La tarde de este miércoles se dieron a conocer los nombres de los ganadores del concurso “Santiago en 100 palabras”. La ceremonia de premiación, presentada por Escondida | BHP y Fundación Plagio, distinguió a los 12 mejores cuentos breves en el Teatro Nacional.

En el evento contó con la participación del actor Pancho Melo en la lectura dramatizada, la musicalización de la banda Dënver y la animación de Lorena Capetillo.

Una de las Menciones Honrosas de la noche fue para Óscar Knust Robles (75) por el cuento Búsqueda, un conmovedor relato sobre la identidad y pertenencia inspirado en la adopción ilegal de niños chilenos.

“Hoy cumplo 25 años. Mi tez morena, mis ojos negros, mi pelo tienen poco que ver con la tez blanca de mi hermana. Los niños del barrio de Godesberg, donde crecí con la familia Knust, en Bonn, eran rubios. Mis padres alemanes me contaron que me trajeron de lejos, que me habían buscado, que me querían mucho. Hoy recorro las calles de Santiago buscando a mi madre. Dicen que se llama Luisa Catrileo, que vive en Recoleta, que hace 25 años parió a un niño muerto. Dicen que aún lo llora”.

En una conversación con La Cuarta, el autor y dueño de la Granjaventura (ubicada en la comuna de La Reina, en el Parque Mahuida) habló de su cuento breve, su interés en la escrita, su trabajo durante la dictadura y el especial proyecto educativo que ya cuenta con 25 años de trayectoria.

-¿Cómo nace su interés en la escritura?

-Desde muy pequeño leía mucho, muchísimo. Entré a estudiar derecho en la Católica de Valparaíso, después de haber estado en el Colegio Aleman, en la Escuela Militar, Barros Arana. No me gustó derecho y me di cuenta que me encantaría ser escritor. Bajo esa idea me fui trabajando en un barco a Alemania, pero la vida me llevó por distintos caminos. Siempre he escrito algo. En los últimos años he hecho algunos talleres de escritura con distintos escritores y he estado escribiendo cuentos, pero nunca había publicado. Escribí un libro también en un momento que estuve en Alemania, ya de mayor, con la historia de la Granja, que ha sido un proyecto bien complicado. Pero ese proyecto patudamente lo envié al concurso de El Mercurio, de novela. Como dicen los lolos, ‘cri-cri, cri-cri’, y no pasó nada, pero no me deprimí. Y ahora escribo cuentos. Tuve una interesante tallerista que sugería que uno tiene para qué escribir como una biografía. Me gusta mucho la cosa biográfica, por mi vida en distintos países y aventuras y cosas. Ella argumentaba de que uno puede hacer retazos de la vida. Y entonces estaba escribiendo cuentos pequeños, de pequeñas situaciones que se me han producido. Estuve metido en política, no como político, sino que más bien como cuadro técnico durante la dictadura. Y siempre he sido bien activo en distintas cosas.

-¿Y qué inspiró el texto Búsqueda?

-A mí me impresiona mucho ese cuento que no es un cuento, es la realidad, de esta injusticia, de que a la gente pobre le roban los hijos y los venden. Porque eso es lo que pasó en Chile y yo creo que sigue pasando bajo cuerda, aprovechándose de la pobreza de las personas. En lo que pueda trato de hacer algo contra las injusticias, que son tantas que uno se siente bien incapaz de abarcar todo. Imaginen hoy día lo que está pasando con Gaza, con todo este mundo que es tan terrible.

“Yo tuve la experiencia, no me acuerdo exactamente, pero atendí a un chiquillo de estos que habían sido adoptados en el extranjero, en Suecia, que llegó a Chile a buscar a su madre, y al final no lo logró. No porque no fuera posible, sino que no pudo emocionalmente. Y quedé súper impactado de eso. El niño llegó, me recuerdo que le busqué un lugar para dormir, un departamento de centro, y al final se arrepintió. No superó, era tanto temor. Nunca me lo explicó tampoco, pero sí tuvimos conversaciones de qué por qué no seguía buscando y fue así como que se congeló, como que no pudo hacer la gestión. Seguramente es dolorosa y también, me la imagino, no estaba nunca reciente cuando se produce el encuentro, pero son cosas muy fuertes”.

“Entonces, se me ocurrió que en las calles de Santiago se viven todo tipo de cosas, porque el encuentro tiene que ver con Santiago. Pero Santiago está vinculado hoy en día con todo el mundo, con todo tipo de historias”.

-¿Y por qué decidió enviar este texto a Santiago en 100 palabras?

-Yo mandé tres cuentos. Mandé un cuento de un sueño, de dos sueños, que eran autobiográficos. Y este cuento que no te podía decir por qué exactamente lo decidí, es porque me afecta, con un tema de la sensibilidad que tengo, que hay que dar a conocer esas cosas, porque no sé si toda la gente está consciente de todas las brutalidades que pasan. Y además yo tengo un vínculo. Hay una familia que adopta, tiene mi apellido (...) Cuando uno está escribiendo se le ocurren cosas, todo tiene algo que ver con uno. El apellido Knust no es muy común en Alemania, pero sí existe. Se me ocurrió poner ese apellido que podría haber sido Von Bischoffhausen, pero lo encontré divertido.

-Me imagino que era una forma de retratar la situación que se vivía, de familias extranjeras que adoptaban a estos bebés…

-Yo conocí a alemanes que adoptaron a un niño. Tenían una hija alemana, una hija de ellos, y adoptaron un niño, y tuvieron siempre como un problema con él. La hija era súper estudiosa, el niño no era tan estudioso. Mirábamos esto y como que nos dolía un poco, escuchar una diferencia que igual ellos no podían superar. Hay gente que toma decisiones tan difíciles como adoptar un niño, pero sin pensarlo bien o sin imaginarse bien lo que significa. Está lleno seguramente de casos exitosos, pero también supimos de una alemana que devolvió a la hija, porque no pudo, no le dio el cuero. Así como ese niño chileno, de origen chileno, que vino, y fue incapaz de seguir la búsqueda de su mamá porque se asustó demasiado. Es un tema emocional tremendo. Entonces no te podría explicar por qué exactamente elegí eso, pero es porque es algo que a mí siempre me conmueve mucho.

-Ahora es uno de los finalistas de este concurso. ¿Qué se siente este logro para usted?

-Pucha, estoy feliz, porque yo dije ‘ojalá me lo publiquen’. Mandé tres. No sé si publican uno solo, no sé si publicarán otros más, porque los tres que vienen a mí me gustan mucho, pero cuando me llamaron me encantó. Estaba solo acá en la casa, no sabía con quien conversar, pero lo encontré el descueve. Porque la verdad es que siempre he querido escribir más de lo que hago, pero por otro lado tengo esta empresa, que es una empresa bien complicada, la Granjaventura. Es un proyecto muy bonito, pero que desde el punto de vista económico ha sido complicado desarrollarlo.

Alemania, dictadura y Granjaventura

Óscar Knust tiene historias por montón. Con 21 años dejó la carrera de Derecho en la Universidad Católica de Valparaíso, tomó un barco y se fue a Alemania donde estudió Sociología y Ciencias Políticas. “Fui guía turístico, hice un montón de cosas mientras estudiaba. Y al final me contrató un chileno, que es Mariano Fernández, que fue el ministro de Relaciones Exteriores de Chile y embajador en varios países. Pero cuando él tenía 35 años y yo tenía 28. Me contrató como periodista en una agencia de noticias”, relató.

Sin embargo, volvió a Chile en 1984, en medio de la dictadura militar. “Durante la dictadura inventé una agencia de eventos e hice todos los eventos importantes que hubo durante esa época contra Pinochet, los organizaba yo. Cuando digo eventos importantes, eventos políticos que se hacían en hoteles. Por ejemplo, hubo una reunión de parlamentarios de todo el mundo en el Hotel Carrera, que eso lo organicé yo. Reunión de mujeres por la democracia, lo organicé yo”, contó.

Según recuerda, fue parte de la organización de la Feria del Libro de 1989, que se realizó por primera vez en la Estación Mapocho. “Yo era bien amigo de (Antonio) Skármeta. Inventamos un nombre, le pusimos ‘La transición’. La primera vez que la Feria del Libro llegaba a un nombre, porque Skármeta que había estado en Alemania, los alemanes a la Feria del Libro de Frankfurt siempre le ponen un nombre, como un motivo, y nosotros estábamos en plena transición, en el año 89”, detalla.

Con la llegada de la democracia al país, lo dejaron de contratar. Intentó pasar al mundo privado, pero no tuvo mucha suerte. Después de trabajar 10 años en una empresa de transporte junto a sus hermanos, nació la Granjaventura, ubicada en el Parque Mahuida.

“Siempre he tenido que hacer cosas, porque tengo 4 hijos, hay que alimentarlos... Uno puede trabajar de escritor, pero hay que estar dispuesto a morirse de hambre o mandar a los niños al colegio público, esa cosa no la quise hacer nunca. No estuve dispuesto a ser pobre durante mucho tiempo”, afirmó.

Sobre el trabajo que hacen en la Granjaventura, Knust explicó que “hacemos talleres socioemocionales, psicoemociones con niños para combatir el tema de la violencia escolar. Aprovechando a los animales, ahí se produce una emocionalidad en los niños y en los adultos también. Hay gente que se ha casado allá, que fueron cuando eran chicos. Hacemos cumpleaños, visitas de colegio, visitas de empresa. Fiestas de Navidad y la familia, el fin de semana, somos visitados por muchas familias”.

Pero a sus 75 años, y con el impulso que le dio el reconocimiento de Santiago en 100 palabras, el foco está en enfocarse en lo que siempre le apasionó: la escritura.

“Lo que quiero hacer ahora, ojalá, estoy organizando la granja para que funcione con un gerente y yo dedicarme a escribir más. Este premio (...) es un empuje, es un empujón positivo, porque me alegro y es un reconocimiento, para una cosa tan chiquitita. Es un tremendo empujón y una tremenda motivación”, aseguró.

“No sé cuántos cuentos tengo, yo creo que tengo para publicar un pequeño librito”, cerró Óscar Knust.

Los ganadores de Santiago en 100 palabras

La ceremonia de este miércoles reveló a los 12 cuentos breves ganadores de la edición de este año del concurso Santiago en 100 palabras.

El Primer Lugar se lo llevó “Último sueño de un condenado” de Daniel Montero (32 años, La Florida). El Segundo Lugar fue para “Rhovan” de Vicente Bustos (16 años, Las Condes), mientras que el Tercer Lugar lo obtuvo “Costanera” de Felipe Barros (31 años, Valparaíso).

En la categoría de Talento Infantil destacó “Pelea de gigantes” de Ignacia Roa (11 años, La Florida), el Talento Joven con “Jugar Santiago” de Gustavo Varas (13 años, Providencia), y el Premio al Talento Mayor fue para “Tristeza” de María Emilia Barceló (72 años, Vitacura).

En las Menciones Honrosas se reconoció a “La Flaca” de Ruth Oñate (31 años, Santiago Centro), “Depuración” de Alfonso Rodulfo (44 años, Rancagua), y “Búsqueda” de Óscar Knust (75 años, La Reina).