? ¿Te acuerdas?

Bueno, varios. Mira, los principales son para mí Pato Donald, o sea, Tío Rico. Y después Temo Lobos. O sea, el más gringo y capitalista y el menos gringo y menos capitalista. Ambos me atraparon heavy, tenían el mismo sentido de la aventura que yo parodio ahora, pero son mucho más lógicos que yo. Pero cuando hablé con Temo Lobos una vez, me contó que él se basaba mucho en Carl Barks, autor del Pato Donald y el Tío Rico en los cómics.

Y después, ¿quién más? Asterix, porque mi papá me lo empezó a comprar. Aquí era muy raro Asterix en esa época. No lo conocían mucho. Después está Tintín, todo ese mundo, los clásicos. Sobre todo esos a los que le llaman el funny animal, el animal antropomorfizado. Pero lo que tenía sobre todo el Tío Rico o el Pato Donald, era que los fondos eran siempre realistas, ¿cachai? Se le daba un toque y era muy raro ver esos patos en un contexto mucho más realista y en historias más dramáticas.

Tomando esa base comiquera, ¿cómo nació la idea de este libro, de La Excelente Aventura del Timón, desde su origen como tira cómica?

Lo primero que había hecho yo era un cómic para Las Últimas Noticias [Las aventuras de Toñito Talón, publicado en el suplemento Club del Ingenio]. Yo estudié periodismo para dibujar en los diarios y juraba que tenían futuro en esa época, imagínate jajaja. De verdad estudié periodismo pensando que iba a dibujar. Siempre pensé que iba a ser dibujante y me pareció que era más entretenido eso que estudiar arte.

Y lo de Las Últimas Noticias fue la primera vez que tuve la posibilidad de hacer lo que yo quería, que era como emular un poco a Temo Lobos, hacer historias con un ‘Continuará...’. Entonces empecé a hacer ese cómic y lo leyó Gonzalo Maza, que es un guionista, pero en esa época era el editor de la Zona de Contacto, y después empecé a hacer Chancho Cero, que era un cómic más para estudiantes y era un poco más grande.

Pero al mismo tiempo, no me acuerdo si un poquito después, el suplemento de Timón estaba falleciendo, ese suplemento de El Mercurio que era para niños. Y a alguien se le ocurrió, parece que se lo dieron a Gonzalo como editor, no me acuerdo muy bien cómo es esa parte, pero la cosa es que se interesaron en que yo hiciera otro cómic y yo feliz, porque era mi sueño.

En esa época yo justo había leído un cómic que era como una parodia también, medio de la fantasía, muy bueno, que es francés, que se llama La Mazmorra. Y con unos dibujos mucho más simples. Bueno, pero es sumamente filosófico y humorístico. Y entonces dije: quizá podría hacer un dragón. O sea, yo encontré medio fome al Timón que había en el diario en esa época, porque era un Timón medio Poochie, como ese perro de los Simpsons que era como medio Lolo, que andaba en skate. Era medio apestoso y yo jamás iba a hacer un cómic de eso.

Entonces le inventé que este era un antepasado de Timón. El logo y el personaje ya existía, pero yo pensé que podía hacer uno distinto, que fuese un antepasado y que iba a tener aventuras fantásticas en un mundo de castillos, y todo medio Señor de los Anillos, pero al peo. Y ahí surgió.

Yo creo que como había funcionado Toñito Talón, y sobre todo porque había funcionado Chancho Cero, me creyeron esto de hacerlos continuará. Y yo también les decía: mira, es verdad que no todos leen los diarios el fin de semana, pero los que lo sigan tienen un plus. Y para el que lo lea cuando quiera, ya tiene que ser lo suficientemente gracioso. Entonces tenía que avanzarla harto en esa página. Pero siempre pensé que iba a ser una novela. O sea, este libro es lo que siempre pensé que iba a ser. Y se me ocurrió una historia que tenía un final, que tenía el tamaño de una novelilla gráfica.

En la primera página, agradeces a tu papá diciendo que fue un archivista clave. ¿Pero cómo fue el trabajo de recuperar esas historias del diario?

Lo que pasa es que yo guardo todo. Entonces tengo hasta los originales, pero me faltaban algunos capítulos, porque a veces se los pelaban en El Mercurio. En esa época yo no los mandaba por mail, los tenía que mandar en físico. Ellos los escaneaban y después me los devolvían, pero no me devolvían todos. Entonces, con algunos capítulos se habían perdido de los originales. Y la verdad es que se me había olvidado que quería hacer este libro. Entonces, mi papá un día, como entre ordenando y deshaciéndose de cosas en su propio escritorio, me dijo: oye, mira, encontré todo esto. Y él había guardado todos los capítulos de Timón. En realidad, él ha guardado todas las cosas que yo he hecho y esa fue mi fuente de información cuando me falta algo.

Entonces, lo que hice fue que los capítulos que faltaban, los redibujé. Y también redibujé muchas cosas, algunas portadillas y lo convertí en un libro. Entonces, por eso lo agradezco.

Y en ese proceso, tú redibujaste, ¿pero no agregaste nada nuevo?

No, no, no hubo mucho nuevo. Pero yo tenía cosas que nunca había publicado. Por ejemplo, el mapa del mundo fantástico. Yo lo tenía para poder ayudarme a mí mismo para organizarme por dónde viajaban estos gallos. Y el cómic original no lo tenía, pero ahora lo publicamos.

Y lo otro que tenía es que, a pesar de que los colores eran ricos en el diario, como yo tenía los originales en blanco y negro, lo que hice fue que con la Valentina Silva, que siempre ha coloreado mis cómics, los coloreamos enteros de nuevo.

También tuve que reestructurarlo por cómo eran las viñetas en el diario e inventarle cuadros y le hice más transformaciones de ese estilo. Pero en general son los mismos dibujos. No cambié ni un dibujo, le agregué cosas en general.

También le agradeces a tu mamá, porque dices que opinaba de todo, inclusive cuando no le pedías su opinión. ¿Qué opinaba de Timón?

Eso ha sido siempre. Bueno, Timón le gustaba más que Chancho Cero, pero me obligaba a poner más personajes femeninos o enternecer un poco alguna historia. Algunas cosas las escuchaba y otras no, pero me las decía igual. Era constante su influencia, pero imagínate que estas historias tienen como 20 años.

Lo principal es que yo las leí de nuevo para saber si tenía alguna vigencia. Y la verdad es que lo bueno es que tiene puro humor absurdo y esas son las cosas que más sobreviven. No hay nada que se haya agarrado de la estética ni de la temática de esa época. Entonces funciona ahora también. Lo principal fue eso. Al principio dije: voy a leer esta cuestión, va a ser tan vieja... pero funcionó perfecto. Hay un personaje que es el Mago Loco, que es como de los mejores que yo he hecho y hay muchas tallas del Mago Loco que son como de Guaripolo ahora. O muchos chistes que están ahí e incluso los he repetido después en 31 minutos.

En Chile en general los cómics dirigidos para público infantil son minoría. Uno va a ferias especializadas y siempre está, Batman, Spider-Man y cómics para adultos, pero en el mundo hay cosas como El Hombre Perro. Más aún, los más masivos, los que se venden más, son los de niños. ¿Por qué crees que hay esta brecha en la producción nacional?

Sí y además es absurdo porque estaba Mampato... Lo que pasa es que, Mampato era para niños, pero lo puede leer cualquiera. Y es aventuresco y es más serio, es mucho más novelístico.

Hay un tipo de cómic infantil que es muy aburrido y creo que hay un prejuicio en los autores. Los autores quieren parecer inteligentes, quieren parecer políticos, quieren parecer... Entonces hay un vacío en el mundo del humor más absurdo o de la historia más gratuita. Como que se siente que eso nadie lo necesita, ¿cachai? Pero siempre pasó, o sea, antes existían los cómics horribles, que eran casi todos, y también estaba el Tío Rico, que era bueno.

Los mamones leían, no sé, Gasparín, pero podías leer Asterix. Y yo creo que lo distinto es que no son para un público exclusivamente infantil. Yo tampoco haría nada para un público exclusivamente infantil, me da lata. Entonces creo que nosotros usamos un lenguaje que es más universal y un humor que es más universal y que no está tan anclado a cosas de la actualidad y eso hace que sea para todo público.

Para mí el único cómic mega ultra genial, y realmente infantil, sobre temas infantiles, es La Pequeña Lulu, que es una genialidad. Pero eso es demasiado difícil de hacer. Yo creo que hay que tener una mentalidad especial, porque La Pequeña Lulu es extraordinario. Nunca se ha repetido algo así, porque casi todas las otras historias son falsos niños, o sea, Calvin y Hobbes son temas adultos, como Charlie Brown, etcétera, que puede leer un niño. La Pequeña Lulu, en cambio, es mentalidad de niño. Es decir, La Pequeña Lulu cree que realmente su papá se robó unos zapatos y puras cosas así como media raras de niño, ¿cachai? Como de pequeña historia, entonces tú lo leís realmente con una sensación de nostalgia a tu propio pensamiento de cuando eras niño, que yo no he visto nunca.

¿Y cómo ves el rol que tienen los cómics para impulsar la lectura de los más jóvenes en esta época digital en donde pasan pegados con la tablet?

Es una fomedad porque yo creo que el cómic es una de las maneras más fáciles de aprender otro idioma, porque estás viendo lo que están hablando. Entonces puedes ver las dos cosas a la vez. El cómic tiene esa característica que es única en este arte: al abrir una página, ves todo el tiempo que es lo que transcurre en la historia. Ves el pasado y el futuro del cuadro que estás viendo al mismo tiempo. Eso no pasa en ningún otro arte. En el cómic, tú manejas el tiempo. En general, tú ves lo que viene antes de leer el desarrollo de lo que viene. Ves el futuro antes de leer la página, porque de golpe ves todo lo que pasa. Entonces tu relación con la historia es súper distinta. Tu relación con la historia es mucho más como omnisciente por decirlo así.

En general, el truco de los dibujantes es, por ejemplo, el continuará, el verdadero continuará visual. Eso lo pones en la viñeta final de la página derecha, para que al dar la vuelta, te des cuenta de lo que viene. Entonces uno siempre se calcula eso muy bien. Y a veces en la compaginación te cambian la página y cagaste con todo, porque tenías todo planeado para que al dar vuelta la página, se revele algo.

Esa es la otra cosa rica de los cómics, que son superespecíficos para un autor. No puedes escribir una página y tres cuartos de un cómic, porque o es una o son dos páginas. Entonces, eso lo hace mucho más conciso y preciso. Tienes que visualizarlo completamente. Es muy choro. Tienes que diseñar el mundo, los trajes, los muebles, todo. Entonces uno hace casi de todos los papeles. Es muy entretenido que en 31 minutos haya otros que hagan esas cosas, pero aquí uno tiene que hacerlo todo. Eso es lo divertido, digamos, del cómic.

Hablaste un poquito de este humor absurdo. Y la comedia es clave en tu trayectoria desde Plan Z a 31 Minutos. ¿Cómo abordas el uso de la comedia para la creación de este mundo y el relato de Timon?

Mira, creo que la comedia es clave para entender la vida. Entonces yo no veo nada sin la comedia y sobre todo las relaciones de la gente. Cuando uno conoce verdaderos amigos que se quieren uno conoce el humor que tienen entre ellos, aunque sea mala onda. Cuando ves una relación de una pareja antigua, de un matrimonio, tienen un humor específico entre ellos. Entiendes al tiro cuál es su relación.

Entonces, el humor para mí es la clave para entender las relaciones entre la gente. Incluso más que el odio. El odio es simple. El humor tiene amor, tiene confianza, tiene desconfianza... Incluso el odio tiene humor. Entonces el humor traspasa todo.

Yo jamás escribiría algo, una película, una serie o todas las otras cosas que he hecho, sin tener un prisma de humor. No, no, no. Pero tampoco lo hago a propósito, sino que en mi cabeza que es así. Entonces, en el caso de Timon, lo divertido es que es comedia.

Como yo parodio a mis ídolos, nunca voy a ser tan dramático como Temo Lobo, porque no me sale. Entonces incluso el cuadro más dramático siempre tiene alguna talla. Y eso para mí es lo más divertido. Y ahora, por supuesto, que cuando uno ha pasado 20 años, a veces te reís de tus propias tallas, porque ni te acuerdas cómo las hiciste, ni cómo las inventaste. Y la verdad es que yo, de verdad, no me acuerdo casi nada de cómo hice Timon. Para mí es como lo hubiera hecho otra persona.

¿Y cómo fue esa experiencia de releerte a ti mismo y afrontarte a este cómic que tenía tantos años?

Terrible, porque tiene como una especie de ego cerdo, porque te empiezas a reír a carcajadas de algo que supone que escribiste tú. Entonces como que se separa de ti un poco. O sea, por ejemplo, yo no me acordaba que el mago era tan divertido y tan loco. Entonces fue un placer, la verdad.

Cuando se lo mandé a la Valentina, que es la que colorea y es la primera que lee, me mandaba mails a cada rato sobre el mago, sobre Timon. Entonces me decía que estaba muy divertido. Eso para mí lo revivió en mi corazón. Siempre lo quise y siempre quise hacer el libro, pero, bueno, qué suerte que lo hice en realidad. Yo lo había pintado hace como dos años y lo paré porque estaba haciendo otras cosas como el libro de 31 minutos. Pero de repente a la misma editorial Planeta les dije: oye, tengo este libro. Y les interesó y lo publicamos.

Y se publicó, se publicaron también los compilatorios de Chancho Cero. En todos estos procesos, ¿Te ha picado el bichito para crear nuevos cómics como estos? ¿O nuevos personajes?

Claro, pero son dos vertientes. Uno: quiero publicar todo lo que hice en los diarios. Yo no me acordaba que era tanto. Por ejemplo, hay material como para otro libro de Timon quizás, que no es tan una historia. También estaba una sección que se llamaba El Computador Loco. Que contestaba reales preguntas de niños, pero el computador estaba mal. Entonces contestaba puras hueás. Y había otro que se llamaba Toñito Talón, que es el primero que inventé. Entonces hay ene para publicar, que ya existe.

Y lo otro, yo estoy planeando una novela gráfica, pero la voy a escribir con tiempo. Y eso va a ser en años más y va a ser un poquito más adulta, pero con algo de humor. Pero eso lo estoy planeando de a poco. Pero en general siempre sale algo. Por ejemplo, el año pasado se me ocurrió hacer estos libros de las canciones de 31 Minutos. Y es probable que siga haciendo algún otro de esos, de algunas canciones más importantes de 31 Minutos.

Las excelentes aventuras de Timón el legendario ya está disponible en librerías y tiendas online especializadas.

Pedro Peirano estará el próximo sábado 12 de julio en la octava edición de Planeta de Autores Fest en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM). Realizará ilustraciones en vivo en el Hall de la Sala A1 a las 15:00 hrs. El evento es totalmente gratuito.