Trabajo en una oficina de telecomunicaciones y siempre vía fono debía hablar con una ejecutiva. Le juro que cuando conversaba con ella me erizaba entero. Es que tenía una voz espectacular y más encima se reía en la fila. Me tiraba comentarios en doble sentido y, obvio, como uno no es de fierro, le seguía la jugarreta.

Hasta que al final la invité a salir. Antes de ello, quedamos de juntarnos en el casino. Y ahí me encontré con una gordita simpática, pero no era lo que yo pensaba. La cita ya estaba planeada y no podía tirar para colina. Así que salimos igual.

Y en un momento de la noche comenzamos a hablar de sexo. La hembra se las sabía por libro, y entre tanto verso nos fuimos a un motel. Era una fiera, doc. Le prometo que en la cama nunca encontré una mujer así. Lo hicimos como cinco veces, a tal punto que cuando me fui para mi casa me andaba cayendo solo con las rodillas tembleques. Me enamoré. Y ahora la llamo, no me pesca, y no quiere nada conmigo. Me tiene mal. Muy mal.

QUERUBÍN

Mi pequeñito:

Lo que me contó habla muy bien de usted, porque ahí uno se da cuenta  que al final lo físico vale callampa. Seguramente usted se imaginó que la mujer de la voz cachonda era una exuberante dama que se iba para adelante con las pechugas y le costaba caminar por el manso tambembe. 

Pero no, se encontró con una chicoca monona y para nada relacionado con lo que se había imaginado. E igual fue a la pelea con ella. Al nivel de que se pegó sus varias canas al aire. Pero ahí está su error. Usted no es el bacán del mundo. Capaz que ella lo encontró penca. Feo, hediondo, malo pa’l catre, narigón… no sé. O quizás habló puras porquerías en la reunión cuerpo a cuerpo.

Pero mire. Acá, eso de que se enamoró, en una pura salida, da lo mismo. Creo que quedó hirviendo después de los cacheteos; y si la reina no lo pesca, chao. Ya no fue. Por último puede decir que se la comió con papas fritas. Y ella también podrá lamentarse que con usted igualmente hizo lo mismo. De vuelta la página y siga hablando por teléfono sin pensar nada más que en la pega. Su gil, sacador de vuelta.