"Mi abuela no murió por la voluntad de Dios"

Alejandra Sáez es nieta de María Miranda, una de los dos ancianos que perdieron la vida por sobredosis de potasio en el Hospital El Pino. El presunto autor de los letales inyecciones es un paramédico del recinto; sus colegas lo defienden y acusan una "persecución".

Hace 12 días la señora María del Carmen Miranda, de 74 años, llegó hasta el Hospital El Pino a realizarse unos exámenes para tratar su diabetes. El trámite era de rutina, pero una presunta negligencia médica le quitó la vida tras un paro cardiorrespiratorio.

La dirección del centro asistencial, ubicado en la comuna de San Bernardo, descubrió minutos después que no fue el único desceso esa madrugada del 1 de agosto. Otro anciano, Pedro Deucaman, también murió en las mismas circunstancias. Ambos fallecimientos tenían un denominador común: la presencia de una alta concentración de potasio en la sangre de los ancianos.

"Nos dijeron que nos fuéramos para la casa, ya que mi abuelita quedaría en observación toda la noche, y como a las 2 de la madrugada nos llamaron para decirnos que había fallecido. No nos cabe duda que hubo negligencia", contó a La Cuarta Alejandra Sáez, nieta María.

"Se efectuó una denuncia desde el Hospital El Pino por el fallecimiento de dos personas, que darían cuenta de homicidio calificado por parte de un funcionario de dicho centro", señaló la fiscal de San Bernardo, María Eugenia Araneda, en su oportunidad.

"Se le atribuye el haber suministrado potasio a dos personas que les provoca un paro cardiorrespiratorio generando la muerte", agregó el fiscal Gamal Massú.

Miranda llevaba casada 53 años con Gerardo Canales (72), con quien atendieron por varias décadas un almacén, en San Bernardo, acompañados de sus cinco hijos y 16 nietos, los que además son vecinos entre ellos en el sector.

"Cuando esto ocurrió desde el hospital dijeron que mi abuelita llegó en situación de abandono, lo que es mentira, ya que nosotros siempre la acompañamos a los controles y estamos preocupados de ellos. Además, nos enteramos a través de la prensa lo que había ocurrido (que le inyectaron potasio). Los periodistas nos preguntaron por el hecho cuando estábamos velando a mi abuelita y no sabíamos qué pasaba. El hospital debió informarnos primero a nosotros, cosa que no ocurrió", agregó Alejandra.

"A mi abuelo le mataron el amor de su vida, a su compañera, a su compinche. Ahora anda apenado y callado, no quiere saber nada de nadie, es muy triste lo que nos pasó, él siempre la acompañaba, ya que veía por un solo ojito. Esto no fue un accidente, esto fue intencional. La abuelita María se nos fue y no por voluntad de Dios", agregó Alejandra.

Tres días después de las extrañas muertes, la PDI ya había detenido a una persona como presunto autor de las mortales inyecciones. Se trata del paramédico Andrés García Gálvez, quien habría sido denunciado por otros profesionales del recinto asistencia.

El subdirector del Hospital El Pino, Mauricio Muñoz, confirmó que desde el recinto se activaron los protocolos de seguridad, de manera de investigar los detalles del hecho.

A García también se le acusa de microtráfico y malversación de caudales públicos por el robo de medicamentos desde el recinto asistencial. Tras ser formalizado, quedó en prisión preventiva durante los 4 meses de la investigación.

Sin embargo, sus amigos y algunos colegas del hospital acusan una persecución en su contra, ya que García Gálvez siempre ha estado a la lucha sindical en El Pino. "Le están cargando un homicidio. Hay que decir que él es un dirigente sindical que siempre ha estado denunciando irregularidades dentro del sistema de salud y por eso lo están persiguiendo, esto es algo netamente de persecución sindical", contó Brisa Gálvez, dirigenta del Hospital El Pino.

"El hospital tomó las medidas respecto de una sospecha que nos pareció debidamente fundada", señaló Patricio Vera, el director del recinto hospitalario.

Agregó que el acusado se encontraba rezando y mantenía una conducta extraña en momentos que se realizaban maniobras de resucitación a las víctimas.

COMPARTIR NOTA