Cristián Contreras Radovic, alias Dr. File, periodista, doctor en filosofía, excandidato a senador, eximio divulgador de teorías, complots y creencias populares, hace una semana se presentó como invitado a Todo va a estar bien, el late de Vía X que conduce Juan José Lavín, para revisar, según él, el tema del que “nadie en la televisión quiere hablar”: el Plan Andinia.

Si uno rastrea los resultados que arrojan los buscadores sobre el Plan Andinia de seguro se encontrará, en primer lugar, con que es una teoría conspirativa. Y recién después, con todo lo que agregó Contreras: que es un proyecto acaso secreto que pretende establecer un Estado judío en la Patagonia de Argentina y Chile, que “Theodor Herzl, el padre del sionismo, escribió en un párrafo que la Tierra prometida está en la Patagonia”, que “la tierra que hay en el sur” interesa esencialmente porque “es un verdadero paraíso”.

Dr. File, incluso, dijo que “la tierra donde hoy está Israel no es la tierra prometida”, pero “la Patagonia tampoco”. El preámbulo adecuado para ufanarse de su investigación: “Yo sí sé dónde está, pero no lo voy a decir. Lo reservo para la academia”.

Una teoría discriminatoria

—No existe tal cosa como el Plan Andinia —es tajante el sociólogo Daniel Chernilo, académico de varias universidades locales y del Reino Unido—, no hay tal cosa. Es solo, única y exclusivamente un mito conspirativo construido a propósito de estereotipos antisemitas.

Chernilo, profesor titular en la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, aclarará más tarde que no es un representante de la comunidad judía y que no responde a ningún cargo, que no habla por nadie más que por él. Pero en su calidad de investigador judío, dedicado a estudiar entre otros asuntos el antisemitismo, busca participar cuando puede del debate público y explicar que esto, lo de Dr. File por ejemplo, es más bien un discurso discriminatorio.

De ahí que se siente a conversar unos minutos con La Cuarta.

—Es una cuestión con la que uno lidia permanentemente. Del mismo modo que hay comentarios misóginos que las mujeres enfrentan de manera diaria; comentarios racistas o clasistas, que enfrentan los migrantes, la gente más pobre o de apellido mapuche. Bueno, los judíos lidiamos con este antisemitismo casual, cotidiano, de manera permanente. Y en el caso mío, dependiendo del ánimo, de lo grave que me parezca, de distintos factores, a veces uno trata de hacer un ejercicio más educativo, a veces se hace el leso y a veces se enoja y dice cosas que no debiera. Como reaccionan todas las personas.

—Le pregunto, ¿en qué consiste esta teoría que difundió Dr. File?

—Es bien importante partir desde ahí. Que no hay tal cosa. Tampoco en el pasado, no es algo que había y que ahora no hay. Es un mito que consiste en que, durante el siglo XIX, los grandes banqueros judíos de Europa Central lo que harían sería comprar tierras, extensiones enormes, en distintas partes del mundo con acuerdos bajo la mesa, acuerdos ilícitos, ilegales, que atentan contra la soberanía nacional. Y que la Patagonia habría sido uno de esos lugares donde se pudo haber comprado para crear un Estado judío. De ahí viene: del vínculo entre, por una parte, la idea de que los judíos generen una cofradía conspiratoria de muchísimo dinero que opera siempre a espaldas de los intereses y del bien público. Y que con este gran capital y redes en todo el mundo, generarían esta conspiración para comprar estos terrenos.

—Él mencionó que “la tierra prometida es La Patagonia”, ¿por qué lo dice?

—Uno puede entrar en la discusión, si quiere, de qué es lo que dijo alguien alguna vez en 1880. La Tierra Prometida de los judíos está en el medio oriente y eso lo vemos en las noticias y en el establecimiento del Estado de Israel allá. El que Herzl, en algún momento, haya podido decir que hay tal o cual lugar en el mundo en el que esto sería posible, responde a lo que pasaba en esa época en todo el mundo. En Chile estaban llegando los alemanes, llegaron los croatas. Los familiares del Presidente Boric llegaron a Chile en esa época, a Punta Arenas, y la gente no anda diciendo que llegaron los croatas a crear un Estado croata de forma conspiratoria en el sur de Chile. Las afirmaciones, sacadas de contexto, de hace ciento cincuenta años completamente sacadas de contexto, sin ninguna interpretación, no tienen mayor sentido. Lo que se hablaba en la época era de oleadas colonizadoras, como las que sucedieron en América Latina durante todo el siglo XIX, pero eso nunca estuvo relacionado con un plan concreto ni con recursos concretos ni con acuerdos concretos con los Estados.

—¿Por qué se siguen repitiendo historias como estas?

—Porque el antisemitismo es de las grandes tradiciones intelectuales de occidente. Una de las grandes tradiciones negativas de occidente. ¿Y por qué digo? Porque el mito de que hay una conspiración judía que busca atentar contra un líder superior comienza con el mito de que los judíos traicionan a Cristo hace dos mil años. Entonces, es uno de los mitos fundantes de la civilización cristiana, que se expresa en distintos momentos de la historia. Con una clave más teológica durante buena parte de la antigüedad. Con una clave más racista en la época del siglo XIX, porque era la época en que estaba de moda el racismo. Cuando aparece la crítica al capitalismo, entonces era ahora los judíos son los dueños del capital, porque lo que había era una demonización del capital. Y hoy día el Estado de Israel es el estado paria por excelencia, porque es el estado de los judíos. El antisemitismo se expresa de distintas maneras en distintos momentos de la historia de occidente. A estas alturas ya no sólo de occidente sino de todo el mundo, porque es un conjunto de ideas muy abstractas que permiten aplicarse en contextos muy distintos, siguiendo siempre la misma lógica.

—¿Cuál es la lógica?

—Que aquí hay un grupo cerrado sobre sí mismo al que no le importa nada excepto su propio bienestar, que son egoístas y están dispuestos a traicionarlo todo con tal de obtener sus intereses. Intereses siempre nefarios, inconfesables, y por tanto, todos sus negocios, sus vínculos, tienen que ser a escondidas. Y frente a eso, en una clave más teológica o racista o anticapitalista o nacionalista o progresista, es fácil caer en donde está el grupo que es el responsable de todos los males del mundo.

—¿Cómo los afecta una teoría que pueda divulgar el Dr. File?

—A nadie le gusta que lo demonicen de esa manera y de forma permanente. Todas las teorías conspirativas que escuchamos hoy están construidas sobre la base de los estereotipos antisemitas anteriores. El antisemitismo es la teoría conspirativa por excelencia. Y esto hace que a ratos uno se pueda poner muy a la defensiva o a ratos que uno parezca tener la piel muy sensible, pero los judíos sabemos que cuando estas cosas escalan no terminan bien. Y por supuesto que hay una permanente preocupación porque reaparecen estas ideas en distintos contextos, en distintos momentos y con distintos fines. Yo a este caballero no lo conozco, no sé por qué sale diciendo estas cosas, pero el hecho concreto es que le da vocería a ese tipo de prejuicios tremendos.

—¿Qué te parece que se le dé espacios a estas teorías en la TV?

—Me parece muy grave, por una parte. Por otro lado, no me sorprende. Porque la historia de occidente puede ser contada desde la historia de cómo estos distintos estereotipos antisemitas aparecen en algún momento. Hoy día el antisemitismo pareciera ser un problema más de la izquierda que de la derecha, pero históricamente el antisemitismo tenía que ver con el nacionalismo y con el racismo. Esta es una cuestión pendular. En distintos momentos de la historia la opinión pública se mueve más en una dirección o en otra y a nosotros nos cae, nos toca lidiar con la forma en que esos eventos se van desarrollando. Insisto, no me sorprende, porque en Chile hay toda una tradición de pensadores o intelectuales, en el mundo de izquierda y en el mundo de derecha, que del mismo modo que en otras partes del mundo, se han hecho eco de este tipo de teorías conspirativas que ponen en los judíos la explicación de los problemas del momento contemporáneo. En los años 30, en los 50, en la dictadura o ahora.

Hacia el final de la conversación, dice Daniel Chernilo, lo que más resiente es que la educación tampoco sea suficiente.

—A estas alturas, que gente culta, o aparentemente culta, o por lo menos con educación formal, siga repitiendo este tipo de cosas, a uno a ratos lo hace desesperar de la naturaleza humana.