De chico tenía el pelo de chuzo. Me decían Cachupín, Mechas Tiesas, Pepe Tapia, etc. Me agarraban para el tandeo todos los días en el colegio. Hasta que decidí dejarme el cabello cortito. Cuando entré a la U caché que no tenía mucha onda lo del “pelao’’ en la cabeza, así que esperé que me creciera la chasca y me engominé, onda lenguetazo de vaca. Así estuve cuatro años, hasta que me puse a pololear. Estaba en una relación perfecta. Con mi pelo como Gardel, mi novia me encontraba mino y se quebraba con sus amigas. Y el día que me soltó el chimpancé quedó la señora del zorro. Fuimos a un motel, nos pusimos a agarrar hasta que me saltó la liebre, lo hicimos como tres veces y nos quedarnos dormidos. Tipo 9.30 del día siguiente, me desperté de un tremendo grito. Era ella espantada por mi melena que llegaba hasta el...  techo. Se vistió, me trató de mandril recu… y se fue de la habitación. La amo y no sé qué le pasó. Ayúdeme doctor.

Chasquillas

Oiga, mecha e' clavo:

Lo primero que tiene que hacer antes de meter la cabeza al guáter para matar su cabello, es olvidarse de aquella mujer. Una mina superficial que sale arrancando porque le encontró mechas de choclo, una, se lo engrupió porque lo encontró malo pa’l catre, o tiene cero aprecio por usted al encontrarle ese detalle y huir por eso. Ahora, encontrarse con un payaso que se lavó el cabello con viagra después de estar un par de meses con un dandy engominado y elegante es como caerse de un décimo piso y de cabeza. No mi perro, es una broma. El cuerpo, la ñata, la pera, el ñato, y todo lo exterior vale una verdadera callampa. Si su polola se viró del hotel porque no le gustó su verdadero look arriba del mate, tiene cero cerebro. Quédese tranquilito, déjese el pelo como le plazca y búsquese otra pierna. Es lo mejor que puede hacer. Me sorprendió una historia tan burda. Ah, le mandó saludos el Peineta Garcés. Chau.