Chiquilla con maldad

Doctor:
Tengo un compañero de curso del instituto que me tiene loquísima. Tiene 22 años, es inteligente, alto, guapo, tremendas espaldas, y es muy sexy.
Sé que le gusto, de hecho me ha invitado a almorzar un par de veces. Me insinúa que salgamos por ahí, pero conozco a su polola, así que no lo pesco. Pero igual ella es súper pesada, se cree la muerte, me mira feo y no tiene idea lo que le pasa a su pareja conmigo. Me dan ganas de agarrarle al mino, comérmelo bien y después sacarle pica.
Pero creo que mi asunto va más allá de eso, pues le aseguro que estoy enamorada de él. Dígame si me la juego o no, doctor.
Judith
Señorita:
De la forma que describe a ese hombre se le cacha a la legua que anda babeando al nivel de fans de Justin Bieber.
Pero quiero que se siente y me lea con detención. Yo no quiero que después ande con los mocos colgando llorando por un compadre que no vale la pena y tiene su cachorra marcada. Si la invitó a almorzar y le tiró unos piropos con el fin de que entrara a pata pelada fue exclusivamente para comérsela con papas fritas, o arroz, o ensalada y después mandarla a freír monos al continente del fallecido Mandela. Fácil mija.
El compadre si quiere algo de verdad dejaría a su polola de lado y se la jugaría por usted. Y por otra parte, que la mina sea pesada, le tenga mala o la mire feo no significa que le va a responder comiéndole la color. Quedará como una cualquiera y él seguirá con su polola. Búsquese otro hombre. Están por todas partes y si sigue comportándose como una dama le van a llover.
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