La chicha fresca

Doctor:
Estoy con la tremenda duda, como quien dice, en medio de una gran tribulación. Hace tres meses que me echaron de la pega, me pateó mi pareja, me enojé con mi mamá y estoy atrasada en los dividendos. Pura mala suerte desde que una cochina me echó una maldición. Pasó que me estaba comiendo un mino casado por fuera. Todo bonito hasta que la bruja nos hizo la pillada y le fue con el cuento y unas fotos y vídeos nuestros en acción que veíamos en wasap. De ahí todo se pudrió y ahora me quiere salvar un caballero de 60 años, con plata. Antes habíamos tenido unos encuentros flash en un hotelito caro, pero no era nada notable, hasta se me dormía en acción. Pero, en fin, me ofreció vivir juntos y hacerme rica. Pero no sé. ¿Acepto?
LEONOR
Leíto:
Usted es de antología, cariño, una auténtica chicha fresca y, me imagino, piedra de curanto que va a todas las peleas. Le dan lo mismo los casados, los solteros, los cabros y los viejitos. No importa cuántos son, sino que vengan de a uno parece ser su lema. Y en una de esas, todos juntos, total. Entiendo que su atado es porque el tatita la invitó a vivir a todo trapo y no sabe si se va a enojar cuando descubra que a usted no le gustan las exclusivas y que siente unas ganas enormes de zapatear en fondas ajenas, que se le hace agua la boquita por los anticuchos, los choripanes y las longas. Mire, Leíto, usted la tiene clarita en la vida: lo suyo es echarle pa’ delante y pa’ tras también. Usted no tiene atados, pero son los otros los que sufren. Y eso tampoco le preocupa. Así es que juegue no más.
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