Ventanita Sentimental

Loco por la vecinita nueva del edificio

Doctor:

Ando complicado. Y no por la bebida, con la que un par de veces por semana tengo problemas que me obligan a escribir “nunca más” en el face. Ando complicado por ella: la vecinita nueva que llegó al edificio donde vivo.

Le doy un poco de contexto. Tengo un cabro chico y estoy emparejado, pero no casado, hace ya una buena cantidad de años. No fumo, tengo el genio de hijo único, estoy pelado, los hombros súper altos pa’ no decir que no tengo cogote, pero igual hago reír a la gente, como si fuera un payaso sin maquillaje.

La cosa es que el otro día iba saliendo de casa a jugar al jardín y la piscina del edificio con mi broca, medio enojado porque no me podía tomar una piscola pa’ olvidarme del guatón odioso de mi jefe, cuando se abre el ascensor y estaba ella. Un flaca con un cuerpo escultural, hecho a mano. Una faldita corta, una blusa escotada... mmmm un manjar.

La saludé y listo. La cosa es que llegamos a la piscina y ella iba para allá también. Se sacó la ropita y quedó en un diminuto colaless para qué le cuento. Ahora todos los días cuando llego en la tarde a la casa cacho que está en la piscina y bajo con el cabro chico a jugar y le meto conversa. Ya sé que la mina está solita y yo cacho que me está tirando los churrines. Mi patrona está medio cachuda y me pregunta por qué salgo tanto a jugar con mi hijo en vez de chantarme la clásica piscola de la tarde. ¿Qué hago, doc? ¿Me pego el salto?

Pelado sin cogote

Pelado fresco:

Hay que ser bien gil y la verdad es que me enojé con su carta. Primero, con esa facha de Tío Memo que debe tener, no creo que una mina así le aguante el salto. Aunque sea bueno pa’ la talla o le pase algunas piscolas.

Peor aún encuentro que agarre a ese pobre crío y lo saque al aire libre pa’ que el perla se ande cuarteando a la vecina nueva. Eso no se hace. Usted debería estar jugando con su peque, enseñándole a pegarle a la pelota como Alexis Sánchez o por último a cuidar la naturaleza. 

Y último consejo, cuide a su mujer. No ve que por curado y mirón capaz que la que termine mirando al vecino nuevo sea ella, su pelado sin brillo. Chao nomás.

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