Aires de Sábado: Sálvese quien pueda

Hay un contrasentido en eso de ir por la vida diciendo a los demás cómo se debe vivir la vida, qué es correcto y qué no, y luego intentar quedar fuera de la mano de la justicia. Y algo no se entiende si el Papa y los obispos chilenos piden perdón, pero cuando Ricardo Ezzati acude ante un fiscal para aclarar casos de abusos sexuales, no dice nada. ¿De qué se disculpan, entonces?, cabe preguntar.

Tampoco se puede decir públicamente "La verdad nos hará libres" y -semanas después- guardar silencio donde sí hay que hablar: ante la justicia. Es como citar el Evangelio y luego guardarlo bajo la sotana. ¿Qué pasó con la promesa de colaborar con la justicia? ¿Se diluyó en un "sálvese quien pueda"?.

El cardenal Ezzati está imputado como encubridor de los abusos sexuales del ex canciller del Arzobispado Óscar Muñoz. El fiscal Arias quiere saber si esas denuncias llegaron a sus manos y qué hizo con ellas. Ojo: "Toda persona es inocente, hasta que se demuestre lo contrario" y todavía queda mucho por aclarar. Lo que inquieta es pensar que el tiempo corre -siempre- en favor del abusador, para que su delito prescriba y pueda zafar de la cárcel. De eso, por favor, no más.

El párroco Hans Kast -ex canciller del Arzobispado- ha complicado aún más las cosas para la iglesia católica local. Conoció a Fernando Karadima y contó a la Fiscalía su verdad. Relató -por ejemplo- que lo vio besar a 2 adultos jóvenes en la boca, afuera de su habitación en la parroquia. Y que a uno de ellos, le pidió que el beso fuera "con lengua". A algunos jóvenes, Karadima los llamaba "damas de compañía" y a otros, "pololos". De esa historia ya conocemos el final.

En el año 2011, el mismo Hans Kast le envió cartas al Arzobispo Ricardo Ezzati, en las que pedía investigar los abusos sexuales de otro sacerdote: Jorge Laplagne. Y proponía, además, que se abriera alguna instancia para recibir denuncias. Pero, todo quedó en nada y el caso Laplagne se cerró en el año 2015.

¿Por qué Ezzati decidió callar ante el fiscal? Surgió toda clase de interpretaciones: ¿Miedo a cometer un error? ¿Un frío cálculo de su defensa, con la esperanza de que pronto la investigación sea sobreseída? Como sea, su silencio hizo ruido. Y seguramente también en El Vaticano. Pero hay algo que parece claro, Ricardo Ezzati prefirió escuchar a su abogado y no a su pastor: el Papa Francisco.

Una reflexión final sobre tantas investigaciones abiertas: puede que el paso de los años -nuevamente- juegue en favor de los abusadores y encubridores, sí. Pero los abusos sexuales en la historia de la iglesia católica chilena son tantos, que probablemente la mano de la justicia va a alcanzar a algunos de los culpables. Y si no es así, ya todos sabemos que la mano del Papa también podría actuar.

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