Originado de la mezcla entre "tolerancia" y "poliamor", se trata de relaciones que si bien no son abiertas de manera pública, de manera interna se permiten y se aceptan en silencio.
“¿Perdonarías una infidelidad?" es una de esas preguntas que a medida que pasa el tiempo va teniendo respuestas cada vez más complejas que un sí o no. Y todo comienza desde la discusión sobre qué es una infidelidad: ¿Estar en una aplicación de citas? ¿Salir de fiesta sin avisarle a tu pareja? ¿Un abrazo, un beso, o algo más?
En una sociedad que durante muchos años ha sido monógama, cualquier transgresión a ese modelo se ve como un acto de rebeldía. Sin embargo, de un tiempo a esta parte existen las relaciones abiertas, los swingers, las relaciones poliamorosas, polígamas e incluso la anarquía relacional, cada una con sus diversos niveles de permisividad pero todas dentro del consentimiento explícito por parte de todas las partes de la relación.
Por ejemplo, los swingers suelen ser monógamos durante la semana, pero de manera consensuada optan por hacer intercambios de pareja, generalmente sexuales, por un período determinado. Las relaciones abiertas permiten la exploración de intimidad emocional o sexual con gente fuera de la relación, siguiendo ciertas normas, y el poliamor es cuando se pueden tener múltiples vínculos amorosos de manera consensuada.
Pero ahora ha surgido un nuevo término que diluye un poco la importancia del consentimiento al momento de poner los límites de la relación. Hablamos del “toliamor”, un término que suena y se parece mucho a poliamor, pero en realidad tienen diferencias sustanciales.
Su nombre viene de la mezcla de “tolerancia” y “poliamor”, y se refiere a una dinámica de relación en la que uno o ambos miembros aceptan, pero de manera silenciosa, que su pareja tenga aventuras o relaciones románticas con otras personas. De cierta manera es bajarle el perfil a la situación y simplemente no discutirlo ni obligar a llegar a acuerdos.
Esto puede llegar al punto de incluso fingir que no se sabe de las relaciones fuera del vínculo que posee su compañero o compañera, todo con el fin de preservar la normalidad. La idea de esto es generalmente evitar las confrontaciones o la necesidad de mantener la estabilidad familiar, aunque también hay una mirada más positiva que tiene que ver con el abrazar la idea de que el amor puede coexistir con otras formas de afecto.
Así, prefieren concentrarse en las formas en que su cónyuge demuestra su compromiso y su amor, las que compensan o hacen tolerable el engaño que podría estar ocurriendo.
Por el lado negativo se habla de la posibilidad de que pensamientos negativos comiencen a surgir, cuando estos engaños se vayan de las manos y, por supuesto, la falta de comunicación entre una pareja que nunca es buena.
Dicho lo anterior, se recomienda que por muy abierto y toliamoroso que uno quiera ser, esta indiferencia sea conversada y forme parte de la realidad de la pareja, antes de que la olla a presión estalle y la tolerancia deje de estar presente en la relación.