Doctor:

Estimado, no lloro sobre la leche derramada, asumo los cagazos. Tras cinco años de pololeo, decidí casarme con mi pareja. Los dos somos maduros y nos gustamos porque somos como tirados con onda para la pasión.

Todo lindo hasta que me mandé un condoro con una amiga de mi pierna. Ella es tan rica como la que va a ser mi señora y caí. Me pillaron, hubo mocha heavy y me dijo que no había casorio.

Me tiré al suelo, le imploré y ella me dijo que me perdonaba si no hacía escándalo si me pagaba con la misma moneda.

Como la amo, acepté. Se acerca la fecha del casorio y le he preguntado si me ha puesto los cachos, pero ella no quiere hablar sobre el tema, que es un caso cerrado. ¿Qué hago? ¿Le doy filo, pese a que la amo?.

ERNESTO

Caballero:

De partida debo decirle que metió la cabeza al desagüe, ya que amando a una mujer, la de su vida, le puso los cachos. Y la volvió a meter al aceptar la condición que ella le impuso para que lo perdonara.

¿Acaso no sabe el muy zopenco que las dudas aniquilan el amor? Lo que ella quiere es venganza por su traición, usted nunca va a tener paz, porque siempre tendrá clavada la espinita de si le pagaron con la misma moneda.

Aunque ella le diga por fin que no pasó nada con otro gallo, usted igual estará con la bala pasada, con la sombra de los cachos en la cabeza de arriba.

Mejor no se case si va a andar todo amargado, el matrimonio no es para eso, es para tratar de ser felices y comer perdices.

Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com