¡Doctor, me serví a unas gemelas!

Llevo tres meses convertido en un atado de nervios. De puro carretonero.
Es que conocí en una discoteque a una flaca no muy encachada, pero más fogosa que el Junior PlayBoy al lado de las minocas de la tele.
La saqué a bailar y a los 10 minutos estaba agarrando de lo lindo en una esquina oscura de la disco. Me fui para su casa y ahí pasó mi historia. Obviamente que saltó la liebre en un rato hasta que me quedé dormido.
Cuando desperté, vi dos minas en la cocina haciendo huevos revueltos. Cuando las saludé eran dos minas iguales. Gemelas, o en realidad Ge-malas, pues no eran muy agraciadas, pero simpáticas.
El asunto es que no sabía con cuál había pasado la noche. Ellas empezaron a jugar conmigo en ese sentido. Y ahora las veo por separado, pero le podría asegurar que estoy comiéndome a las dos. Y ellas creen que no me doy cuenta.
turnio
Cegatón:
¿Está seguro que son dos? ¿o despertó con una botella de pisco en la cabeza y vio doble esa mañana con los huevos revueltos?
De verdad, mi amigo, a su historia no le veo drama alguno y para serle sincero, tampoco le creo mucho.
Pero bueno, aproveche al par de federicas y sálvese por dos. Compre el doble de todo por las visitas, mire que corre el doble de riesgo de que se contagie con algo.
Tiene el doble de riesgo que lo pillen en la calle con una peor es nada; el doble de riesgo que su mamá lo pille con un murciélago en la cama.
Le digo esto, porque usted dice que las niñas son así, pero quizás algo lindo deben tener. Siempre hay algo bello en una mujer. Los feos somos nosotros. Si no, mírese al espejo.
Y por último, consígase un amigo que la haga por la patria y trate de hacer un doblete. Lo pasarán bien y capaz que le salten hasta las cambiaditas. Siempre y cuando su historia sea verdad. Su mentiroso.
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