Adoberos paran a Vichuquén a puro barro y paja

Cuando ya se creía que no quedaban adoberos en Chile, porque la llegada del ladrillo desplazó casi por completo esta ancestral forma de construir con barro y paja, el megasismo del 27 F vino a reflotar este singular oficio.
Esta tradicional forma de construcción ahora combina técnicas antiguas con otras modernas que aprovechan mejor el adobe y otros materiales para levantar edificaciones más resistentes, manteniendo las ventajas del adobe.
En zonas patrimoniales como el pueblo de Vichuquén, en la región del Maule, el terremoto dañó casonas de más de doscientos años, pero poco a poco éstas comienzan a lucir como nuevas, pues están siendo reparadas por adoberos de la zona.
Eduardo Avendaño, de 48 años, relata que aprendió la técnica cuando tenía 11 años, mirando a su abuelo y a su tío, en el pueblo de Hualañé.
"Ellos decían que tenía que llevar harta paja y estar bien hecho el barro, para que quedara firme. Siempre dijo que había que tener paciencia porque el adobe puede necesitar hasta 25 días de secado", recuerda el maestro, mientras restaura una casona patrimonial en Vichuquén con su hijo de 21 años que también aprendió el oficio.
Avendaño relata que con el tiempo el ladrillo desplazó al adobe, pero después del terremoto comenzaron a llamarlo para restaurar casonas que habían sufrido daños. "Tuvimos que botar todo lo que estaba suelto y volver a construir en adobe, pero ahora con tabiques, porque nos enseñaron nuevas técnicas. Ahora se ponen varias diagonales al tabique y se amarra de los muros laterales con unas platinas, esto es nuevo y lo aprendimos de los ingenieros del Serviu". El maestro dice que las nuevas técnicas dan mayor resistencia ante los temblores, como ha quedado demostrado con los fuertes sismos del último tiempo, pero la gracia está en que se mantienen las mismas ventajas del adobe, que es más fresquito en verano y conserva el calor en invierno.
Otro maestro adobero es Luis Fuenzalida, de 47 años, quien cuenta que conoció la técnica "cuando aprendí a caminar, porque cuando éramos niños nos mandaban a pisar el barro". Actualmente trabaja en la reparación de una casona de 200 años, y 500 m2. "Los especialistas nos enseñaron las ventajas de la malla sismorresistente y de la viga collar, nuevas técnicas para hacer del adobe algo realmente resistente", señala.
Así como estos maestros adoberos, otros 46 habitantes de Vichuquén y pueblos aledaños participaron en los cursos destinados a preservar el valor patrimonial ante los estragos del terremoto. "Así se mantiene vivo un oficio tan antiguo como el nuestro ya que todo lo que aprendimos lo podemos aplicar a la restauración de las casas patrimoniales de la zona, que están quedando como nuevas y más firmes que antes", recalca Fuenzalida.
"La reconstrucción en Chile también es patrimonial y en esta tarea valoramos el trabajo de estos verdaderos maestros adoberos 2.0, quienes combinan lo mejor de este oficio ancestral con técnicas constructivas más seguras, luego de la catástrofe del 27F", dijo el ministro de Vivienda y Urbanismo, Rodrigo Pérez.
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