Compañero del cuore: 

El otro día iba con mi señora, tipo ocho de la mañana, en mi autito a la pega. Primero la paso a dejar a ella y después parto a mi trabajo tranquilito. El problema, en realidad es rico pero un caos, es que una vecina nueva la vimos en la esquina esperando micro. A mi esposa le dio pena y a mí también. Así que la invitamos a que se subiera y le preguntamos a qué parte iba. Curiosamente, coincide con la dirección de mi pega. Queda a dos cuadras. En dos semanas mi esposa no me habló más. Claro, es que la cabra está como quiere y a mi iñora prácticamente la paso a tirar para irme lindorfeando con ella. No lo puedo evitar, pero el martes pasado fue con una mini que me dejó más duro que pan de tres días. Quiere agradecerme por este favor con una salida a tomar una cosita por ahí. ¿Voy?

Lalito

Eduardito:

Yo que usted le chanto un espejo pegado a la guantera de su autito para deleitarse de lo que puede haber entre medio de las piernotas de su vecina. Pero, lamentablemente, tiene una señora que le va a preguntar para qué es el asuntito. Ahí entra su viveza y le responde que es para ella misma para que se vea lo hermosa que es (claramente que es con el fin de que se meta su manito de gato y no llegue con cara de tuto al trabajo). Se puso grave la cosa, porque a la cabra usted le interesa. No creo que sea por lo paltón, ni hermoso. Es porque corre con su auto y la deja donde ella quiere llegar. Más encima se hace el lindo, le habla bonito, y seguramente, le abre la puerta para que se baje. Pero lo de la invitación, aunque sea algo que podría dejarlo sin calzoncillos, dígale que no. Se puede tentar y podría meter la cabeza al guáter con su querida mujer. Ella no se merece que la engañen con una desconocida que apareció en el baño, ni con nadie. No lleve más a la minita y disfrute a su reina como copiloto. Algo bueno debe tener.