La tarde estaba bonita, soleada, y Daniela Gómez había decidido salir a “pajarear” junto a su pololo y una amiga, es decir, a observar y retratar aves, por lo que se armaron con sus cámaras y guías de identificación de fauna silvestre, “y sin nuestras mascotas obviamente, justamente para poder ver pajaritos, sacarle fotos, identificarlos y aprender”, cuenta la , técnico veterinario a La Cuarta.

Eran alrededor de las 3 PM del jueves 27 de noviembre en el sector de Panitao Bajo, entre Puerto Montt y Calbuco por la costa, Región de Los Lagos, y llegaron a una playita donde unos pescadores refaccionaban sus botes, al lado de un camino rural. “Es un sector muy chiquitito”, describe ella sobre esta bahía, con apenas espacio para transitar.

En eso estaba el grupo —entre gaviotas, tiuques, bandurrias y queltehues— cuando pasó nadando una bandada de entre cinco y seis cisnes de cuello negro (Cygnus melancoryphus), junto a un buen puñado de blancos polluelos, aún muy pequeños: “No vimos que andaban con pollos entonces nos quedamos contemplando y, de la nada, aparecen tres perros”, relata. Uno de los canes era una hembra de tamaño “mediano”, según describe, y este corrió directamente a la orilla hacia las aves acuáticas, y se lanzó al agua “directo a atacarlos entonces”, asegura.

“Aunque los perros son animales terrestres, su capacidad para recorrer grandes distancias y moverse libremente por dunas, marismas y bordes de humedal los convierte en un depredador altamente eficiente en estos ecosistemas”, evidencia Gabriela Contreras, coordinadora de proyectos en el Programa de Aves Acuáticas y Humedales de la Red de Observadores (ROC).

Ante esa arremetida, Gómez soltó sus pertenencias y echó a correr con ropa, se tiró al mar —poleron, pantalones y zapatos incluidos— y nadó lo más rápido que pudo a tratar de detener al perro y a, gritando, espantar a los cisnes para que huyeran por sus vida. Sin embargo, los padres de los polluelos no huían y aleteaban y trataban de imponer su presencia para ahuyentar al depredador doméstico y salvar a sus retoños.

En casos como ese, Gabriela Contreras indica que “lo más importante es no exponerse a un riesgo personal, especialmente en zonas acuáticas”.

La especialista advierte, además, que “en Chile no existe un protocolo que indique intervenir físicamente”, en situaciones de este tipo, “ya que puede poner en peligro tanto a las personas como al ave”, explica al diario pop.

Por lo que si bien la intención de Gómez fue noble, también peligrosa. En cambio, Contreras simplemente propone, ahuyentar al perro “a distancia, usando ruido o movimientos amplios, sin enfrentarse directamente, evitando acorralarlo y procurando no generar estrés adicional a las aves, especialmente si hay nidos cerca”.

Además, Contreras recomentienda tomarle fotos o videos al suceso como evidencia, junto con “idealmente georreferenciando el punto mediante la ubicación del celular” para denunciar el caso y, en caso de que el ave resulte herida, contactar al SAG o al centro de rescate más cercano.

“Eran más o menos seis pollos que habían en ese grupo de cisnes, y el perro mordió a cinco de ellos, vi cómo los masticó, uno por uno, los mató y se llevó a dos en el hocico a la orilla”, cuenta la también técnico veterinario y amante de la fauna silvestre.

Sólo uno de los pollos logró que se salvara. “Pero no sé si vivirá, lo ví muy en shock tratando de escapar con sus papis”, advierte.

Gómez retorno a tierra firme, aún con la adrenalina desatada, y retó al can, le llamó la atención, le aplicó unos gritos y le pegó en el hocico para que soltara los cuerpos de los polluelos. “El perro soltó a los pollos y los dejó en la arena muertos”, relata.

En eso, los pescadores se acercaron donde la joven, e incluso la habían grabado, porque pensaron que el perro era de ella, por lo que se produjo un cruce con ellos, echándose la “culpa entre sí”. Aunque luego aclararon la situación. “El perro lo vinieron a botar, estaba tirado hace ya una semana dando vueltas por ahí”, supone ella. “Entonces obviamente tiene hambre y por eso se mete a cazar”.

Los pescadores ya estaban al tanto de la presencia de aquel perro dado a cazar, y también se habían percatado de que estos cisnes habían anidado en esa playa, por lo que “ellos estaban preocupados de los cines también porque son hermosos”, evidencia. “Igual acá la gente respeta a los animales silvestres”.

Al final, al menos en cuanto a las personas involucradas, nadie salió herido, aunque Gómez literalmente quedó con el agua “hasta el cuello”, toda mojada, y así se tuvo que devolver para su casa. “El mar en Puerto Montt es frío, en el momento ni sentí la temperatura”, admite quien luego llegó a acostarse a su casa para recuperar el calor.

Sobre el perro comenta “no era agresivo entonces pienso que era de alguien, que lo fueron a botar ahí, y después con los pescadores confirmamos: justamente habían venido a botar esos tres perros porque andaban por ahí hace una semana”, analiza.

En tanto, Contreras, la especialista, indica que casos como este, según estipula la Ley Cholito, es fiscalizado por la municipalidad del sitio en que ocurre el hecho, en este caso, la de Puerto Montt.

¿Un problema sin solución?

En la noche, a horas de lo ocurrido, ella publicó en su cuenta de Instagram imágenes de lo ocurrido junto a un texto para difundir el caso: “Hoy tuve la mala suerte de presenciar un problema que nos compete a todos, pero que afecta directamente a aquellos animales que no tienen voz y que con el pasar de los años mueren por culpa de personas que no entienden que los perros deben estar amarrados en sus paseos, sobretodo en lugares donde abunda la naturaleza.

“Entiendo que quieras que tu perro corra, que a tu perro le guste nadar o subir el cerro”, declaró. “Pero entiende tú también que hay animales que componen el equilibrio del ecosistema en el cual vivimos”, y declaró además para modo de tirón de oreja: “Los perros no pertenecen a estos ecosistemas y eso los hace invasores y peligrosos para la biodiversidad si es que no van supervisados y amarrados durante paseos en zonas rurales donde viven, se alimentan, reproducen y conviven animales silvestres”.

La Cuarta se puso en contacto con el Servicio Agrícola y Ganadero, desde donde indicaron que el SAG “no tiene competencia” cuando de perros se trata, en vista de que no están incluidos en la listas de especies dañinas en el reglamento de la Ley de Caza, a diferencia de otras especies invasoras como burros (Equus asinus), visones (Neovison vison), jabalíes (Sus scrofa) y castores (Castor canadensis).

En abril del 2024, la Cámara de Diputados rechazó legislar el proyecto que buscaba declarar a los perros asilvestrados como especie exótica invasora, es decir, a individuos que se encontraban en estado salvaje ni contacto directo con las personas; por lo tanto, ni siquiera incluía a los perros callejeros, los cuales se encuentran protegidos por la controversial Ley Cholito.

Así, actualmente la autoridad sanitaria no está facultada para controlar sus poblaciones y evitar daños tanto a fauna como ganado e incluso personas, como de hecho sucedió hace unos días un ciclista en Copiapó que murió atacado por una jauría.

“La presencia de perros causa impactos negativos significativos en aves playeras, acuáticas y otras especies que utilizan ecosistemas costeros”, remarca Contreras, ya que depredan huevos, polluelos e individuos ya adultos; persecución y estresan a los plumiferos, lo que “interrumpe conductas esenciales como alimentación, descanso e incubación”, argumenta.

“En Chile, una parte importante de los ataques registrados ocurre en playas, dunas y humedales, donde las aves son especialmente vulnerables”, agrega.

La Estrategia Nacional de Conservación de Aves, del Ministerio del Medio Ambiente, declara a los perros sin tenencia responsable como una de las principales amenazas para numerosas especies, no sólo de aves.

El cisne de cuello negro es una especie nativa de Chile y residente desde la Región de Atacama, Carrizal Bajo, hasta el extremo sur, incluida Tierra del Fuego, según la Guía de Aves (2023) de Daniel Martínez Piña. Suelen encontrarse en grupos emparentados entre sí y crían en parejas, en general bastante monógamas a lo largo de su vida, y tienen entre cuatro y siete huevos que ponen en pajonales. Los polluelos están cubiertos de un plumón albo y, a medida que crecen, adquieren un color grisáceo, para luego alcanzar sus tonalidades características ya de adultos.

Durante la temporada reproductiva, los cisnes suelen mostrar comportamientos más gregarios, por lo que es común ver a varias parejas con sus pollos desplazándose unas cerca unas de otras. Eso sí, según los ornitólogos, cuida a sus propios pollos retoños.

Tras la tragedia

Al día siguiente del ataque, La Cuarta visitó el sitio de los hechos junto a la testigo y pudo observar al menos una decena de cisnes, algunos de ellos con polleluelos nandando tras ellos, reposadamente.

Además, nos topamos con otras especies como un huairavo (Nycticorax nycticorax) y una pareja de pato quetru no volador (Tachyeres pteneres). También otras especies: los tiuques, bandurrias (Milvago chimango), queltehues (Vanellus chilensis), zorzales (Turdus falcklandii), pilpilén, golondrinas, jilgueros, gaviotas cahuil (Chroicocephalus maculipennis) y dominicana (Larus dominicanus), pelícanos, jotes se ven en este sitio cercano a un cerro.

Todas estas aves habitan entre las embarcaciones de pesca artesanal, astilleros, y varios hogares en esta zona rural.

Los perros, que fueron causantes de este ataque, no fueron avistados.

Los primeros pescadores entrevistados acusaban no saber del animal responsable y aseguraron que fue abandonado. Algunos, con actitud a la defensiva, señalaban que era simplemente “su naturaleza”.

No obstante, en el camino, fueron varios los perros que andaban sueltos, siendo una normalidad. Más tarde, otro pescador, que pidió reservar su identidad, indicó que lo dicho por sus colegas es falso y seguramente ese can tenía un dueño.

Lugareños indicaron que es normal que pescadores lleven a sus perros a la playa mientras estos realizan sus tareas en tierra y mar, mientras los animales quedan sueltos; una situación altamente peligrosa y de irresponsabilidad, acusan.

“Mira, más que perro callejero es la tenencia irresponsable de las personas que viven acá. Y todos mis vecinos tienen perros. Todos los días hay peleas”, puntualizó Daniela.

Ahora, la mujer espera realizar un encuentro con los pescadores de Panitao Bajo y organizar una instancia para generar conciencia y educar. Aunque esto es solo una fracción de las personas que habitan en el lugar, no dejaría de ser un avance.

“Otra cosa que se puede es divulgación de estas leyes que existen, hacer conciencia de la tenencia responsable, que también incluye a perros y gatos, que en este momento el problema sería que la tenencia irresponsable de mascotas afecta a la fauna silvestre”, describe la joven: “Y por ahí ya cae la Ley Cholito y las denuncias que puedes hacer como vecino; por ejemplo, si ves que los perros andan sueltos, debes denunciar en la municipalidad con la dirección de la persona: si tiene el RUT del dueño, hacer la denuncia sin miedo”.

De momento, quedó en el misterio qué pasó con la pareja de cisnes de cuello negro y el polluelo sobreviviente.