Billetera que no le gustaba le salvó la vida

Recién salidito de pabellón y con reposo absoluto en las dependencias del Hospital Parroquial de San Bernardo, lo primero que suelta Alberto Carrasco Riquelme (57) es que no la cuenta dos veces.

Cerca de la medianoche del sábado, el hombrón, que se gana los porotos como jardinero, pescó su Yaris sedán y aprovechó la XI versión de las Fiestas Costumbristas de El Bosque para pitutear como taxista, pero a la maleta.

Lo malo es que la pega informal se le convirtió en un infierno porque debido a un taco, detuvo su joyita con los pestillos arriba y fue abordado por 4 sujetos que no estaban ni ahí con pagar por una carrera.

"Se me subieron tres por detrás y uno adelante. Me amenazaron con una pistola y me hicieron manejar por varias calles. Cuando iba por Balmaceda, llegando a Colón, me dijeron: bájate calladito y no te va a pasar nada", relató el titán.

La amenaza de los cumas le sacó los choros del canasto a Alberto. Y el hombre no encontró nada mejor que agarrarse con los hampones y soltarles las palabras mágicas: "dispara poh, hueón". Ahí quedó la escoba.

“Yo siempre he dicho que si me quieren quitar algo me tienen que matar y le dije eso mismo a ellos. Me pegaron tres balazos, de los que me llegaron dos, uno iba directo al corazón pero lo detuvo mi billetera”, explicó.

Al final, un portadocumentos de cuero sintético que le había regalado su señora el día anterior resultó ser el mejor chaleco antibalas durante el ataque.

La billetera, que el hombre incluso no le gustó, atrapó entre el carnet, la licencia y las tarjetas de crédito, un certero balazo que iba derechito al cuore del Betito.

“Fue un verdadero milagro. Yo sé que tuve mucha suerte y que no es pa’ contarla de nuevo. Mi familia me ha retado harto por haberme defendido pero lo mío es mío”, justificó.

Tras el baleo, un amigote de Alberto que andaba por el lugar cachó el mote y peló forros para asustar a los malandras. Después, escoltó al titán hasta el Hospital Parroquial de San Bernardo, donde llegó manejando solito.

Por su parte, Carabineros de la 14º Comisaría de San Bernardo informó que se encuentra desplegando un completo operativo para dar con los malhechores. Mientras tanto, Alberto se pasea entre la rabia y la felicidad, porque si bien safó prácticamente ileso, igual no más le chorearon 40 lucas y le hicieron pebre el tablero de su joyita.

“Si los veo los reconozco al tiro”, amenazó.

El hombre se encuentra recuperándose satisfactoriamente en el recinto asistencial.

POLI SE SALVÓ POR LÁPIZ DE TUNAZO, PERO LO MATÓ ÁRBOL

La milagrosa salvada de Alberto Carrasco Riquelme, el improvisado taxista que se arrancó de la pelá gracias a una billetera que ni era de su gusto (ver nota principal), no es el único caso de este tipo que se registra en la historia policial chilena.

Entre los archivos de La Cuarta, se encuentra el caso del cabo de Carabineros, Héctor Zapata Cuevas, quién en 1996, se salvó de la muerte tras recibir un impacto de bala en una lapicera metálica. que guardaba en el bolsillo superior de su camisa.

El uniformado, que por entonces explicó que simplemente “no le había llegado la hora”, falleció un año más tarde, cuando un árbol cayó encima de su radiopatrullas durante un procedimiento en Peñaflor.

Un caso similar, pero con un final feliz se vivió en julio de este año, cuando un garzón del restaurant El Pollo Caballo, en  La Florida, se salvó de un tunazo en el muslo gracias a la pulenta tecnología de su teléfono celular.

El jueves 14 de ese mes, el mozo trataba de impedir el asalto de unas clientas al interior del local floridano, cuando un par de cumas le dispararon en su extremidad. El hombrón salvó ileso y vivió para contarla.

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